lunes, 30 de junio de 2008

LA CREACIÓN DEL HOMBRE






La firmación, registrada y transmitida por los sumerios, de que el «Hombre» fue creado por los nefilim, parece entrar en conflicto, a primera vista, tanto con la teoría de la evolución como con los dogmas judeo-cristianos basados en la Biblia.

Pero, de hecho, la información contenida en los textos sumerios -y sólo esa información-puede afirmar tanto la validez de la teoría de la evolución como la verdad del relato bíblico, y demostrar que, en realidad, no existe conflicto alguno entre ambas.

En la epopeya «Cuando los dioses como hombres», en otros textos concretos y en referencias de pasada, los sumerios describieron al Hombre no sólo como una creación deliberada de los dioses, sino también como un eslabón en la cadena evolutiva que comenzó con los acontecimientos celestes descritos en «La Epopeya de la Creación». Sosteniendo la firme creencia de que la creación del Hombre fue precedida por una era durante la cual sólo los nefilim estaban en la Tierra, los textos sumerios registraron, caso por caso (por ejemplo, el incidente entre Enlil y Ninlil), los acontecimientos que tuvieron lugar «cuando el Hombre aún no había sido creado, cuando Nippur estaba habitado sólo por los dioses». Al mismo tiempo, los textos también describieron la creación de la Tierra y la evolución de la vida de plantas y animales en ella, y lo hicieron en unos términos que se conforman a las actuales teorías evolucionistas.

Los textos sumerios afirman que, cuando llegaron los nefilim a la Tierra, aún no se habían extendido por ésta las artes del cultivo de cereales y frutales, así como la del cuidado del ganado. Del mismo modo, el relato bíblico sitúa la creación del Hombre en el sexto «día» o fase del proceso evolutivo. El Libro del Génesis afirma también que, en un estadio evolutivo anterior:
Ninguna planta de campo abierto había aún sobre la Tierra,
ninguna hierba que es plantada había germinado todavía...
Y el Hombre no estaba todavía allí para trabajar el suelo.
Todos los textos sumerios afirman que los dioses crearon al Hombre para que hiciera el trabajo de ellos. Explicado en boca de Marduk, la epopeya de la Creación da cuenta de la decisión:
Engendraré un Primitivo humilde;
«Hombre» será su nombre.
Crearé un Trabajador Primitivo;
él se hará cargo del servicio de los dioses,
para que ellos puedan estar cómodos.
Los términos que sumerios y acadios utilizaban para designar al «Hombre» hablan a las claras de su estatus y de su propósito: el Hombre era un Mu (primitivo), un Mu amelu (trabajador primitivo), un awilum (obrero). Que el Hombre hubiera sido creado para servir a los dioses no resultaba en absoluto una idea chocante o extraña para los pueblos antiguos. En los tiempos bíblicos, la divinidad era «Señor», «Soberano», «Rey», «Amo». La palabra que, normalmente, se traduce como «culto» era, en realidad, avod (trabajo). El Hombre antiguo y bíblico no daba «culto» a su dios; trabajaba para él.
Pero, en cuanto la deidad bíblica (al igual que los dioses de los relatos sumerios) creó al Hombre, plantó un jardín y puso al Hombre a trabajar en él:
Y el Señor Dios tomó al «Hombre»
y lo puso en el Jardín del Edén
para que lo labrase y cuidase.
Más adelante, la Biblia describe a la Divinidad «paseando por el jardín a la hora de la brisa», ahora que el nuevo ser estaba allí para cuidar del Jardín del Edén. ¿Tan lejos se encuentra esta versión de aquello que dicen los textos sumerios acerca de que los dioses exigieron trabajadores para, así, poder ellos descansar y relajarse?

En las versiones sumerias, la decisión de crear al Hombre se, adoptó en la Asamblea de los dioses. De manera significativa, el libro del Génesis, que, supuestamente, ensalza los logros de una sola Deidad, utiliza el plural Elohim (literalmente «deidadej») para denotar a «Dios», y nos hace un sorprendente "comentario:
Y Elohim dijo:
«Hagamos al Hombre a nuestra imagen,
como semejanza nuestra»"
¿De quiénes está hablando no la singular, sino la plural deidad, y quiénes eran esos «nosotros» en cuya plural imagen y plural semejanza había que hacer al Hombre? El libro del Génesis no nos da la respuesta. Después, cuando Adán y Eva comieron del fruto del Árbol del Conocimiento, Elohim hace una advertencia a los mismos colegas anónimos: «He aquí que el Hombre ha venido a ser como uno de nosotros, en cuanto a conocer el bien y el mal».

Dado que el relato bíblico de la Creación, al igual que otros relatos de los comienzos en el Génesis, proviene de fuentes sumerias, la respuesta es obvia. Al condensar los muchos dioses en una única Deidad Suprema, el relato bíblico no es más que una versión revisada de los informes sumerios sobre las discusiones en la Asamblea de los Dioses.

El Antiguo Testamento se esfuerza por dejar claro que el Hombre no era un dios ni era de los cielos. «Los Cielos son los Cielos del Señor, a la Humanidad la Tierra Él le ha dado». El nuevo ser fue llamado «el Adán» porque fue creado del adama, de la tierra, del suelo de la Tierra. En otras palabras, el Adán era «el Terrestre».

Careciendo sólo de cierto «conocimiento», así como de un período de vida divino, el Adán fue creado en todos los demás aspectos a imagen (selem) y semejanza (dmut) de su(s) Creador (es). El uso de ambos términos en el texto se hizo para no dejar duda de que el Hombre era similar a (los) Dios(es) tanto en lo físico como en lo emocional, en lo externo y en lo interno.

En todas las antiguas representaciones artísticas de dioses y hombres, la semejanza física es evidente. Aunque la advertencia bíblica en contra de la adoración de imágenes paganas diera pie a la idea de que el Dios hebreo no tenía imagen ni semejanza, el Génesis, al igual que otros informes bíblicos, atestigua todo lo contrario. El Dios de los antiguos hebreos se podía ver cara a cara, se podía luchar con él, se le podía escuchar y hablar; tenía cabeza y pies, manos y dedos, incluso cintura. El Dios bíblico y sus emisarios parecían hombres y actuaban como hombres, porque los hombres fueron creados a semejanza de los dioses y actuaban como los dioses.

Pero en esta cosa tan simple subyace un gran misterio. ¿De qué manera una nueva criatura pudo ser, física, mental y emocionalmente, una réplica virtual de los nefilim? Realmente, ¿cómo fue creado el Hombre?

El mundo occidental hacía tiempo que estaba entregado a la idea de que, creado deliberadamente, el Hombre había sido puesto en la Tierra para someterla y ejercer su dominio sobre todas las demás criaturas. Después, en noviembre de 1859, un naturalista inglés llamado Charles Darwin publicó un tratado llamado On the Origin of Species by Means of Natural Selection, or the Preservation of Favou-red Races in the Struggle for Life. Resumiendo cerca de treinta años de investigación, el libro añadía, a los conceptos previos sobre la evolución natural, la idea de una selección natural como consecuencia de la lucha de todas las especies -tanto de plantas como de animales- por la existencia.

El mundo cristiano ya se había llevado un golpe cuando, desde 1788 en adelante, destacados geólogos habían comenzado a expresar su creencia de que la Tierra tenía una gran antigüedad, mucho mayor que la de los más o menos 5.500 años del calendario hebreo. Pero lo explosivo del caso no fue el concepto de evolución como tal; estudiosos anteriores ya habían observado este proceso, y los eruditos griegos del siglo iv a.C. ya habían recopilado datos sobre la evolución de la vida animal y vegetal.

El terrible bombazo de Darwin consistió en la conclusión de que todos los seres vivos -incluido el Hombre- eran producto de la evolución. El Hombre, en contra de la creencia sostenida entonces, no había sido generado espontáneamente.

La reacción inicial de la Iglesia fue violenta. Pero, a medida que los hechos científicos concernientes a la verdadera edad de la Tierra, la evolución, la genética y otros estudios biológicos y antropológicos salían a la luz, las críticas de la Iglesia iban enmudeciendo. Parecía que, al final, las mismísimas palabras del Antiguo Testamento hacían indefendible el relato del Antiguo Testamento; pues, ¿cómo iba a decir un Dios que no tiene cuerpo y que está universalmente solo: «Hagamos al Hombre a nuestra imagen, como semejanza nuestra»"?

Pero, realmente, ¿no somos más que «simios desnudos»? ¿Es que el mono no está más allá de la distancia de un brazo, evolutivamente hablando? ¿Es que la musaraña arborícola es un ser humano que aún no se pone de pie ni ha perdido la cola?

Como ya mostramos al comienzo de este libro, los científicos modernos van a tener que cuestionarse las teorías simples. La evolución puede explicar el curso general de los acontecimientos que han hecho que la vida y las formas de vida se desarrollen en la Tierra, desde la más simple criatura unicelular hasta el Hombre. Pero la evolución no puede dar cuenta de la aparición del Homo sapiens, que tuvo lugar de la noche a la mañana, en los términos de millones de años que la evolución requiere, y sin ninguna evidencia de estadios previos que pudieran indicar un cambio gradual desde el Homo erectus.

El homínido del género Homo es un producto de la evolución. Pero el Homo sapiens es el producto de un acontecimiento repentino, revolucionario. Apareció inexplicablemente hace unos 300.000 años, millones de años demasiado pronto.
Los expertos no tienen explicación para esto. Pero nosotros sí. Los textos sumerios y babilonios sí que la tienen. Y el Antiguo Testamento también.

El Homo sapiens -el Hombre moderno- fue creado por los antiguos dioses.

Afortunadamente, los textos mesopotámicos hacen una clara exposición del momento en que fue creado el Hombre. El relato de las fatigas y el posterior motín de los anunnaki nos dice que. «durante 40 períodos sufrieron el trabajo, día y noche»; los largos años de su duro trabajo los dramatizó el poeta con la repetición de versos.
Durante 10 períodos sufrieron el duro trabajo;
durante 20 períodos sufrieron el duro trabajo;
durante 30 períodos sufrieron el duro trabajo;
durante 40 períodos sufrieron el duro trabajo.
El antiguo texto usa el término ma para decir «período», y la mayoría de los expertos lo han traducido por «año». Pero el término connotaba «algo que se completa y, después, se repite». Para los hombres de la Tierra, un año equivale a una órbita completa de la Tierra alrededor del Sol. Pero, como ya hemos demostrado, la órbita del planeta de los nefilim equivalía a un shar, o 3.600 años terrestres.

Cuarenta shar, o 144.000 años terrestres, después de .su, llegada, fue cuando los anunaki dijeron: «¡Basta!». Si los nefilim llegaron a la Tierra, tal como hemos concluido, hace alrededor de 450.000 años, ¡la creación del Hombre debió tener lugar hace unos 300.000 años!

Los nefilim no crearon a los mamíferos, a los primates o a los homínidos. «El Adán» de la Biblia no era el género Homo, sino el ser que es nuestro antepasado, el primer Homo sapiens. Lo que los nefilim crearon es el Hombre moderno, tal como lo conocemos.

La clave para comprender este hecho crucial se encuentra en el relato en el que despiertan a Enki para informarle que los dioses han decidido formar un adamu, y que su tarea consiste en buscar la forma de hacerlo. A todo esto, responde Enki:
«La criatura cuyo nombre pronunciáis
¡EXISTE!»
y añade: «Sujetad sobre ella» -sobre la criatura que ya existe- «la imagen de los dioses».

Aquí, por tanto, se encuentra la respuesta al enigma: los nefilim no «crearon» al Hombre de la nada; más bien, tomaron una criatura que ya existía y la manipularon para «sujetar sobre ella» la «imagen de los dioses».

El Hombre es el producto de la evolución; pero el Hombre moderno, el Homo sapiens, es el producto de los «dioses». Pues, en algún momento, hace alrededor de 300.000 años, los nefilim cogieron a un hombre-simio (Homo erectus) y le implantaron su propia imagen y semejanza.

No hay ningún conflicto entre la evolución y los relatos de la creación del Hombre de Oriente Próximo. Más bien, se explican y se complementan uno a otro. Pues, sin la creatividad de los nefilim, el hombre moderno se encontraría aún a millones de años de distancia en su árbol evolutivo.

Remontémonos en el tiempo e intentemos visualizar las circunstancias y los acontecimientos, tal como se revelaron.
La gran etapa interglacial, que comenzó hace alrededor de 435.000 años, y su clima cálido hicieron que proliferara el alimento y los animales. También aceleró la aparición y la expansión de un avanzado simio de aspecto humano el Homo erectus.

Cuando los nefilim observaran toda ésta fauna, no sólo verían a los mamíferos predominantes sino también a los primates, entre los cuales estarían esos simios de aspecto humano. Y existe la indudable posibilidad de que algunas de esas bandas de Homo erectus que iban de aquí para allí se sintieran fascinadas y se acercaran a observar los objetos ígneos que se elevaban en el cielo. Incluso es muy posible que los nefilim observaran, encontraran e, incluso, capturaran a algunos de estos interesantes primates.

Que los nefilim y los simios de aspecto humano se conocieron es algo que viene atestiguado por varios textos antiguos. Un relato sumerio, que trata de los tiempos primordiales, afirma:
Cuando la Humanidad fue creada,
no sabían nada sobre comer pan,
i no sabían nada sobre ponerse prendas de vestir;
comían plantas con la boca, como la oveja;
bebían agua de una zanja.
En La Epopeya de Gilgamesh se describe también a este ser «humano» medio animal. Aquí se nos dice el aspecto que tenía Enkidu, el «nacido en las estepas», antes de civilizarse:
Peludo es todo su cuerpo,
dotado en la cabeza con una melena como la de una mujer...
No sabe nada de gente ni de tierra;
su atuendo es como el de uno de los campos verdes;
come hierba con las gacelas; con las bestias salvajes se codea
en el abrevadero;
con las prolíficas criaturas en el agua
su corazón se deleita.
El texto acadio no sólo describe a un hombre de aspecto animal; también habla de un encuentro con tal ser:
Entonces, un cazador, uno que pone trampas,
se puso frente a él en el abrevadero.
Cuando el cazador lo vio,
su cara se quedó inmóvil...
La inquietud tocó su corazón, su rostro se ensombreció,
pues la angustia había entrado en su vientre.
En el cazador había algo más que temor, tras contemplar «al salvaje», a ese «bárbaro de las profundidades de la estepa»; pues ese «salvaje» se entrometía también en los asuntos del cazador:
Él rellenaba los hoyos que yo había cavado,
desmontaba las trampas que yo había puesto;
las bestias y las criaturas de la estepa
había hecho que se me escaparan de entre las manos.
No podemos pedir una descripción mejor de un hombre-simio: un nómada vagabundo peludo que «ni sabe de gente ni de tierra», vestido con hojas, «como uno de los campos verdes», comiendo hierba y viviendo entre animales. Sin embargo, no carece de cierta inteligencia, pues sabe cómo desmontar las trampas y rellenar los hoyos del cazador. En otras palabras, protegía a sus amigos animales, evitaba que fueran capturados por los cazadores alienígenas. Se han encontrado muchos sellos cilíndricos que representan a este hombre-simio peludo entre sus amigos animales. (Fig. 149)

Entonces, ante la necesidad de mano de obra, y resueltos a conseguir un Trabajador Primitivo, los nefilim pensaron en una solución a la medida: domesticar al animal adecuado.

El «animal» estaba disponible, pero el Homo erectus planteaba un problema. Por una parte, era demasiado inteligente y salvaje como para convertirse, así, por las buenas, en una dócil bestia de trabajo. Por otra parte, no se adecuaba realmente al trabajo requerido. Precisaría de algunos cambios físicos. Tenía que ser capaz de agarrar y usar las herramientas de los nefilim, caminar y doblarse como ellos para poder sustituir a los dioses en campos y minas. Tenía que disponer de un «cerebro» mejor -no como el de los dioses, pero sí lo suficientemente bueno como para comprender las palabras, las órdenes y las tareas que se le asignaran. Necesitaba la suficiente inteligencia y comprensión como para ser un obediente y útil amelu -un siervo.

Si, como las evidencias: de la antigüedad y la ciencia moderna parecen confirmar, la vida en la Tierra germinó de la vida en el Duodécimo Planeta, la evolución en la Tierra debió avanzar del mismo modo en que lo hizo en el Duodécimo Planeta. Indudablemente, tuvo que haber mutaciones, variaciones, aceleraciones y retrasos provocados por las diferentes situaciones locales; pero los mismos códigos genéticos, la misma «química de la vida» que se encuentra en todos los seres vivos de la Tierra tuvo que guiar el desarrollo de las formas de vida terrestres en la misma dirección general que siguió en el Duodécimo Planeta.

Al observar las distintas formas de vida de la Tierra, los nefilim y su científico jefe, Ea, no debieron tardar demasiado en darse cuenta de lo que sucedía: durante la colisión celeste, su planeta había inseminado la Tierra con su propia vida. De ahí, que el ser que pretendían convertir en trabajador era, ciertamente, similar a los nefilim, aunque en una forma menos evolucionada.

Lo que necesitaban no era un proceso gradual de domesticación a través de generaciones de cría y selección, sino un proceso rápido que permitiera la «producción masiva» de nuevos trabajadores. Así pues, se le planteó el problema a Ea, que vio la respuesta de inmediato: «imprimir» la imagen de los dioses sobre el ser que ya existía.

El proceso que Ea recomendó para conseguir un avance evolutivo rápido del Homo erectus era, según creemos, la manipulación genética.

Ahora sabemos que el complejo proceso biológico por el cual un organismo vivo se reproduce, creando una progenie que se parece a sus padres, se realiza a través del código genético. Todos los organismos vivos -desde la lombriz hasta el helecho arborescente o el Hombre- disponen, en el interior de cada célula, de una serie de cromosomas, unos cuerpecillos diminutos con forma de vara, que conservan toda la información hereditaria de ese organismo en particular. Cuando la célula masculina (el polen, el esperma) fertiliza la célula femenina, los dos grupos de cromosomas se combinan y, luego, se dividen para formar nuevas células que tienen todas las características hereditarias de las células de los dos progenitores.

En la actualidad, es posible la inseminación artificial, incluso la de un huevo humano femenino. Pero el desafío se encuentra en la fertilización cruzada entre diferentes familias dentro de la misma especie, e, incluso, entre especies diferentes. La ciencia moderna ha hecho un largo camino desde el desarrollo de los primeros cereales híbridos, el cruce de perros de Alaska con lobos o la «creación» de la muía (el apareamiento artificial de una yegua con un burro), hasta la capacidad para manipular la propia reproducción del Hombre.

El proceso llamado clonación (del griego klon -ramita) aplica a los animales el mismo principio que se sigue cuando se corta uno de los tallos de una planta para, con él, reproducir otras plantas similares. Esta técnica, aplicada a los animales, se demostró viable por primera vez en Inglaterra, cuando el Dr. John Gordon sustituyó el núcleo de un huevo fertilizado de rana por el material nuclear de otra célula de la misma rana. La generación de renacuajos normales demostró que el huevo procedía a desarrollar, subdividir y crear progenie sin importar de dónde se obtuviera el grupo de cromosomas a emparejar.

Los experimentos del Institute of Society, Ethics and Life Sciences de Hastings-on-Hudson, Nueva York, han demostrado que ya se dispone de las técnicas necesarias para la clonación de seres humanos. En estos momentos, es posible tomar el material nuclear de cualquier célula humana (no necesariamente de los órganos sexuales) e, introduciendo sus 23 pares de cromosomas completos en el óvulo femenino, concebir y dar a luz a una persona «predeterminada». En la concepción normal, los cromosomas del «padre» y de la «madre» se mezclan para, después, dividirse y concluir en los 23 pares de cromosomas, en un proceso de combinaciones fortuitas. Pero, en la clonación, la descendencia es una réplica exacta de un grupo de cromosomas que no se ha dividido. Poseemos ya, según el Dr. W. Gaylin, «el tremendo conocimiento para hacer copias exactas de seres humanos» -un número ilimitado de Hitlers, Mozarts o Einsteins (si hubiéramos preservado sus núcleos celulares).

Pero el arte de la ingeniería genética no se limita a un proceso. Investigadores de muchos países han perfeccionado un proceso llamado «fusión celular» que hace posible fundir células en vez de combinar cromosomas dentro de una única célula. Como resultado de este proceso, células de diferentes procedencias se pueden fundir en una «supercélula», conservando dentro de sí misma los dos núcleos y una doble serie de cromosomas emparejados. Cuando esta célula se divide, la mezcla de núcleos y cromosomas se puede escindir según un modelo diferente al de cada célula antes de la fusión. El resultado puede ser el de dos nuevas células, cada una de ellas genéticamente completa, pero cada una con una nueva serie de códigos genéticos, completamente trastocados con relación a los que había en las células de los progenitores.

Esto significa que las células de lo que, hasta ahora, eran organismos vivos incompatibles -por ejemplo, las de un pollo y las de un ratón- se pueden fundir para formar células nuevas con nuevas mezclas genéticas que producirán animales nuevos, que no serán ni pollos ni ratones, tal como los conocemos. Aun más refinado, el proceso nos puede permitir también la selección de las características o rasgos de una forma de vida que se pretenden impartir a la célula combinada o «fusionada».

Esto está llevando al desarrollo del amplio campo de los «trasplantes genéticos». Ahora es posible extraer de determinadas bacterias un gen específico e introducirlo en una célula animal o humana, dándole a la descendencia una característica añadida.

Deberíamos suponer que los nefilim, que eran capaces de realizar viajes espaciales hace 450.000 años, debían de estar igualmente avanzados en el campo de las ciencias de la vida, si comparamos su situación con la nuestra de hoy en día. También deberíamos suponer que conocían las distintas alternativas por las cuales combinar dos grupos de cromosomas preseleccionados para obtener un resultado genético predeterminado; y que, si los procesos eran similares a la clonación, a la fusión celular, al trasplante genético u otro método desconocido para nosotros todavía, ellos debían conocer estos procesos y podrían llevarlos a cabo no sólo en la probeta del laboratorio, sino también en organismos vivos.

Existe una referencia a estas mezclas de dos fuentes de vida en los textos antiguos. Según Beroso, la deidad Belo (señor) -llamado también Deo (dios)- engendró a varios «Seres espantosos, que fueron generados a partir de un principio doble».

Aparecían hombres con dos alas, algunos con cuatro y dos caras. Tenían un cuerpo, pero dos cabezas, una de hombre, otra de mujer. Del mismo modo, tenían tanto órganos masculinos como femeninos.

Otras figuras humanas se veían con patas y cuernos de cabra. Unos tenían pies de caballo; otros tenían extremidades de caballo detrás, pero por delante tenían forma como de hombres, pareciendo hipocentauros. Del mismo modo, se creaban allí toros con cabeza de hombre; y perros con cuerpos cuádruples, y colas de peces. También caballos con cabeza de perro; hombres también, y otros animales, con cabeza y cuerpo de caballo y cola de pez. En resumen, había criaturas con extremidades de cada una de las especies animales...

De todo esto se conservaron imágenes en el templo de Belo en Babilonia.

Los desconcertantes detalles de este relato pueden conservar una importante verdad. Es bastante probable que, antes de recurrir a la creación de un ser con su propia imagen, los nefilim intentaran resolver el problema con un «sirviente manufacturado», experimentando con otras alternativas, como la creación de un híbrido animal-hombre-simio. Algunas de estas criaturas artificiales quizás sobrevivieron por un tiempo, pero, ciertamente, debieron ser incapaces de reproducirse. Es posible que los enigmáticos hombres-toro y hombres-león (esfinges) que adornaban los templos del Oriente Próximo de la antigüedad no fueran sólo el producto de la imaginación de un artista, sino criaturas reales que salieran de los laboratorios biológicos de los nefilim -experimentos fallidos, conmemorados en el arte y en forma de estatuas. (Fig. 150)

Los textos sumerios también hablan de seres humanos deformes creados por Enki y la Diosa Madre (Ninhursag) durante el transcurso de sus esfuerzos por dar forma a un Trabajador Primitivo perfecto. En uno de los textos se dice que Ninhursag, cuya tarea era «sujetar sobre la mezcla el molde de los dioses», se emborrachó y «fue a ver a Enki»,
«¿Cuán bueno y cuán malo es el cuerpo del Hombre?
Según me dicta el corazón,
puedo hacer su destino bueno o malo».
Entonces, picaramente, según este texto -pero, probablemente, sin poderlo evitar, como parte del proceso de ensayo-error-, Ninhursag creó a un Hombre que no podía retener la orina, una mujer que no podía tener hijos, un ser que no tenía órganos masculinos ni femeninos. En conjunto, Ninhursag engendró seis seres humanos deformes o deficientes. A Enki se le consideró responsable de la creación imperfecta de un hombre de ojos débiles y manos temblorosas, enfermo del hígado y con deficiencias cardiacas; así como de otro con enfermedades relacionadas con la vejez, etc.

Pero, por fin, se logró el Hombre perfecto -al que Enki llamó Adapa; la Biblia, Adán; y nuestros expertos, Homo sapiens. Este ser era tan similar a los dioses que, en un texto, se llega incluso al punto de decir que la Diosa Madre le dio a su criatura, el Hombre, «una piel como la piel de un dios» -un cuerpo suave y sin pelo, bastante diferente del peludo hombre-simio.

Con este producto final, los nefilim fueron genéticamente compatibles con las hijas del Hombre, y pudieron casarse con ellas y tener hijos de ellas. Pero tal compatibilidad sólo podría darse si el Hombre se hubiera desarrollado a partir de la misma «simiente de vida», como los nefilim. Y, ciertamente, esto es lo que los antiguos textos intentaban decir.

El Hombre, tanto en el concepto mesopotámico como en el bíblico, estaba hecho de la mezcla de un elemento divino -la sangre de un dios o la «esencia» de su sangre- y de la «arcilla» de la Tierra. Y la verdad es que el término lulu que se le aplicaba al Hombre, aunque llevando el sentido de «primitivo», significaba literalmente «aquel que ha sido mezclado».

Habiéndole pedido que diera forma a un hombre, la Diosa Madre «se lavó las manos, tomó un pellizco de arcilla, lo mezcló en la estepa». (Resulta fascinante observar aquí las precauciones higiénicas que tomó la diosa. «Se lavó las manos.» Nos encontramos también estos procedimientos clínicos en otros textos de la creación.)

El uso de «arcilla» terrestre mezclada con «sangre» divina para crear el prototipo del Hombre está firmemente establecido en los textos mesopotámicos. En uno de ellos, donde se cuenta cómo se le pidió a Enki que «efectuara una gran obra de Sabiduría» -de «saber hacer» científico-, afirma que Enki no tuvo grandes problemas en llevar a cabo la tarea de «elaborar servidores para los dioses». «¡Se Puede hacer!», anunció. Y, después, dio estas instrucciones a la Diosa Madre:
«Mezcla a un corazón la arcilla
del Fundamento de la Tierra,
-justo por encima del Abzu-
y dale la forma de un corazón.
Yo proporcionaré buenos e inteligentes dioses jóvenes
que llevarán esa arcilla hasta el estado adecuado».
El segundo capítulo del Génesis ofrece esta versión técnica:
Y Yahveh, Elohim, formó el Adán
de la arcilla del suelo;
y Él sopló en sus narices el aliento de vida,
y el Adán se convirtió en una Alma viviente.
El término hebreo que se traduce, normalmente, como «alma» es nephesh, ese esquivo «espíritu» que anima a la criatura viva y que parece que la abandone cuando muere. No por casualidad, el Pentateuco (los cinco primeros libros del Antiguo Testamento) exhorta una y otra vez contra el derramamiento de sangre humana y la ingestión de sangre animal «porque la sangre es el nephesh». La versiones bíblicas de la creación del Hombre equiparan, de este modo, nephesh («espíritu», «alma») y sangre.

El Antiguo Testamento ofrece otra pista sobre el papel de la sangre en la creación del Hombre. El término adama (del cual proviene el nombre de Adán) significa, originalmente, no sólo cualquier tierra o suelo, sino, específicamente, suelo rojo oscuro. Al igual que la palabra acadia homologa adamatu («tierra roja oscura»), el término hebreo adama y el nombre hebreo del color rojo (adom) provienen de las palabras empleadas para designar la sangre: adatnu, dam. Cuando el libro del Génesis nombra al ser creado por Dios «el Adán», emplea un juego de doble significado muy habitual en la lingüística sumeria. «El Adán» podía significar «el de la tierra» (terrestre), «el hecho de suelo rojo oscuro», y «el hecho de sangre».

La misma relación entre el elemento esencial de las criaturas vivas y la sangre existe en los relatos mesopotámicos de la creación del Hombre. Esa especie de hospital donde Ea y la Diosa Madre engendraron al Hombre recibía el nombre de Casa de Shimti. La mayoría de los expertos lo traducen como «la casa donde se determinan los destinos». Pero el término Shimti proviene, inequívocamente, del sumerio SHI.IM.TI, que, tomado sílaba a sílaba, significa «respirar-viento-vida». Así pues, Bit Shimti significaría, literalmente, «la casa donde el viento de la vida se insufla», lo cual es, virtualmente, idéntico a la afirmación bíblica.

Lo cierto es que la palabra acadia que se empleó en Meso-potamia para traducir el sumerio SHI.IM.TI fue napishtu -el homólogo exacto del término bíblico nephesh. Y el nephesh o napishtu era un «algo» esquivo en la sangre.

Aunque el Antiguo Testamento no ofrecía demasiadas pistas, los textos mesopotámicos eran bastante explícitos en el tema. No sólo afirmaban que hacía falta sangre para la mezcla de la cual se elaboró el Hombre, sino que también especificaban que tenía que ser la sangre de un dios, sangre divina.

Cuando los dioses decidieron crear al Hombre, su líder anunció: «Sangre amasaré, huesos nacerán». Sugiriendo que la sangre se tomaría de un dios específico, «Que los primitivos se forjen según su [de él] modelo», dijo Ea. Al elegir al dios,
De su [de él] sangre, ellos forjarán a la Humanidad;
imponiéndole el servicio, que libere a los dioses...
Fue un trabajo más allá de la comprensión.
Según el relato épico «Cuando los dioses», los dioses llamaron entonces a la Diosa del Nacimiento (la Diosa Madre, Ninhursag) y le pidieron que realizara el trabajo:
Mientras la Diosa del Nacimiento esté presente,
que la Diosa del Nacimiento forje una descendencia.
Mientras la Madre de los Dioses esté presente,
que la Diosa del Nacimiento forje un Lulu;
que el trabajador lleve la carga de los dioses.
Que cree un Lulu Amelu,
que él lleve el yugo.
En un antiguo texto babilonio llamado «La Creación del Hombre por la Diosa Madre», los dioses llaman a «La Comadrona de los dioses, la Hábil Mari» y le dicen:
Tú eres el útero-madre,
la que puede crear a la Humanidad.
¡Crea, pues, a Lulu, que lleve él el yugo!
En este punto, el texto de «Cuando los dioses» y otros textos Paralelos se sumergen en una detallada descripción de la creación real del Hombre. Tras aceptar el «empleo», la diosa (llamada aquí NIN.TI -«dama que da vida») estableció unos cuantos requisitos, entre los que había algunos productos químicos («betunes del Abzu»), para usar en la «purificación», y «la arcilla del Abzu».

Fuesen lo que fuesen estos materiales, Ea no tuvo problemas en comprender los requisitos, y, aceptando, le dijo:
«Prepararé un baño purificador,
que un dios sea sangrado...
De su [de él] carne y sangre,
que Ninti mezcle la arcilla».
Pero, para dar forma al hombre a partir de la arcilla mezclada, también era necesaria alguna ayuda femenina, algo relativo al embarazo y al parto. Enki ofreció los servicios de su propia esposa:
Ninki, mi esposa-diosa
será la que afronte el parto.
Siete diosas-del-nacimiento
estarán cerca, para asistir.
Después de mezclar la «sangre» y la «arcilla», la fase de embarazo y parto completaría la dádiva de la «impresión» divina sobre la criatura.
El destino del recién nacido tú pronunciarás;
Ninki fijará sobre él la imagen de los dioses;
y lo que será él es «Hombre».
Algunas representaciones en sellos asirios bien pueden haberse inspirado en estos textos, mostrando a la Diosa Madre (su símbolo era el cortador del cordón umbilical) y a Ea (cuyo símbolo original era el creciente) mientras preparan las mezclas, recitan los ensalmos y se animan el uno al otro a proseguir. (Fig. 151,152)


La implicación de la esposa de Enki, Ninki, en la creación del primer espécimen no defectuoso del Hombre nos recuerda el relato de Adapa, del que ya hablamos en un capítulo anterior:
En aquellos días, en aquellos años,
el Sabio de Eridú, Ea,
lo creó como un modelo de hombres.
Los expertos han conjeturado que las referencias a Adapa como «hijo» de Ea implicaban que el dios amaba a este ser humano hasta el punto de adoptarlo. Pero, en el mismo texto, Anu se refiere a Adapa como «la descendencia humana de Enki». Parece que la implicación de la esposa de Enki en el proceso de creación de Adapa, el «Adán modelo», generó algún tipo de relación genealógica entre el nuevo Hombre y su dios: ¡pero era Ninki la que estaba embarazada de Adapa!
Ninti bendijo al nuevo ser y se lo presentó a Ea. Algunos sellos muestran a la diosa, flanqueada por el Árbol de la Vida y matraces de laboratorio, sosteniendo al ser recién nacido. (Fig. 153)

El ser así engendrado, al cual se refieren una y otra vez en los textos mesopotámicos como un «Hombre modelo» o un «molde», era, al parecer, la criatura adecuada, pues los dioses comenzaron entonces a exigir duplicados. Sin embargo, este detalle, que parece no tener importancia, no sólo arroja luz sobre el proceso mediante el cual se «creó» a la Humanidad, sino también sobre la información, de otro modo conflictiva, que aparece en la Biblia.

Según el primer capítulo del Génesis:
Elohim creó el Adán a Su imagen-
a la imagen de Elohim Él lo creó.
Macho y hembra Él los creó.
El capítulo 5, al cual se le llama el Libro de las Genealogías de Adán, afirma que:
El día en que Elohim creó a Adán,
a semejanza de Elohim Él lo hizo.
Macho y hembra Él los creó,
y los bendijo, y los llamó «Adán»
en el mismo día de su creación.
En la misma frase, se nos dice que la Deidad creó, a su imagen y semejanza, sólo un único ser, «el Adán», y luego se nos dice, en aparente contradicción, que ambos, macho y hembra, fueron creados simultáneamente. Y las contradicciones parecen agudizarse más en el segundo capítulo del Génesis, que es el que, concretamente, nos cuenta que Adán estuvo solo por un tiempo, hasta que la Deidad lo hizo dormir y elaboró una Mujer a partir de su costilla.

Esta contradicción, que ha confundido a eruditos y teólogos a lo largo de siglos, desaparece en el momento en que nos damos cuenta de que los textos bíblicos eran una condensación de las fuentes originales sumerias. Estas fuentes nos informan de que, después de intentar forjar un Trabajador Primitivo «mezclando» homínidos con animales, los dioses llegaron a la conclusión de que la única mezcla que funcionaría sería la de los homínidos con los mismos nefilim. Después de varios intentos infructuosos, se hizo un «modelo» -Adapa/Adán. Al principio, sólo había un Adán.

En el momento en que Adapa/Adán demostró ser la criatura adecuada, se le utilizó como modelo genético o «molde» para la creación de duplicados, y aquellos duplicados no eran sólo machos, sino machos y hembras. Corno ya dijimos, la «costilla» bíblica de la cual se forjó la Mujer era un juego de palabras sobre el término sumerio T| («costilla» y «vida») -confirmando que Eva fue hecha a partir de la «esencia vital» de Adán.

Los textos mesopotámicos nos proporcionan el informe de un testigo ocular acerca de la primera producción de los duplicados de Adán.

Se siguieron las instrucciones de Enki. En la Casa de Shimti -donde el aliento de la vida «se insuflaba»-, Enki, la Diosa Madre y catorce diosas del nacimiento se reunieron. Se obtuvo la «esencia» de un dios, se preparó el «baño purificador». «Ea limpió la arcilla en presencia de ella; él siguió recitando el ensalmo».
El dios que purifica el Napishtu, Ea, habló en voz alta.
Sentado delante de ella, él le daba indicaciones a ella.
Después de recitar su ensalmo,
ella quitó la mano de la arcilla.
Y ahora nos ponemos al tanto del detallado proceso de creación en masa del Hombre. Con catorce diosas del nacimiento presentes,
Ninti pellizcó catorce trozos de arcilla;
depositó siete a la derecha,
depositó siete a la izquierda.
Entre ellos puso el molde.
... el vello ella...
... el cortador del cordón umbilical.
Es evidente que las diosas del nacimiento se dividieron en dos grupos. «El Sabio y erudito, a dos veces siete diosas del nacimiento había reunido», sigue explicando el texto. En sus úteros la Diosa Madre depositó la «arcilla mezclada». Hay atisbos de una intervención quirúrgica -la eliminación o afeitado del vello, la preparación de un instrumento quirúrgico, un cortador. Ahora, no había más que esperar:
Las diosas del nacimiento se mantuvieron juntas.
Ninti se sentó a contar los meses.
El fatídico 10° mes se acercaba;
el 10° mes llegó;
el período para que se abriera el útero había transcurrido.
El rostro de ella irradiaba comprensión:
se cubrió la cabeza, llevó a cabo la obstetricia.
Se ciñó la cintura, pronunció la bendición.
Ella sacó una forma; en el molde había vida.
Parece ser que el drama de la creación del Hombre se compuso con un nacimiento posterior. La «mezcla» de «arcilla» y «sangre» se utilizó para provocar sendos embarazos en catorce diosas del nacimiento. Pero pasaron los nueve meses y el décimo mes comenzó. «El período para que se abriera el útero había transcurrido». Comprendiendo lo que había que hacer, la Diosa Madre «llevó a cabo la obstetricia». En un texto paralelo (a pesar de estar fragmentado) se ve con más claridad que la Diosa Madre tuvo que recurrir a algún tipo de operación quirúrgica:
Ninti... cuenta los meses...
Al destinado 10° mes llamaron;
la Dama Cuya Mano Abre llegó.
Con el... ella abrió el útero.
Su rostro brilló de alegría.
Su cabeza fue cubierta;
... hizo una abertura;
lo que estaba en el útero salió.
Abrumada de alegría, la Diosa Madre dejó escapar un grito.
«¡Yo he creado!
¡Mis manos lo han hecho!»
¿Cómo se logró la creación del Hombre?

En el texto de «Cuando los dioses» hay un pasaje cuyo objetivo era explicar por qué la «sangre» de un dios tenía que mezclarse con la «arcilla». El «divino» elemento requerido no era la goteante sangre de un dios, sino algo más básico y duradero. El dios que fue seleccionado, nos cuentan, tenía TE.E.MA -un término que las destacadas autoridades sobre este texto (W. G. Lambert y A. R. Millard de la Universidad de Oxford) traducen como «personalidad». Pero el término antiguo es mucho más específico, pues significa, literalmente, «aquello que alberga eso que ata la memoria». Y, lo que es más, el mismo término aparece en la versión acadia como etemu, que se traduce como «espíritu».

En ambos casos, se trata de «algo» en la sangre del dios que era el repositorio de su individualidad. Tenemos la certidumbre de que todo esto no eran más que distintas maneras de decir que lo que buscaba Ea, cuando sometió la sangre del dios a una serie de «baños purifica-dores», eran los genes del dios.

También se nos explica el propósito de la mezcla del elemento divino con el terrestre:
En la arcilla, el dios y el Hombre se atarán,
a la unidad llevados juntos;
de manera que, hasta el final de los días,
la Carne y el Alma
que en un dios ha madurado-
esa Alma en un parentesco de sangre está atada;
como su Señal la vida proclamará.
De manera que esto no se olvide,
que el «Alma» en un parentesco de sangre está atada.
Son palabras mayores, pero poco comprendidas por los estudiosos. El texto afirma que la sangre del dios se mezcló en la arcilla de manera que ató al dios y al Hombre genéticamente «hasta el final de los días», de modo que la carne («imagen») y el alma («semejanza») de los dioses quedaría impresa sobre el Hombre en un parentesco de sangre que nunca se podrá romper.

«La Epopeya de Gilgamesh» dice que, cuando los dioses decidieron crear un doble para el en parte divino Gilgamesh, la Diosa Madre mezcló «arcilla» con la «esencia» del dios Ninurta. Más tarde, en el texto, la mítica fuerza de Enkidu se atribuye a que tiene en él la «esencia de Anu», un elemento que adquirió a través de Ninurta, nieto de Anu.

La palabra acadia kisir se refiere a una «esencia», una «concentración» que poseían los dioses de los cielos. E. Ebeling resumió sus esfuerzos por comprender el significado exacto de kisir afirmando que como «esencia, o algún otro matiz del término, podía aplicarse bien a las deidades, así como a los proyectiles del Cielo». E. A. Speiser se mostró de acuerdo con que la palabra implicaba también «algo que bajó del Cielo», y dijo que llevaba una connotación «como si estuviese indicado utilizar el término en contextos relacionados con la medicina».

Volvemos a una simple y única palabra en la traducción: gen.

Las evidencias de los textos antiguos, tanto mesopotamicos como bíblicos, sugieren que el proceso adoptado para mezclar las dos series de genes -los de un dios y los del Homo erectus- implicaba el uso de genes masculinos como elemento divino y de genes femeninos como elemento terrestre.

Después de repetir una vez más que la Deidad creó a Adán a su imagen y semejanza, el Libro del Génesis relata después el nacimiento de Set, el hijo de Adán, con las siguientes palabras:
Y Adán vivió ciento treinta años,
y tuvo un descendiente
a su semejanza y según su imagen;
y le puso por nombre Set.
La terminología es idéntica a la usada para describir la creación de Adán por la Deidad. Pero Set fue, ciertamente, hijo de Adán según un proceso biológico -la fertilización de un huevo femenino con el esperma masculino de Adán, con la consiguiente concepción, embarazo y parto. Una terminología idéntica habla de un proceso idéntico, y la única conclusión plausible es que también Adán fuera engendrado por la Deidad a través del proceso de fertilización de un huevo femenino con el esperma de un dios.

Si la «arcilla», en la cual se mezcló el elemento divino, era un elemento terrestre -como todos los textos dicen-, entonces, la única conclusión posible es que el esperma masculino de un dios -su mate-rial genético- ¡se insertó en el ovulo de una mujer simio!

El termino acadio para la «arcilla» -o, más bien, «arcilla de moldear»- es tit. Pero su ortografía original era TI.IT («aquello que está con vida»). En hebreo, tit significa «barro»; pero su sinónimo es be, que comparte raíz con bia («pantano») y bea («huevo»).

La historia de la Creación está repleta de juegos de palabras. Ya hemos visto el doble y el triple significado de Adán-adama-adamtu-dam. El epíteto para la Diosa Madre, NIN.TI, que significa tanto «dama de la vida» como «dama de la costilla». ¿Por qué no, entonces, bo-bia-bea («arcilla-barro-huevo») como un juego de palabras para el óvulo femenino?

El óvulo de una hembra de Horno erectus, fertilizado con los genes de un dios, se implantó posteriormente en el útero de la esposa de Ea; y, después de obtenido el «modelo», se implantaron duplicados de esto en los úteros de las diosas del nacimiento, para someterse al proceso de embarazo y parto.
El Sabio y erudito,
a dos veces siete diosas del nacimiento había reunido;
siete engendraron varones,
siete engendraron hembras.
La Diosa del Nacimiento engendró
el Viento del Aliento de Vida.
En pares fueron completados,
en pares fueron completados en presencia de ella.
Las criaturas eran Personas-
Criaturas de la Diosa Madre.
El Homo sapiens había sido creado.

Las leyendas y los mitos antiguos, la información bíblica y la ciencia moderna también son compatibles en un aspecto más. Al igual que los descubrimientos de los antropólogos modernos -de que el Hombre evolucionó y emergió en el sudeste de África-, los texto-s mesopotamicos sugieren que la creación del Hombre tuvo lugar en el Apsu- en el Mundo Inferior, donde se encontraba el País de las Minas. Junto con Adapa, el «modelo» del Hombre, algunos textos mencionan a la «sagrada Amama, la mujer de la Tierra», cuya morada estaba en el Apsu.

En el texto de «La Creación del Hombre», Enki le da las siguientes instrucciones a la Diosa Madre: «Mezcla a un corazón la arcilla del Fundamento de la Tierra, justo por encima del Abzu». En un himno a las creaciones de Ea, que «el Apsu modeló como su morada», se dice:
El divino Ea en el Apsu
tomó un pellizco de arcilla,
creó a Kulla para restaurar los templos.
El himno prosigue haciendo una relación de los especialistas en la construcción, así como de los encargados de «los abundantes productos de la montaña y el mar» que fueron creados por Ea -todos, se infiere, a partir de trozos de «arcilla» pellizcadas en el Abzu- el País de las Minas, en el Mundo Inferior.

Los textos dejan suficientemente claro que, aunque Ea construyó una casa de ladrillo junto al agua en Eridú, en el Abzu construyó una casa adornada con plata y piedras preciosas. Fue allí donde su criatura, el Hombre, tuvo su origen:
El Señor del AB.ZU, el rey Enki...
construyó su casa de plata y lapislázuli;
de plata y lapislázuli, como luz centelleante,
el Padre forjó convenientemente en el AB.ZU.
Las Criaturas de semblante brillante,
surgiendo del AB.ZU,
puso en pie por todas partes el Señor Nudimmud.
Uno puede llegar a la conclusión, a partir de los distintos textos, de que la creación del Hombre provocó una escisión entre los dioses. Parece que, al menos al principio, los nuevos Trabajadores Primitivos se restringieron al País de las Minas. Como consecuencia de ello, a los anunnaki que estaban trabajando duramente en la misma Sumer se les negaron los beneficios de la nueva mano de obra. Un desconcertante texto al que estudiosos llaman «El Mito de la Piqueta» es, de hecho, la crónica de los acontecimientos por los cuales los anunnaki que estaban en Sumer bajo el mando de Enlil consiguieron su justa parte de Gente de Cabeza Negra.

Intentando restablecer «el orden normal», Enlil tomó una decisión extrema: la de cortar los contactos entre el «Cielo» (el Duodécimo Planeta o las naves espaciales) y la Tierra, y lanzó una acción drástica contra el lugar «donde la carne brotaba».
El Señor,
lo que es apropiado hizo que sucediera.
El Señor Enlil,
cuyas decisiones eran inalterables,
verdaderamente se apresuró a separar el Cielo de la Tierra
para que los Creados pudieran salir;
verdaderamente se apresuró a separar la Tierra del Cielo.
En el «Enlace Cielo-Tierra» hizo un corte,
para que los Creados pudieran subir
desde el Lugar-Donde-Carne-Brotaba.
Contra el «País de la Piqueta y la Cesta», Enlil forjó un arma maravillosa llamada AL.A.NI («hacha que genera poder»). Esta arma tenía un «diente» que, «como un buey de un solo cuerno», podía atacar y destruir grandes murallas. Según las descripciones, debió ser una especie de taladradora gigante, montada sobre una especie de buldózer, que aplastaba todo lo que se le ponía por delante:
La casa que se rebela contra el Señor,
la casa que no se somete al Señor,
el AL.A.NI la hace someterse al Señor.
Del mal..., las cabezas de sus plantas aplasta;
arranca hasta la raíz, rompe hasta la cúspide.
Armando su artefacto con un «rasgador de tierra», Enlil lanzó su ataque:
El Señor hizo sacar el AL.A.NI, le dio sus órdenes.
Puso el Rasgador de Tierra como corona en la cabeza,
y lo metió en el Lugar-Donde-Carne-Brotaba.
En el agujero estaba la cabeza de un hombre;
desde el suelo, la gente se abría paso hacia Enlil.
Él miró a sus Cabezas Negras con aspecto resuelto.
Agradecidos, los anunnaki hicieron sus solicitudes ante la llegada de los Trabajadores Primitivos y no perdieron tiempo en ponerlos a trabajar:
Los Anunnaki subieron hacia él,
levantaron las manos recibiéndolo,
aplacaron el corazón de Enlil con oraciones.
Cabezas Negras le pedían.
A las personas de Cabeza Negra,
les hicieron coger la piqueta.
Del mismo modo, el Libro del Génesis transmite la información de que «el Adán» fue creado en algún lugar al oeste de Mesopotamia para, después, ser llevado al este, a Mesopotamia, para trabajar en el jardín del Edén:
Y la Deidad Yahveh
plantó un huerto en Edén, en el este...
y tomó al Adán
y lo puso en el Jardín del Edén
para que lo trabajara y lo cuidara.

viernes, 27 de junio de 2008

Descubren qué es lo que se siente al morir



Es un fenómeno del que hemos escuchado a menudo pero nunca ha podido comprobarse: lo que experimenta un ser humano al estar al borde de la muerte.

BBC


Ahora una nueva investigación científica sobre las experiencias cercanas a la muerte de pacientes en terapia intensiva, intenta responder si éstas realmente ocurren.

Es una publicación académica escrita por una enfermera que tomó 10 años de investigación y está dirigida a estudiantes de medicina y bibliotecas universitarias.

El libro cuenta las experiencias de pacientes que sufrieron infartos y estuvieron al borde de la muerte.

Los individuos hablan de circunstancias en las que se vieron fuera de su cuerpo, o de un túnel que los conducía a una luz brillante donde se reunían con sus seres queridos.

En 1998 Penny Sartori, enfermera de terapia intensiva de los hospitales galeses de Singleton y Morriston, se dio cuenta de que había muy pocos datos de referencia disponibles para enfermeras y trabajadores de salud sobre este tipo de experiencias.

Fue por eso que en 1998, tras obtener aprobación ética, decidió investigar lo que ocurre cuando un paciente tiene una experiencia cercana a la muerte o ECM.

Sartori siguió los casos y entrevistó a unos 300 pacientes en las unidades de terapia intensiva y obtuvo 15 narraciones completas sobre este tipo de experiencias.


Recuerdos
El resultado es el libro "Experiencias Cercanas a la Muerte de Pacientes Hospitalizados en Terapia Intensiva. Un Estudio Clínico de Cinco Años".

"Llevé a cabo el estudio con una amplia variedad de pacientes en terapia intensiva, incluidos los que estaban muy enfermos pero no cerca de la muerte", dice Sartori.

Al final 15 pacientes pudieron narrar sus experiencias cercanas a la muerte y descubrí que habían experimentado situaciones comunes", agrega.

Sartori encontró que la gente que pasaba una ECM se veía "flotando sobre sí misma y que el techo se había disuelto".

"Los pacientes también fueron capaces de recordar con precisión lo que había ocurrido en la sala, a pesar de haber estado inconsciente y de haber tenido los ojos cerrados".

Los individuos, dice Sartori, contaron asimismo que se veían viajando por un túnel hacia una luz brillante.

Algunos dijeron haberse reunido con una figura que les decía que "su tiempo no había llegado todavía" y otros se habían reunido con parientes muertos y se habían comunicado con ellos por telepatía.

"Ciertos pacientes informaron que vieron toda su vida proyectada en un instante", afirma.

La autora explica que muchas de las experiencias cercanas a la muerte por lo general pueden explicarse por el efecto de las endorfinas (sustancias químicos que libera el organismo como respuesta a la ansiedad o el dolor), los niveles anormales de gases sanguíneos, o los bajos niveles de oxigeno.

Sartori, sin embargo, midió estos tres factores y los tomó en cuenta cuando llevó a cabo el análisis de los informes de los pacientes.

Al final de estas ECM algunos pacientes contaron que flotaron de regreso a su cuerpo, y otros sintieron como si despertaran súbitamente.

Conciencia
Según la investigadora a pesar de que sólo 15 pacientes lograron describir sus experiencias cercanas a la muerte, cree que éstas son mucho más comunes.

No creo que se trate simplemente de que existe vida después de la muerte. Más bien se trata de lo que es la conciencia y la forma como la definimos

Sin embargo, para algunos enfermos es más difícil recordar el evento después de un episodio tan grave y de haber estado inconsciente.

Penny Sartori intenta ahora continuar investigando sobre el fenómeno de ECM y lo que ocurre con estos pacientes.

La ciencia define a la conciencia como un subproducto del cerebro, pero como señala Sartori, quizás estamos rodeados por la conciencia y el cerebro, en lugar de controlarla, es sólo un mediador o una antena.

"Es un tema fascinante -afirma la investigadora- y es muy emocionante poder seguir investigándolo".

miércoles, 25 de junio de 2008

Los Celtas






Historia de los celtas

Se presume que los celtas existimos desde el año 2000 a.C. (fin de la Edad de Bronce) y alcanzamos el culmen de nuestra cultura en la Edad del Hierro.

En aquella época estabamos divididos en dos grupos, los primeros abarcaban Europa, desde el río Danubio, vivían de la agricultura y de la artesanía y eran el grupo más pacífico de los dos; el otro grupo, los celtas guerreros como los conocemos hoy, que venían de Los Balcanes y disponían de un buen ejército.

Eran estos celtas guerreros los que conocemos por haber saqueado Roma y Delfos, y por haber conquistado grandes partes de Europa.

Transmitimos nuestro idioma, costumbres y nuestra religión a los pueblos de la zona conquistada.

Nuestro territorio se extendía, en su época de mayor expansión, desde el bajo Danubio hasta las Islas Británicas, desde España hasta el mar del norte.

Los celtas guerreros eran conocidos por su caballerosidad, su orgullo en la lucha y su ánimo, pero también por su sentido por la música, la poesía y la filosofía.

Los celtas fuimos llamados Keltoi por los griegos, de los cuales y gracias a su tradición escrita, parten casi todas las historias referentes a nuestro pueblo.

Nuestra memoria, se remonta hasta tiempos muy antiguos, la tradición oral ha resistido el paso de los siglos, a pesar de que casi toda la cultura céltica fue extinguida por los romanos desde César y, más tarde, por los cristianos.

Los Celtas hemos captado siempre la fascinación de historiadores y arqueólogos, y sobre nosotros han corrido ríos de tinta.

Desarrollamos las denominadas culturas de Hallstatt y La Tène.

La primera se manifestó en el primer período de la Edad del Hierro.

Tomó el nombre de una localidad de la Alta Austria.

Se originó a partir de la Edad del Bronce, en donde el hierro sustituyo al otro material en la fabricación de elementos como espadas, puntas de lanzas, hachas, agujas, recipientes, cuchillos y puñales.

La Tène es la cultura celta de la segunda Edad del Hierro estructurada en tres o cuatro períodos.

Se desarrolló entre la Hallstatt y la conquista romana (450 a 50 a.C.).

Aquellos que compartimos esta civilización nos destacamos por la elaboración de elementos como grandes espadas, escudos alargados, grandes hebillas, fíbulas, construíamos nuestras fortificaciones en las cumbres y acuñamos nuestra propia moneda.

Una característica que facilitó nuestro dominio pero que, a la vez, permitió la continuidad de nuestra cultura, fue la ausencia de un verdadero estado celta a causa de la primacía de las estructuras tribales y familiares.

Esta división nos hacía militarmente débiles ante invasores bien organizados, como por ejemplo los romanos (a los que sin embargo les llevó años conquistarnos ), paradójicamente sucedía lo contrario con las costumbres y los valores, protegidos de influencias externas por los fuertes vínculos parentales, en donde el clan estaba por encima de toda organización estatal, y unificaba y cobijaba a sus miembros.

"Llevamos la fuerza del jabalí y la sabiduría del unicornio"

Los druidas, el estrato de mayor influencia y poder entre los celtas, sabían leer y escribir griego y latín (como los antiguos sacerdotes egipcios), sin embargo optaron dejar por vía oral, en hermosos versos, la crónica de la existencia de nuestro pueblo.

Este fue uno de los principales motivos por el cual no se ha considerado la magnitud, en buena parte de los libros de historia, del importante legado celta que fundamenta notablemente la sociedad occidental, ya que los mismos celtas antiguos no creían (o no formó parte de su tradición) en los documentos escritos.

La lengua celta es una lengua indogermánica. Por tanto, todas las lenguas indogermánicas, como el alemán o también el español, son parientes de la lengua celta.

La palabra celta significa, originalmente, "héroe".


Los celtas poblaron Galicia en el año 700 a.C. aproximadamente.
Esto significa que la poblamos bastante tarde, en el apogeo de su cultura.

Los celtas gallegos fuimos conquistados por los romanos en el 60 a.C.

La gente vivíamos sobre todo de la agricultura.

Se han encontrado fortificaciones de los celtas, lo que muestra que éramos un pueblo bastante desarrollado.

Estas fortificaciones en Galicia se llaman "castros".


La raza que vivíamos en Galicia les llamaban "Brigante".


En Austria, al lago de Constancia, hay hoy una ciudad que se llama Bregenz: parece claro que ambos nombres tienen una base común.

Se puede decir que en Galicia, antes de los celtas, si hubo hombres, no dejaron huellas que nos permitan hoy conocer su existencia y fueron expulsados para siempre por los celtas invasores.

Por lo tanto, los celtas son la base de la Galicia actual.

En este sentido, se dice que el timbre oscuro y el sonido semi-nasal en el portugués y gallego tienen su origen en la lengua celta.
Plinio, escritor romano, dijo de los gallegos que fuimos numerosos pobladores, valerosos, inteligentes y aptos para el progreso, cultivando nuestros conocimientos de los grandes pueblos, siquiera sea en sus comienzos y en su vida primitiva.

Aún así, no se sabe mucho sobre la vida diaria, la religión o la organización política de los celtas, pero en las costumbres que hoy todavía existen y en las leyendas antiguas tenemos como un eco para poder reconstruir la vida pública y privada.

Por ejemplo, la mujer tiene una posición mejor que en la cultura romana pero, como en todos los pueblos guerreros, es ella la que hace el trabajo en casa, y realiza las tareas propias de la artesanía y la agricultura.

Pero no es considerada inferior al hombre, puede por ejemplo elegir a sus amantes y la virginidad no juega un papel tan importante como en la cultura cristiana.

Cada año, en primavera se celebraba una fiesta donde los jóvenes se encontraban para unirse.

La mujer que era madre, era mirada como una diosa protectora.

La libertad individual era un rasgo predominante, lo que quiere decir que casi no existía la esclavitud.

El jefe de una tribu tenía que mostrarse digno de guiar a su pueblo y no había una dinastía fija.

Nuestros enemigos nos llamaban a los celtas los "hijos de los vientos".

Se dice que Rudra, el viento de la tempestad, era nuestro padre, porque se arriesgaba en la lucha casi volando en sus caballos salvajes.

Se dice que preferíamos la muerte a la derrota.

En Galicia había mucho comercio.

Los fenicios, los cartagineses y los romanos nos llevaban el oro a los celtas.

No se sabe el cambio, porque los celtas podíamos muy bien construir nuestras propias armas y teníamos buen gusto para las bellas artes.
Probablemente, los celtas gallegos llegamos de los Pirineos, huyendo de otro pueblo celta.

Encontramos en Galicia nuestra Galia pequeña, como dice el nombre: el nombre de Galicia es romano, pero los romanos han traducido el nombre que los celtas habíamos dado a nuestro país. En la música popular de la Galicia de hoy tenemos melodías antiguas. La prueba la encontramos en la música popular de Bretaña (Francia), donde hay melodías similares o casi iguales a las gallegas, a pesar de que se hayan desarrollado independientemente en Galicia y en la Bretaña hasta hoy.



El pueblo.

Los celtas somos entusiastas degustadores de los placeres de la buena mesa.

El vino era la bebida de las clases más altas pero el pueblo tomaba corma, que era cerveza de trigo mezclada con miel, muy utilizada en los banquetes, los cuales eran muy frecuentes en tiempos de paz.

En estos festines los bardos tocaban sus liras y cantaban canciones sobre trágicos amores y héroes muertos en combate.

Para comer utilizamos los dedos y ocasionalmente nos acompañamos de un puñal para los trozos de carne difíciles de cortar.

Nuestra comida típica incluía cerdo cocido, buey, vaca y jabalí, todo ello acompañado con miel, queso, mantequilla y, por supuesto, corma (cerveza) y un buen vino.También somos muy aficionados a un juego de mesa llamado fidchell, parecido al ajedrez, aunque se jugaba con estacas.Admiramos la artesanía experta y las hazañas intelectuales (sobre todo cuando se exhibía una prodigiosa memoria).

Tenemos el ideal de una sociedad heroica, pero vivimos como prósperos ganaderos y agricultores, ocupados a menudo en el robo de ganado.


De los pueblos celtas

El nombre "Celta" proviene del vocablo griego "Keltoi", cuyo significado es "bárbaro" o extranjero, y se refería a los pueblos extranjeros que los griegos conocían al norte de Macedonia.

La misma definición englobó pues en un principio a multitud de pueblos que debieron tener un origen más o menos común.

De hecho, Herodoto, Eforo y Eratóstenes hicieron ya primeros estudios sobre los Celtas, y aunque se extendían a lo largo de media Europa, encontraron fuertes semblanzas que después los sabios romanos se encargaron de demostrar.

Podemos decir que hace más o menos MM años ocupabamos todo el centro de Europa, y que unos CL años más tarde nos introdujimos en la Galia, Britania e Iberia.
Los celtas en todas sus variantes fuimos un pueblo predominantemente guerrero, y que frecuentemente se nos dota de una faceta cruel, sanguinaria y devastadora.

Lo cierto es que debimos formar una sociedad muy rígida y jerárquica, donde los máximos cargos los ostentaban los señores de la guerra, los druidas y acaso los consejos de ancianos.

En los escasos escritos recogidos en las profundidades de Celidón se hace de vez en cuando referencia al Hospitum, clientela y gentilidades; las dos primeras debieron ser, según expresa Diodoro, instituciones que regulaban la relación entre individuos, mientras que las gentilidades parecen responder más al concepto de tribu o autonomía económica; casi siempre lo que ligaba a una gentilidad era el propio linaje, y esto mismo se usaba para nombrar a las personas.

El punto álgido de nuestra "civilización" lo alcanzamos hace unos MD años, cuando incluso se cree que llegamos a la península romana.

Pero CD años más tarde sucumbimos ante el poder de Roma en gran parte de Europa, aunque resistimos , pero ya como entidades aisladas, en Britania, Germania, Bélgica, etc.
De nuestros cultos religiosos poco se sabe.Lo que sí se conocía era que nuestros sacerdotes se les conocía bajo el nombre de Druidas, y que solían hacer sus ceremonias no en templos, sino bajo la protección de los bosques.

Los escritos hallados nos permiten calificarnos como hombres muy sabios, que sabían leer y escribir, que conocían tanto el celta (en sus variantes) como el Griego, que eran muy respetados entre nuestro pueblo (no como nosotros), y cuya función principal era relacionar el alma de cada uno con lo inmortal.

Iban siempre provistos de una hoz de oro y de muérdago recién cogido. Y es de destacar que en sus prácticas religiosas ofrecían sacrificios; los humanos eran los más valorados.

Conocíamos los celtas muchas deidades y símbolos para venerarlos, pero entre ellos, según Diodoro, destacaba Lugh, Dios de la tierra, artes y oficios, al cual se le dedicaba un festival en Lugnasa (I mes después del solsticio veraniego) conocido como Mercurio entre los romanos y Marte, el Dios Ares romano, señor de la guerra, y al cual se le ofrecían sacrificios humanos.

martes, 24 de junio de 2008

La paradoja de la existencia del mal si hay Dios sigue sin resolverse



Libre albedrío, razones incomprensibles o karma, algunos de los intentos de adaptación


El problema del mal en el mundo considerando que hay un Dios supuestamente omnipotente y benevolente resulta difícil de afrontar. La paradoja es antiquísima pero, en la actualidad, ha sido revisada en algunos medios especializados. Los creyentes buscan ahora sus respuestas en la ciencia, en las inabarcables razones del Creador o en el karma, por ejemplo. Sin embargo, siguen sin encontrar una solución que convenza a los no creyentes y los sustraiga a su pesimismo laico: para ellos, las evidencias del inmenso dolor del ser humano, e incluso de los animales de la Tierra, no dejan lugar a dudas

El problema del mal o Paradoja de Epicuro consiste, para la filosofía de la religión, en la contradicción que surge al combinar la existencia del mal y del sufrimiento en el mundo con la existencia de un Dios omnisciente, omnipresente, omnipotente y omnibenevolente.

Es decir, que el problema del mal emana de la suposición de que un Dios omnisciente y todopoderoso debería ser capaz de arreglar el mundo según sus intenciones. Como el mal y el sufrimiento existen, puede parecer que Dios quiere o permite que existan, por lo que no sería perfectamente bueno, o no sería omnisciente porque no se percata de todo el sufrimiento del mundo, o no es todopoderoso ya que no puede arreglar el mundo para eliminar de raíz el mal.

En los últimos meses diversos artículos en distintos medios se ocuparon de los enfoques de este problema. Por un lado, como ya publicamos en Tendencias21, en la revista The Global Spiral apareció un artículo firmado por el teólogo Arthur Gianelli en el que éste proponía generar una nueva teodicea (una explicación de Dios) que estuviese basada en los postulados de la ciencia contemporánea, y que, desde ellos, permitiera comprender la existencia del mal en el mundo.

Por ejemplo, señala Gianelli, dado que la ciencia nos dice que el universo está compuesto por infinitas posibilidades en el espectro entre el mal absoluto y el bien absoluto, Dios podría haber creado criaturas libres, significativas, cuya libertad no podría tocar. Por tanto, estas criaturas podrían vivir cualquiera de esas posibilidades.

Karma y culpa universal

El Pew Forum, por su parte, publicaba recientemente un artículo en el que se comparaba la consideración del mal de cristianos y budistas, llegando a una extraña conclusión: que la culpa parece universal.

En dicho artículo, Daniel Burke explicaba que si un desastre natural golpea a los Estados Unidos, enseguida aparece la siguiente pregunta: ¿por qué Dios ha permitido que esto ocurra?

Por el contrario, en Birmania, país principalmente budista y que ha sufrido recientemente los efectos de un devastador ciclón que se cree ha costado la vida a más de 100.000 personas, la gente señala al karma como causa segura de tan enorme mal.

Pero, ¿qué es el karma? Para doctrinas como el budismo, el hinduismo o el jainismo, el karma sería una energía metafísica (invisible e inmensurable) que se deriva de los actos de las personas. En concreto, la población de Birmania (país en el que más del 80% de la gente es budista), cree que el ciclón Nargis fue consecuencia de las medidas tomadas por los militares del país contra los monjes budistas el pasado otoño, señaló la profesora de antropología Ingrid Jordt, de la Universidad de Wisconsin-Milwaukee, que anteriormente fue monja budista en Birmania.

Teólogos y científicos

Segú Jordt, la palabra karma a menudo no se entiende bien, confundiéndose en occidente con el concepto de “destino”. Pero, en realidad, en sánscrito este término significa “acción”, y hace referencia a aquellos actos que generan un destino, y no al destino en sí mismo.

Un eco distante de esta idea de acción que genera desgracias, señala Burke, podría encontrarse en las peroratas de aquellos líderes cristianos estadounidenses que han relacionado los atentados del 11-S contra las Torres Gemelas de Nueva York, así como el Huracán Katrina, con la inmoralidad sexual imperante en Nueva York y en Nueva Orleáns respectivamente.

En otra línea, un artículo que se ha ocupado recientemente del problema del mal es el escrito por Peter Singer, profesor de bioética de la Universidad de Princeton, para The Guardian.

Singer comenta en él las discusiones que, hace unos meses, el científico mantuvo con el teólogo Dinesh D'Souza en la Universidad cristiano-evangélica de Biola, en California.

Para Singer, el teólogo no fue capaz de dar una respuesta convincente y definitiva a la pregunta de por qué en el mundo hay tal cantidad de dolor y sufrimiento, habiendo, según los cristianos, un Dios todopoderoso y omnisciente.

Argumentos cristianos

Los cristianos, según Singer, responden a esta contradicción con la explicación del libre albedrío: Dios nos concede este regalo y, por tanto, Él no es responsable del mal que ocasionamos. Pero esta respuesta falla cuando se habla, por ejemplo, del sufrimiento que generan los desastres naturales.

Por otro lado, explica Singer, los cristianos intentan justificar el dolor humano afirmando que todos los humanos son pecadores y, por tanto, pueden tener un destino horrible. Pero, señala el científico, ¿qué pasa en el caso de los niños que aún no han cometido pecado alguno?

Entonces, los cristianos acuden al pecado original que han heredado todos los habitantes del planeta, el pecado de Adán y Eva, y Singer se pregunta ¿por qué han de sufrir por dicho pecado también los animales, como ocurre en realidad?

En la discusión con D'Souza, éste señaló, en primer lugar, que dado que los humanos viviremos felices eternamente en el cielo, el sufrimiento del mundo es menos importante de lo que sería si nuestra vida en este planeta fuera la única que tendremos.

A esto, Singer contestó que, aún desde la perspectiva de la eternidad, el mundo podría ser mejor sin dolor o, al menos, sin tanto dolor. Cierto es, escribe el autor, que quizá necesitemos algo de sufrimiento para apreciar la felicidad, pero no tanto como el que tenemos en la Tierra.

Fe ciega y pesimismo laico

El segundo argumento de D'Souza fue el siguiente: dado que Dios nos ha dado la vida, no nos encontramos en situación de quejarnos si ésta no es perfecta. Si la vida es en sí un regalo, afirmó, no podemos problematizarnos si no es exactamente como quisiéramos.

Como respuesta, Singer señaló que, entonces, a aquellas madres que, mientras están gestando a sus hijos, les da por consumir drogas o alcohol sin tener en cuenta los daños que pueden ocasionarle a los fetos, no se les debe juzgar.

Por último, escribe Singer, D'Souza, “como hacen muchos cristianos cuando son presionados”, acabó cayendo en la argumentación de que no deberíamos esperar comprender las razones de Dios por crear el mundo tal y como es. Para Singer, la evidencia ante nuestros ojos hace pensar que es más plausible creer que nadie ha creado este mundo.

De cualquier forma, los pensadores llevan milenios intentando superar la paradoja del mal si existe Dios. Ya el filósofo griego Epicuro escribió en el siglo III a.C.: “O bien Dios quiere quitar los males y es incapaz de hacerlo, o puede hacerlo pero no quiere; quizás ni quiere ni puede, o tal vez quiere y puede. Si quiere pero no puede, es débil, lo cual no concuerda con su carácter; si puede pero no quiere, es envidioso, algo que también está en desacuerdo con él; si no quiere ni puede, es tanto débil como envidioso, y por lo tanto no es Dios, pero si quiere y puede, que es lo único que resulta apropiado para Él, ¿de dónde vienen entonces los males?, o ¿por qué no los quita?"

http://es.wikipedia.org/wiki/Epicuro
http://www.biola.edu/
http://commentisfree.guardian.co.uk/peter_singer/2008/05/good_god.html
http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/international/newsid_7389000/7389484.stm
http://es.wikipedia.org/wiki/Karma
http://pewforum.org/news/rss.php?NewsID=15576
http://pewforum.org/

lunes, 23 de junio de 2008

Tantas estrellas, tantas Tierras.







La pregunta de si estamos solos o no en el universo esta íntimamente ligada con la profunda necesidad que tiene el ser humano de dar un sentido a su propia existencia. Hoy, recientemente comenzado el siglo XXI, seguimos sin una respuesta a esta antigua pregunta. Lo cierto es que el avance que hemos experimentado en nuestro conocimiento astronómico nos hacer ser optimista en que encontraremos una prueba de vida fuera de la Tierra. Pero por el momento dicha prueba sigue sin hacer acto de presencia.
Hacia 1584 el filosofo Giordano Bruno publico varias de sus obras entre ellas “Del infinito Universo y los mundos”, donde exponía sus ideas acerca de las estrellas. Según Giordano las estrellas no eran más que otros soles que estaban tremendamente alejados de nosotros y en torno a los cuales giraban otros planetas como la Tierra. Sus ideas le iban a traer no pocos problemas, éstas junto con otras acusaciones de herejía que había contra él, le llevaron el 17 de Febrero de 1600 a la hoguera. Según parece, cuando el tribunal de la inquisición dicto la sentencia contra Giordano éste miró lentamente a la cara a todos los allí presentes y pronuncio valientemente la siguiente frase:

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Como disfrutaría Giordano si viviera ahora y supiera que la investigación científica ha probado que sus ideas son prácticamente correctas. Cierto es que las estrellas no son más que soles tremendamente lejanos. Además en los últimos años se han encontrado planetas que giran alrededor de algunas estrellas, aunque hay que dejar claro que los planetas que se han encontrado no se parecen a la Tierra. Son gigantes gaseosos como lo es nuestro vecino Júpiter. Esto no implica que no existan planetas similares a la Tierra, a lo que en tamaño y composición se refiere, pero, ¿entonces por que no se han encontrado? La respuesta reside en lo limitado de nuestra tecnología. El método que se usa principalmente en la búsqueda de planetas extrasolares se basa en la interacción gravitatoria que ejercen los planetas con la estrella. Como es sabido, la gravedad hace que dos cuerpos tiendan a acercarse en ausencia de cualquier otra fuerza. De este modo, cualquier estrella que tenga planetas a su alrededor, debería tener un pequeño movimiento de bamboleo que será mayor cuanto mayor sea la masa de los planetas que la orbitan. Pero los planetas del tamaño de la Tierra tienen poca masa lo que hace que sean indetectables por este método. No obstante, esta situación cambiara debido a los telescopios de nueva generación que se están preparando, los cuales permitirán aislar la luz del planeta de la de la estrella y nos permitirán así ver directamente el planeta. Una de las mayores ventajas de este método será que podremos analizar el espectro de su luz y saber así la composición de su atmósfera, lo cual, nos puede poner sobre la pista de si dichos planetas están habitados.
Ahora bien el hecho de que existan planetas ya sean muchos o pocos no debe llevarnos inexorablemente a la conclusión de que algunos deben estar habitados. Por desgracia no conocemos cómo se originó la vida. Esto es esencial para poder saber si dicho fenómeno es una consecuencia inevitable una vez que se dan determinadas circunstancias, o por el contrario es algo que ocurrió por azar y su probabilidad es tan baja que difícilmente vaya a volver a suceder en algún otro lugar.
En lo que al origen de la vida se refiere se han realizado varios experimentos bioquímicos. El más famoso de ellos es el que llevaron a cabo Harold Urey y Stanley Miller a comienzos de los años cincuenta. El experimento consistía en reproducir la atmósfera primigenia de la Tierra, que según ellos estaba formada por metano, hidrógeno, amoniaco y agua. A continuación la sometieron a los efectos de la radiación ultravioleta y a descargas eléctricas. Pasados unos días apareció una sustancia negra y espesa, en la cual había aminoácidos que son los constituyentes básicos de la vida. Pero todavía nadie ha conseguido dar el siguiente paso, es decir, pasar de los constituyentes básicos a los primeros organismos vivos. Por desgracia esto es algo que aún se nos sigue escapando.
Tal vez lo más sorprendente de la vida es su resistencia a condiciones extremas. Por ejemplo, se han encontrado restos de actividad biológica en rocas datadas en aproximadamente 3850 millones de años. Por aquella época la Tierra estaba sometida a un continuo bombardeo de meteoritos, se hace difícil creer que los organismos que existían en aquella época resistieran semejantes condiciones por lo que surgen varias posibles conclusiones. Una es que la vida se origino en más de una ocasión. La otra es que la vida es más resistente de lo que nos podíamos imaginar.
De la primera conclusión no tenemos pruebas, pero de la segunda las tenemos y no son escasas precisamente. Los organismos que viven en ambientes extremos se les a dado el nombre de extremófilos. Uno de los que más llama la atención es el caso de las bacterias termófilas, las cuales viven en surtidores termales a temperaturas superiores a los 100 grados centígrados. El microorganismo más resistente es Pyrolobus fumarii, el cual soporta temperaturas de 113 ºC. Una de las preguntas aún no respondidas por la ciencia es: ¿cómo es posible que las proteínas de los termófilos no pierdan sus propiedades a semejantes temperaturas?
En el extremo opuesto tenemos los organismos que habitan en los valles secos de la Antártida. Normalmente se encuentran en el interior de rocas, estando así protegidos del ambiente inhóspito que les rodea. No obstante durante el invierno se ven sometidos a temperaturas inferiores a 50 grados bajo cero.
Por si esto no fuera suficiente, aún se han encontrado organismos en lugares más extraños. Por ejemplo, en 1977 una expedición oceanográfica descubrió una fumarola volcánica en una cordillera dorsal en el fondo del Pacífico. Alrededor de dicha fumarola había unas criaturas, la mayoría eran desconocidas en ese momento. Lo sorprendente viene cuando uno se preguntan cómo sobreviven dichas criaturas. En la superficie terrestre los vegetales utilizan la luz del Sol para alimentarse y el resto de organismos se nutren de los vegetales ya sea directa o indirectamente. Pero en las profundidades del reino abisal no llega nada de luz. Estas sorprendentes colonias se basan en un tipo de bacteria que es capaz de extraer energía mediante la oxidación del azufre, el resto de organismos de la colonia se sirve de dichas bacterias. Podríamos decir que son los “vegetales” del reino abisal.
Las sorpresas no acaban aquí. Es posible que algunos organismos puedan sobrevivir a las condiciones del vacío espacial. Un caso es el de unas semillas de tomate que fueron embarcadas en un satélite durante un periodo superior a dos años, a su regreso el 99% de las semillas germinaron con éxito. El caso más llamativo es el de la bacteria que se encontraron en el Surveyor 3. Esta nave no tripulada llego a la Luna el 20 de abril de 1967. Casi tres años después el 12 de noviembre de 1969 el Apolo XII alunizo y los astronautas Charles P. Conrad y Alan Bean fueron al Surveyor 3 para desmontar parte del equipo. Una vez ya en la Tierra, el equipo que desmontaron se llevo a los laboratorios US Communicable Disease Center en Atlanta. Allí fue sometido a un análisis biológico y la sorpresa fue rotunda cuando se encontró una bacteria común terrestre, en concreto Streptococcus mitis. Dicha bacteria había sobrevivido durante casi tres años en condiciones de vacío sin nutrientes y sometida a las diversas radiaciones que hay en el espacio exterior. Durante una entrevista realizada al comandante del Apolo XII, este dijo:

<>


No obstante, no todo el mundo está convencido de que la bacteria haya realizado semejante viaje. Algunos alegan que la cuarentena a la que se sometió el equipo a su regreso pudo ser rota debido a unas herramientas sin descontaminar.
No sabemos cómo se origino la vida, pero sí parece estar claro que ésta es capaz de adaptarse a las condiciones más inimaginables.

¿HAY ALGUIEN AHÍ?

Actualmente las esperanzas de encontrar alguna forma de vida aunque sea fosilizada están puestas en nuestro vecino Marte. Y en el futuro inmediato es probable que se intente buscar en el océano que se supone existe bajo la superficie congelada de un satélite de Júpiter, llamado Europa. Pero también se han hecho esfuerzos por enviar mensajes a otras posibles civilizaciones. Los primeros intentos en esta dirección se dieron con las sondas Pioneer X y XI. Que son los primeros objetos fabricados por la humanidad que han salido del Sistema Solar. A bordo de dichas sondas van colocadas unas placas con información sobre el Sistema Solar, por si se diera la casualidad de que fueran interceptadas por alguna civilización extraterrestre.
En dichas placas se pueden observar los dibujos de un hombre y una mujer encima de la silueta de la sonda espacial. A su izquierda se puede observar la posición del Sistema solar respecto de los pulsares más luminosos. Debajo hay una representación esquemática del Sistema Solar en la que se señala el planeta del que proviene la sonda.

En otras dos sondas las Voyager I y II se incluyeron sendos discos de oro. En una de sus caras van indicadas las instrucciones

Placas de las sondas Pioneer.


Para poder reproducir el disco. En éste, van grabados mensajes en todos los idiomas que se hablaban en ese momento en nuestro planeta. También grabaron diversos sonidos. Desde el producido por la erupción de un volcán hasta el sonido de un beso de una pareja de enamorados. Incluyeron además una colección de 116 imagines de la Tierra. Estos mensajes recuerdan a los que se introducían en las botellas antiguamente y se lanzaban al mar. Tal vez dicen mucho de nuestro afán de superación, pero su probabilidad de éxito es escasa.
¿Es que no existe un método más eficaz de enviar mensajes?¿Y de recibirlos? Por sorprendente que pueda parecer, resulta que dicho método sí existe. El método en cuestión consiste en usar las ondas de radio. Los primeros en proponer que la tecnología de las comunicaciones estaba lo suficientemente desarrollada como para permitir contactos interesterales fueron Giuseppe Cocconi y Philip Morrison. En 1959 publicaron dicho trabajo. En el cual elegían como frecuencias para la comunicación interestelar las situadas entre 1400MHz (mega hertzios) y 1700 MHz. La elección de estas frecuencias es debido a que es donde menos ruido radioeléctrico hay. Por lo tanto la comunicación es más viable. Ese ruido es debido a varios factores, la radiación de fondo, las radio galaxias y como no, a las propias estrellas ya que estas además de emitir luz, también emiten otras ondas electromagnéticas, entre ellas ondas de radio. Quiero recordar que las ondas de radio, el infrarrojo, la luz visible, el ultravioleta, los rayos X, y los rayos gamma son todos la misma cosa, son solo ondas electromagnéticas. Lo único que diferencia unas de otras es lo rápido que oscilan, es decir su frecuencia. Dentro de la luz visible lo que hace que veamos distintos colores es que cambia la frecuencia de las ondas, es decir que las ondas de radio, infrarrojo etc. son colores que no vemos.

En 1975 la humanidad envió su primer mensaje a las estrellas. La emisión se realizo desde el radio telescopio de Arecibo que es el más grande del que disponemos. El mensaje se envió a M13 que es un cúmulo globular que se encuentra situado a unos 26000 años luz en la dirección de la constelación de Hércules. De modo que si existe alguna civilización que pudiera captar el mensaje la respuesta nos podría llegar como muy pronto en unos 52000 años. En el mensaje se envió diversa información codificada en binario. Por ejemplo el numero de nucleótidos del ADN, la estructura química de los componentes del ADN, los números del 1 al 10, el tamaño del ser humano así como una representación del mismo, la población de la Tierra, incluso se envió el diámetro del radiotelescopio de Arecibo.

Mensaje enviado desde Arecibo


No obstante los mayores esfuerzos se han dirigido a la escucha, es decir apuntar nuestros radiotelescopios al cielo y ver si captamos alguna señal de origen extraterrestre. Aunque hay diversos proyectos científicos que se dedican a dicha escucha se los suele conocer a todos ellos bajo las siglas de SETI, que son las siglas de <> es decir búsqueda de inteligencia extraterrestre. De entre todos estos proyectos cabe destacar por su original iniciativa el denominado SETI@home dirigido por la Universidad de Berkeley. Lo curioso de este proyecto es que puede colaborar todo el que quiera. El funcionamiento básico es como sigue :

Todas las señales que llegan al radiotelescopio se graban. A continuación todos esos datos se dividen en pequeños paquetes de información no superiores a unos 351Kbytes. Estos paquetes de datos son enviados vía Internet a la los internautas que quieran colaborar en el proyecto. Los internautas lo único que tienen que hacer es descargarse de la web oficial del proyecto un pequeño programa que se instalan en su ordenador. Dicho programa analiza los datos que le lleguen desde Arecibo, una vez acabado dicho análisis envía los resultados obtenidos.

La ventaja de este proyecto es que se puede analizar mucha más información en menos tiempo. Actualmente hay 4.718.719 internautas colaborando en el proyecto SETI@home. La respuesta ha sido tan contundente que se están desarrollando programas basados en esta técnica para luchar contra el cáncer. De momento ni éste ni otros proyectos han captado una señal de origen extraterrestre. Pero nadie dijo que fuera fácil. Muchos opinan que es como buscar una aguja en un pajar y razón no les falta. Pero, ¿quién tiene más probabilidades de encontrar la aguja? ¿El que se queda fuera o el que entra en el pajar a buscar?


OVNIS, HUMANOIDES Y LA PREGUNTA DE FERMI

OVNI son las siglas de objeto volador no identificado. Sin embargo normalmente cuando alguien utilizan esta termino lo que quiere decir es nave espacial extraterrestre, esto es un error ya que mientras los OVNI si existen, lo de las naves extraterrestres que visitan la Tierra como si fuera una especie de paraíso galáctico está por demostrar.
Normalmente los defensores de que los OVNI son naves extraterrestres suelen usar el argumento de la conspiración, es decir, los extraterrestres han llegado a nuestro planeta y han pactado con los gobiernos del mundo para ocultar su presencia. Lo curioso es que esta gente no sólo conoce dicho secreto, sino que da todo lujo de detalles. La pregunta es obvia ¿cómo conocen ellos dicho secreto? Aunque si pensamos un poco más, surgen todavía más contradicciones. Los extraterrestres viajan miles de años luz para llegar a la Tierra y una vez aquí pactan con los gobiernos para ocultar su presencia. Pero luego, por la noche, salen a pasearse en sus flamantes naves con todas las luces encendidas, pues vaya forma de ocultar su presencia.
Otro argumento que esgrimen los defensores de las visitas extraterrestres es, por así decirlo, el de la ignorancia. Que más o menos es como sigue: Ven algo en el cielo, se preguntan qué es y como no son capaces de explicar qué es lo que están viendo, concluyen que debe de ser una nave extraterrestre. Aquí recomiendo un poco de humildad. Si hay algo que no sabemos explicar debemos admitir que no sabemos lo que es. Pero que no sepamos explicar algo no implica que tenga que ser de origen extraterrestre. De todos modos la mayoría de los avistamientos han sido explicados sin necesidad de recurrir a la hipótesis extraterrestre. Y es a ese reducto de casos sin explicar a lo que se agarran como un clavo ardiendo, pero como ya he dicho esto es un salto cualitativo totalmente injustificado. Pondré una analogía. Imaginen que tenemos una bolsa que contiene 200 bolas, entonces usted empieza a extraer bolas de la bolsa y observa que todas son de color rojo. Continúa hasta que ha extraído 180 bolas de la bolsa. Por lo que en el interior quedan 20 bolas, bien, ahora supongamos que usted esta obligado a apostar sobre el color de las bolas que quedan en el interior de la bolsa, antes de apostar miramos a las 180 bolas que hemos extraído y vemos que son todas rojas. Yo no sé usted, pero me parece que lo más sensato será apostar a que las bolas que quedan en la bolsa son rojas. Llegados a este punto cambiemos “bolas en la bolsa” por “avistamientos de OVNI”, y bolas rojas por “casos explicados” y observaremos que nuestra apuesta final es que los casos que quedan son explicables.

Hay gente que afirma que ha estado en contacto con seres de otros mundos. Cuando describen a dichos seres nos percatamos de que son muy parecidos a los seres humanos, excesivamente parecidos. Esto debería ponernos en guardia para no creer que lo que nos están contando se corresponda con lo que realmente ocurrió. Puede que no supieran interpretar lo que vieron, o tal vez tuvieron una alucinación, o simplemente nos estén gastando una broma, o puede que nos estén mintiendo.

La vida en la Tierra ha evolucionado a lo largo de miles de millones de años para dar lugar a las diversas formas de vida que habitan el planeta. El proceso evolutivo contado de forma resumida es como sigue (que me perdonen los biólogos por reducir la evolución a un mero párrafo):

Un organismo sufre una mutación, la cual se produce al azar, si dicha mutación es buena para el organismo, es decir, si permite que el organismo se adapte mejor a su entorno este podrá dejar más descendencia que el resto de su especie, y por lo tanto sus genes se propagarán más que los del resto. Pero si la mutación es perjudicial (lo cual es lo más probable) para el organismo, éste perecerá antes de dejar descendencia o dejará muy poca y de este modo sus genes irán desapareciendo de la población.

Como podemos observar, nuestra morfología se debe a mutaciones al azar y a la selección impuesta por el medio ambiente que nos rodea. Si aquí en la Tierra cambios climáticos de unas zonas a otras han creado seres tan distintos como las ballenas y las águilas, o como un pino y una hormiga, ¿cómo podemos esperar que seres de otros mundos se parezcan a nosotros? De existir dichos seres serán completamente distintos a nosotros.

Aunque nos pese no tenemos ninguna prueba fehaciente de que seres extraterrestres nos hayan visitado. Así pues podemos plantearnos la pregunta que hizo el físico Enrico Fermi: ¿por qué no han venido? La respuesta más inmediata que se nos puede ocurrir es obvia, no han venido porque no existen dichos seres, pero hay otras posibles respuestas. Tal vez exista algún impedimento que hace irrealizable los viajes entre las estrellas, o tal vez otras civilizaciones no tengan curiosidad por ir a otros mundos, o tal vez nosotros seamos la primera civilización tecnológica. Y aunque existieran otras civilizaciones ¿por qué van a venir aquí? En fin, en la galaxia de la Vía Láctea, es decir nuestra galaxia, existen aproximadamente 100 mil millones de estrellas. Me parece un tanto egocéntrico y chauvinista el pensar que de entre todas esas estrellas van a venir precisamente a la nuestra. Si nosotros pudiéramos viajar a las estrellas ¿a cual iríamos? Obviando las distancias, todas parecerían igual de buenas como destinos.

Normalmente a los que dudamos que las visitas extraterrestres se han producido se nos suele acusar de no tener la mente abierta. Hay que estar abierto a esas posibilidades, pero hay que aceptarlas a medida que obtenemos evidencias a su favor. ¿Dónde están dichas evidencias? Lo que se nos pide no es esto, sino que lo creamos por el mero hecho de que hay gente que lo cree. Esto no es tener la mente abierta, yo diría, que más bien, es dejar que se nos caiga el cerebro.