jueves, 26 de mayo de 2011

LOS ORIGENES DEL CRISTIANISMO


El cristianismo era un asunto judio, para una minoria selecta y escogida y no pretendian crear una nueva religión.
No tiene una legislacion civil añadida, como si tiene el Islam u otras religiones de verdadera vocación social, lo que sugiere su ambito cerrado, como un Club Selecto o Masoneria.
Pablo creo la versión actual mas exitosa, popularizándolo entre los gentiles. Su semejanza, una vez popularizado, con el culto a Mitra, el Mazdeismo, es evidente.
Su divulgación oculto su componente Iniciatica elitista y produjo las herejías.

San Pablo, el apóstol de los Gentiles, aportó una contribución tan determinante para la expansión de la joven religión que cabría preguntarse si, sin él, habría sobrevivido; para ello, comentó y desarrolló el patrimonio judío de esta nueva religión con la ayuda de elementos y nociones griegas que recuerdan la filosofía de los Gentiles y sus religiones de Misterios. En efecto, se dedicó al mundo greco-oriental que, sin esta "preparación" , hubiera tenido gran dificultad para asimilar la enseñanza de Jesús, que se dirigía a la mentalidad judía (1). Esta adaptación debió estar en la raíz de las incomprensiones y el odio que surgieron desde los comienzos, entre judíos y cristianos. Por otra parte, cabría preguntarse si las sorprendentes semejanzas entre el cristianismo paulino y las religiones de Misterios o iniciaciones antiguas no fueron las que provocaron las execraciones mutuas que conocemos. Si bien los cristianos sufrieron esas feroces persecuciones durante los tres primeros siglos, ciertamente devolvieron el cambio (centuplicado) a los paganos, por la vía de la erradicación. ..

los orígenes del Cristianismo permanecen muy misteriosos y aún hoy en día nos vemos obligados a esbozar hipótesis para intentar amueblar los sombríos lienzos de pared que subsisten en su historia primitiva.
El Cristianismo tenía, tanto en sus ritos como en su doctrina, un carácter fundamentalmente esotérico (solo para iniciados aceptables, no para cualquiera) y por consiguiente, iniciático. Encontramos confirmación de ello en que la tradición islámica considera al Cristianismo primitivo propiamente como una tariqah, es decir, una vía iniciática y no como una shariyah o legislación de orden social dirigida a todos; suplida esta falta con la constitución de un derecho "canónico" que en realidad no fue más que una adaptación del antiguo derecho romano, o sea, algo que vino enteramente del exterior y no un desarrollo de lo que estaba contenido en el Cristianismo en sí. La expresión que todos conocemos de "Dad al César lo que es del César ..." nos parece muy adecuada en este caso, ya que implica formalmente la aceptación de una legislación completamente extranjera a la tradición cristiana y que no es más que la que existía en el contexto donde ésta nació, por cuanto estaba incorporada en el Imperio romano.
Para que esto hubiera sido posible, habría sido necesario que la Iglesia cristiana, en los primeros tiempos, hubiera constituido una organización cerrada o reservada, en la que no todos eran admitidos indistintamente sino sólo los que poseían las cualificaciones necesarias para recibir válidamente la iniciación bajo la forma que se podría llamar "crística"; y se podría encontrar con facilidad muchos indicios que muestran que realmente ocurrió así.

Al fundar el Judaísmo, Moisés le dio libros legislativos que regulaban toda la sociedad judía (el Exodo, Levítico, Números, Deuteronomio, etc...). Asimismo, Mahoma, al transmitir la ley coránica, organizó el mundo del Islam tanto en el terreno profano como en el religioso. El Nuevo Testamento carece de este carácter legislativo de lo cual se deduce que no estaba destinado a fecundar una religión nueva con una sociedad también nueva y abierta a todos.
Pero si los ritos cristianos eran al principio específicamente iniciáticos y reservados, ¿cómo se explica que hayan pasado a formar parte de una religión que se dirigía al gran público?
Solo se trató de una mala adaptación, de resultados inesperados.
El cristianismo primitivo se fue adaptando al mundo real hasta el punto que creo una nueva religión, objetivo que no era el que se buscaba. En un momento en el que el paganismo misterico e iniciatico tipico llegaba a su ocaso y degradación, el cristianismo vino a ocupar su espacio.
En cualquier caso, lo cierto es que era un hecho consumado en la época de Constantino y del Concilio de Nicea, de forma que éste no tuvo más que "sancionarlo" , por así decirlo, inaugurando la era de las formulaciones dogmáticas destinadas a constituir una presentación puramente exotérica de la doctrina.
Los dirigentes mas avezados en las raices esotericas del cristianismo tuvieron que ocultar las Verdades Profundas e Iniciaticas con argumentaciones alambicadas y confusas para que no pudieran ser reconocidas por el vulgo. Asi permanecia solo para una elite.
Se podría pensar que el extraordinario número de herejías denunciadas ya desde el principio de la historia del Cristianismo está en gran parte vinculado con una necesidad en la que la Iglesia se encontró repentinamente, de definir dogmáticamente la Verdad, utilizando un lenguaje dirigido a todos. Además, desde una óptica exotérica, las autoridades religiosas quisieron juzgar y condenar enseñanzas que normalmente no hubieran tenido que ser divulgadas de lo cual resultó un lío inextricable.
Veamos como el cristianismo tenia numerosos antecedentes en las creencias paganas de tipo Misterico e Iniciatico:
1) El cursus honorum de los catecúmenos es fiel copia de las iniciaciones;
2) El Cristianismo primitivo tiene un estrecho parentesco con el culto de Mitra, que constituye en sí mismo una religión de Misterios;
3) Encontramos en las cartas de San Pablo una terminología equivalente a la de las iniciaciones antiguas.
El Catecumenado
En el siglo III, el Concilio de Elvira codificó el recorrido que tenían que seguir los que aspiraban al bautizo; las fuentes fiables son pocas sobre lo ocurrido en los dos primeros siglos.
Primero, se ponía a prueba al candidato mediante un severo examen de admisión; se prestaba una especial atención a su profesión puesto que los que ejercían una profesión relacionada con la idolatría (pintores, escultores de dioses), los guerreros, los empleados en juegos del circo, los adivinos, los magistrados, etc... eran excluidos. Si juzgaban seria la conversión, el aspirante recibía los títulos de Cristiano y de Catecúmeno (es decir, "enseñado", "discípulo") después de una recepción con ritual (imposición de manos, soplo del Espíritu Santo, ...).
Había tres grados. El primero era el de "escuchante" o "auditor" (akouomenos, audiens) que debía permanecer mudo y asimilar la catequesis durante un mínimo de dos años. La similitud con el primer grado del Orden de los Pitagóricos, el grado de los "escuchantes" (akousmatikoi) , es sorprendente (4).
El escuchante calificado accedía al grado de "prosternado" (hypopipton, genu flectens o también orans). Antes de anunciar las plegarias al Oficio, el diácono decía: Ya no hay escuchante, ya no hay infiel. Tras haber salido, ordenaba a los catecúmenos de las 2 clases superiores y a los bautizados que rogaran por ellos, y un poco más tarde pedía a todos los catecúmenos que se fueran a fin de que sólo los bautizados (o fieles) asistieran al Misterio de la Misa.
Los prosternados se convertían en "competentes" (competentes: los que buscan juntos); también se les llamaba illuminandi (que deben ser iluminados por el Bautismo). Se les confiaba el misterio de la Santa Trinidad, la doctrina relativa a la Iglesia y a la remisión de los pecados, materia sobre la que después serían examinados. Y sólo poco tiempo antes de su bautizo se les comunicaba el Símbolo de los Apóstoles (Credo) y el Pater.
Durante la Cuaresma podían "inscribirse" con un nuevo nombre y esta inscripción les concedía el título de "elegidos" (electi) a fin de ser bautizados por Pascua. El Bautismo estaba precedido por unos rigurosos ayunos de abstinencia y continencia; el bautizado recibía la apelación de "fiel" (pistos, fidelis), de "iniciado" (memuemenos) , de "iluminado" (illuminatus) , o también de "niño" (puer, infans).
Pero no nos extenderemos sobre el ritual propio del Bautismo.
En los primeros tiempos el Bautismo no se recibía antes de la edad adulta. El título de puer se otorgaba a un adulto bautizado que, renacido con un nombre nuevo, debía crecer y alcanzar la plenitud de la madurez según la vía enseñada por Cristo (5).
Todo ello muestra que la nueva religión, aunque se expandiera rápidamente por el imperio romano, era muy exigente en cuanto a la calidad de sus miembros y sólo los admitía progresivamente a los santos Misterios, según un método que se parece a iniciaciones sucesivas (6).

Los misterios de Mitra
Este dios iraní inicia su carrera en el mundo romano en el primer siglo antes de J.C.
Luz emanada del cielo, nace de una roca, de una piedra regeneradora. Sólo unos pastores asisten al milagro y vienen a adorar al niño divino ofreciéndole las primicias de su rebaño. Se podría pensar que la figura de los Reyes Magos que encontramos en el Cristianismo es un reconocimiento sino de filiación, al menos de primazgo lejano con la religión iraní de los Magos.
El culto se celebraba en un santuario que tenía forma de cueva (spelaeum); se conmemoraba el nacimiento de Mitra el 25 de diciembre y las iniciaciones se realizaban en primavera «en la época pascual en la que los Cristianos admitían también los catecúmenos al bautismo» (7).
Rápidamente las dos religiones compitieron; su difusión se hizo al mismo ritmo en todo el imperio romano durante los tres primeros siglos.
«La lucha entre las dos religiones rivales fue tanto más pertinaz cuanto que sus caracteres eran semejantes. Asimismo, sus adeptos formaban conventículos secretos, estrechamente unidos, cuyos miembros se otorgaban el nombre de "Hermanos". Los ritos que practicaban ofrecían numerosas analogías : los sectarios del rey persa, al igual que los cristianos, se purificaban por un bautismo, recibían como en una confirmación la fuerza de combatir los espíritus del mal y esperaban de una comunión, la salvación del alma y del cuerpo. También como ellos, santificaban el domingo y festejaban el nacimiento del Sol el 25 de diciembre, el día en que se celebraba la Navidad, al menos desde el siglo IV. Predicaban también una moral imperativa, consideraban meritorio el ascetismo y contaban entre las virtudes principales la abstinencia y la continencia, la renuncia y el dominio sobre uno mismo. Sus concepciones del mundo y del destino del hombre eran similares : unos y otros admitían la existencia de un cielo de los bienaventurados situado en las regiones superiores y de un infierno poblado de demonios, contenido en las profundidades de la tierra; situaban en los orígenes de la historia un diluvio; la fuente de sus tradiciones era una primitiva revelación; por último, también creían en la inmortalidad del alma, en el juicio final y en la resurrección de los muertos en la conflagración final del universo.Hemos visto cómo la teología de los misterios hacía del Mitra "mediador" el equivalente del Logos alejandrino. Como él, Cristo era el Mesites, el intermediario entre su Padre celeste y los hombres, y, como él, también formaba parte de una trinidad. Estas similitudes no eran ciertamente las únicas que la exégesis pagana estableció entre ellos, y la figura del dios tauróctono que se resigna en contra de su voluntad a inmolar a su víctima para crear y rescatar el género humano, había sido seguramente comparada a la imagen del Redentor que se sacrifica para la salvación del mundo (...)

Las similitudes entre las dos iglesias enemigas eran tan numerosas que produjeron un impacto considerable ya en la misma antigüedad. Desde el siglo II, los filósofos griegos establecieron entre los misterios persas y el cristianismo un paralelismo más favorable a los primeros. Por su lado, los Apologistas insisten sobre las analogías de las dos religiones y las explican por una falsificación satánica de los ritos más sagrados de su culto. Si las obras polémicas de los partidarios de Mitra existiesen todavía, veríamos sin duda en ellas la misma acusación dirigida a sus adversarios.

Conocemos poco, por no decir nada, de los dogmas y la liturgia del mazdeísmo romano, así como del desarrollo del cristianismo primitivo para poder determinar cuales fueron las influencias recíprocas que actuaron sobre su evolución simultánea
Es imposible entrar en los detalles de los siete grados de iniciación y del secreto que rodeaba una doctrina progresivamente revelada. Remitimos al lector a la relevante obra de Cumont así como a la de M. Vermaseren titulada Mithra, ce dieu mystérieux, ed. Sequoia, 1960. Retendremos de ello que este culto era sin duda una religión de Misterios con diversos grados de iniciación que se practicaban en secreto y que los cultos paganos ponían al cristianismo naciente al mismo nivel.

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