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Traje
jueves, 2 de junio de 2011
El Sadismo En La Religion
Un Poco de Luz Sobre La Creación de Dios
Voy a transcribir un texto que me pareció muy interesante. Habla sobre cómo la represión sexual y la presión emocional ejercida por los patriarcas antiguos sobre sus subordinados (sus "hijos"), se transformó, al cubrirse con un manto de simbolismo civilizado, en ritos que pueden observarse tanto en civilizaciones primitivas actuales, como en las tres religiones más importantes actualmente: el cristianismo, el islam y judaísmo.(...) La importancia del padre en esta horda primitiva en la historia de la cultura humana es casi siempre imponderable. Sus terribles castigos sobreviven actualmente, apenas alterados, en los rituales de iniciación que tienen aún lugar en muchas sociedades primitivas. Ellos no son sino residuos de los feroces ímpetus de aquel progenitor horrible. Pero son residuos ritualizados y solemnes, y por ello, venerables.
Los rituales tienen lugar cuando los jóvenes llegan a la pubertad. Y ello no es casual. La pubertad es el momento en que pueden comenzar a disfrutar plenamente de la vida sexual. Por eso es la época elegida para la iniciación, ya que la sexualidad es, propiamente, su causa. La ceremonia consiste habitualmente en una mutilación: se cincuncisa a los iniciados. Y no es difícil percibir el propósito del angustioso ritual. Su mensaje, que se basa en el pars pro toto, la parte por el todo, es el siguiente:
Ahora eres adulto. En adelante puedes gozar de las mujeres. Pero ¡cuidado! Algunas son nuestras y están prohibidas. Ahora te cortamos el prepucio. Es una advertencia. Si inflinges la ley te castraremos.El padre primitivo castraba a los hijos atrevidos con sus mujeres; los gerontes que hoy circuncidan, sólo mutilan y amenazan. Este es el avance que millones de años lograron sobre los conservadores y crueles hábitos ancestrales de crianza de los hijos. La castración y la circuncisión son meras variaciones de un mismo tema. Por esta razón el psicoanalista austríaco Theodor Reik (1888 1982), el protégé de Freud, en su libro Ritual (1914), pudo afirmar que la circuncisión constituye siempre un equivalente de la castración, siendo, además, la forma más efectiva de prohibición del incesto.No obstante, si bien la circuncisión es la manera más conspicua de sometimiento ritual, no es de ningún modo la única. Como ya hemos advertido, el sojuzgamiento anal es su frecuente compañero. Y, de hecho, a los novicios en los ritos de pubertad entre los nativos de Australia se les rompía el culo luego de la circuncisición.De cualquier manera no se agota en estas reliquias la fuerza de aquel tremendo padre protohistórico. Su sombra se proyecta aún en los productos más sofisticados de nuestra civilización. Y en ellos, tenuemente encubierto, tesoneramente persiste. Ése es el caso de la religión.
En ese salvaje jefe que vivió en tiempos inmemoriales pensaba Freud cuando afirmaba que "Dios Padre habría existido otrora en carne y hueso sobre la tierra, ejerciendo su poderío como cacique de la primitiva horda humana". Él ha sido el modelo inconsciente de los dioses que surgieron en las religiones históricas. Por supuesto que no es ésta una afirmación totalmente original del psicoanálisis. La historia natural de la religión ha sido cultivada por muchos espíritus a través del tiempo. Y la idea de que el hombre primitivo crea dioses a su propia imagen es muy antigua.Seis siglos antes de Cristo, el griego Jenófanes de Elea, autor de poemas filosóficos que él mismo recitaba, señaló que:No hubo ni habrá jamás varón alguno que conozca con certidumbre las cosas de los dioses... Los mortales piensan que los dioses han nacido y llevan vestido y llevan voz y traza como ellos. Pero si los bueyes y los leones tuvieran manos y pudiesen pintar y formar imágenes como los hombres, harían las de sus dioses a su propia semejanza y los caballos los harían como caballos y los bueyes como bueyes. Los etíopes harían a sus dioses de piel atezada y nariz roma, y los tracios los representarían ojizarcos y pelirrojos.. .
En realidad los dioses conviven, igual que los humildes mortales, en medio de una típica familia. Padre, madre, hijos, hermanos... Es la familia humana desplegada en el ancho cielo. No es posible, sin embargo, saber exactamente cuándo comenzó este desplazamiento hacia las mansiones celestiales. Los comienzos históricos de las creencias religiosas se pierden en la noche de los tiempos. Pero son, sin duda, el producto de las fantasías oníricas del hombre primitivo. Fue en sus sueños, vehículos privilegiados de expresión de las situaciones traumáticas que durante la vigilia agobian al ser humano, donde el feroz y temido padre arcaico se manifestó por primera vez en horribles visiones. Pero lo hizo, igual que en los sueños del hombre civilizado contemporáneo, a través del ropaje del símbolo. No era el padre sino Dios. Y no era fácil para nuestro lejano antepasado, como tampoco lo es para el niño pequeño, distinguir certeramente, al despertar, entre el sueño y la realidad. Y las imágenes oníricas se agregaban entonces al mundo real, ya que para él, como para el inmortal Seguismundo Calderón de la Barca (1600-1681), las fronteras entre la vida y el sueño eran siempre muy ambiguas: "¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción...".
Por esta razón, los mitos religiosos no son sino, propiamente, los sueños colectivos de la humanidad primitiva. Y muestran en su tejido dramático los rasgos imborrables de aquellos tiempos lejanos. Los dioses se mueven siempre por motivos humanos, ¡demasiado humanos!...
Frente a estos hechos la afirmación teológica de que dios es nuestro padre está psicológicamente justificada. La creencia en dios tiene siempre su origen en las primeras reacciones del niño hacia sus padres. Está siempre presente en el lenguaje religioso y se extiende a los representantes de Dios en la Tierra: Papsr, padre, père, Papa... Por este motivo decía el psicoanalista inglés Ernest Jones, en The Psichoplogy of Religion (1926), que:
---la vida religiosa representa una dramatización sobre un plano cósmico de las emociones, temores y anhelos que surgen en la relación del niño con su padre.
Por tal razón el carácter de los dioses varía de acuerdo al espíritu de los pueblos que, inconscientemente, los crean. Así frente a la alegría y sensualidad, aunque no exenta de crueldad, de los dioses olímpicos, expresión del alma de la antigua Grecia, aparece como manifestación distintiva del genio judío el sombrío y despótico Jehová del Antiguo Testamento. Los dioses, como un espejo, revelan a sus propios pueblos. Además, fieles a su inspiración familiar, los sistemas religiosos han culminado cada vez más en el culto a una trinidad: padre, madre e hijo. En la religión cristiana la figura de la madre ha sido parcialmente eclipsada por el Espíritu Santo, si bien en los países católicos el difundido culto a la virgen María la ha elevado de hecho, como madre, a la divinidad.
No puede sorprendernos entonces, frente al devenir histórico de las creencias religiosas, descubrir que la misma violencia que advertíamos en los animales inferiores y en el hombre primitivo con su descendencia perviva aún en estas versiones sublimes de la familia humana. El padre arcaico se trasladó de la tierra al cielo, pero no cuidó de mudar su carácter. La castración y el sometimiento anal se mantuvieron, real o simbólicamente, tras espaciosas justificaciones teológicas, como destinos previsibles de los "hijos de Dios".
El caso de la secta cristiana de los skoptzy constituye un ejemplo impresionante. Era una fanática comunidad que tuvo su origen en el siglo XVIII en Rusia y prolongó su existencia hasta principios del actual. Todos sus miembros eran castrados y sus mujeres se prostituían con el permiso de sus maridos para evitar la extinción del grupo. El principal profeta de la secta de los castrados fue Condrati Selivanov. De él nos dice la Enciclopedia Británica:
Selivanov era campesino e inició su carrera religiosa como ayudante de Andrei Ivanov, acusado éste último por la policía zarista de haber convencido a otros trece campesinos de practicar la automutilació n genital. A raíz de este episodio, los dos fueron presos y enviados a Siberia. Selivanov logró volver, y se proclamó a sí mismo "hijo de dios" encarnado en la persona de Pedro III, emperador muy popular entre los campesinos. Más tarde se añadieron los títulos de "dios de los dioses" y "rey de reyes". Anunciaba su testimonio divino de que los creyentes que practicasen la automutilació n voluntaria serían salvados. Por este medio consiguió convencer y convertir a nobles, militares y hasta religiosos de otras sectas. Por dieciocho años vivió en San Petersburgo, en la residencia de uno de sus discípulos, recibiendo doble homenaje como Cristo y como zar-. En 1779 fue arrestado, esta vez por orden de Pablo I, e internado en un hospicio. Bajo el régimen de Alejandro I obtiene la libertad, pero en 1820 lo encerraron en un monasterio de Szerdal, donde murió en 1832, a la edad de cien años.Los skoptzy se llamaban a sí mismos "los limpios", "los justos", "los hijos del Señor". Sostenían que Dios había creado a sus hijos para que vivieran en abstinencia sexual (como los potros o los monos expulsados de la manada o la horda). Y el pecado original consistió, precisamente, en violar este mandato del padre celestial. Por lo tanto sólo podía expiarse con la amputación de los órganos pecadores: los genitales. Una vez castrados se reabrirían para ellos las puertas de los cielos.
La secta seguía literalmente las enseñanzas de Jesús (Evangelio según San Mateo, cap. XIX, versículo 12).
Pues hay eunucos que nacieron así desde el seno de sus madres; y hay eunucos que fueron hechos eunucos por los hombres y hay eunucos que a sí mismo se han hecho eunucos por causa del Reino de los Cielos.
¡El que pueda recibirlo, recíbalo!
Los sectarios citaban a menudo, también, otra exhortación del Redentor (cap. XVIII, vers. 8 y 9):
Por tanto, si tu mano o tu pie te fuere ocasión de pecar, córtalo y échalo de ti: mejor te es entrar cojo o manco en la vida, que teniendo dos manos o dos pies ser echado en el fuego eterno. Y si tu ojo te fuera ocasión de caer, sácalo y échalo de ti; mejor te es entrar con un solo ojo en la vida, que teniendo dos ojos ser echado al infierno del fuego.
Sin ser psicoanalistas, los skoptzy percibieron certeramente el transparente simbolismo genital de los miembros y los ojos y, prolijamente, se sometieron al mandato divino. A los iniciados les solían aplicar dos tipos de "purificaciones" o castraciones: la "Imperial" o "Gran sello", que consistía en la amputación del miembro viril y los testículos, y la "Pequeña", en que sólo se extirpaba la bolsa escrotal.Es indudable que la espantosa conducta de la secta era absolutamente singular y ajena a la liturgia de las grandes iglesias cristianas. Pero, sin embargo, tampoco era disparatada. Por el contrario. Su lógica era rigurosa: se basaba en exhortaciones divinas. Por otro lado, en nuestra época tampoco faltan mitigados sustitutos de aquellas siniestras ceremonias. Y si no, en la misma Iglesia de Roma ¿no es acaso una castración simbólica el voto de castidad de sacerdote católico?. La túnica adoptada por el clero ha sido, además, en muchas religiones anteriores al cristianismo, un símbolo de autocastració n ritual. Los sacerdotes de Astarté, por ejemplo, diosa fenicia a la que se ofrecían sacrificios humanos, la vestían inmediatamente después de ser mutilados.
De cualquier modo la castración no ha sido en el curso de la historia la única forma de sometimiento ritual al padre de los cielos. Como enseña Theodor Reik en Masochism in Modern Man (1949), junto con ella aparecen otras, ya conocidas por nosotros, como la de ser usado como mujer, ser violado o fecundado. Un resto arqueológico de este tipo atávico de humillación anal se expresa aún, inconscientemente, en la religión islámica. El musulmán debe rezar cinco veces al día. Al rezar a Alá se posterna agachando la cabeza hacia el suelo y con la frente en dirección a la Meca y la Kaaba mientras levanta, llamativamente, su culo. La palabra musulmanes viene de muslimin, cuyo sentido es "los que se rinden", e Islam significa, "sumisión".
Extracto de LAS MALAS PALABRAS Virtudes de la obscenidad
De Ariel Arango
Editorial Sudamericana
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