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Traje
miércoles, 18 de junio de 2008
Los descubrimientos arqueológicos y el Jesus Historico
Búsqueda del Jesús histórico
Hasta mediados del siglo XVIII no se planteaba la duda sobre la veracidad y fiabilidad histórica de los relatos evangélicos. A partir de entonces, comienza a cuestionarse desde las corrientes filosóficas del racionalismo alemán. Son los protestantes alemanes quienes comienzan a intentar una respuesta a estas cuestiones, abriéndose así la que se ha llamado la Búsqueda del Jesús histórico.
Históricamente, se ha dividido esta búsqueda en tres periodos:
La antigua búsqueda
Este periodo se extiende de 1778 hasta 1953. Se considera que la obra de Hermann Samuel Reimarus, publicada póstumamente en 1778 por su discípulo Gotthold Ephraim Lessing (Von dem Zwecke Jesu und seiner Jünge, Berlin 1778), es la que marca el comienzo de la Antigua búsqueda del Jesús histórico.
Este periodo está protagonizado por la teología protestante alemana y por el racionalismo ilustrado alemán.
La nueva búsqueda
La nueva búsqueda del Jesús histórico surge como reacción al escepticismo promovido por Rudolf Karl Bultmann, que originó un periodo intermedio denominado por algunos autores "no búsqueda" (no quest). Son los propios discípulos de Bultmann los que exponen la importancia de acceder al Jesús de la historia. Proponen no excluir el kerigma de la iglesia primitiva sino precisamente partir de él para intentar retroceder hasta el personaje que lo originó.
A diferencia de la antigua búsqueda del Jesús histórico, esta nueva etapa no está protagonizada en exclusiva por los teólogos protestantes alemanes, sino que a ellos se unen teólogos católicos.
Es Ernst Käsemann, discípulo de Bultmann, quien establece el inicio de la Nueva búsqueda, en una conferencia dada el 20 de octubre de 1953
La tercera búsqueda
La denominación Tercera búsqueda del Jesús histórico (Third Quest) fue propuesto por Stephen C. Neil y Tom Wright en 1988, aunque se considera que sus planteamientos se venían forjando desde 1965. En esta nueva etapa se rebasan los ámbitos de la filosofía y la teología, dando entrada a numerosos estudios de diversos campos: sociología, psicología, historiografía, arqueología, etc.
La arqueología de Palestina ha conocido una época de gran florecimiento en el último medio siglo, y muchas de las cosas que los arqueólogos han descubierto nos ayudan a conocer mejor el mundo de Jesús.
Son especialmente interesantes los descubrimientos realizados en Galilea, que es la comarca en la que Jesús pasó la mayor parte de su vida. Y especialmente aquellos que proceden del periodo herodiano.
La arqueología puede ayudarnos a conocer mejor, por ejemplo, cómo eran las casas o las sinagogas, que son un escenario común de la actividad de Jesús, o cómo era la vida en torno al lago de Genesaret, en el que trabajaban algunos de sus discípulos.
Los evangelios cuentan que gran parte de la actividad de Jesús tuvo lugar en las casas en las que se alojaba o era recibido. La arqueología tradicional se ha interesado sobre todo por los grandes edificios públicos (teatros, acueductos, templos, etc). En los últimos años, sin embargo, han aparecido algunos estudios sobre arqueología doméstica, que pueden ayudarnos a imaginar cómo eran las casas de Galilea en el siglo primero, y a conocer mejor el contexto en el que se desarrolló el ministerio de Jesús.
Durante la época helenístico-romana, además de los dos tipos de casa tradicionales en Palestina (la casa sencilla de cuatro habitaciones y la casa de patio común), encontramos en Galilea, y en general en el oriente romano, otros tres tipos de vivienda: la gran casa señorial o ""domus"", la granja agrícola y las tiendas o ""tabernae"".
La casa sencilla. Era el tipo de casa más común, en el que vivía la mayor parte de la población. Consistía en un edificio cuadrangular unido generalmente a un patio exterior, donde se realizaban algunas de las tareas domésticas; el interior podía estar dividido en dos o más habitaciones. Su tamaño podía oscilar entre 20 y 200 m2, pero la mayor parte de estas viviendas tenían unas dimensiones reducidas. Las casas de este tipo que se han encontrado eran de piedra o bien estaban excavadas en la roca, pero probablemente no eran las únicas, ni siquiera las más comunes. Los estudios sobre la arquitectura doméstica a principios de este siglo en Palestina, indican que existía otra clase de casas que deben incluirse en este grupo: las casas de adobe. Entre los campesinos estas casas eran probablemente las más comunes, aunque no hayan sobrevivido al paso del tiempo.
La casa de patio común. Estaba compuesta por diversas viviendas que daban a un mismo patio. Este tipo de vivienda es el más característico de la arquitectura doméstica tradicional en Palestina. El conjunto estaba rodeado por un muro externo y tenía sólo una entrada que daba al patio, alrededor del cual había dos o más viviendas unifamiliares de dos o más habitaciones. El patio era de uso común, y en el se realizaba todo tipo de tareas domésticas: moler el grano, cocinar, hilar, lavar, etc, y también otra serie de tareas agrícolas o artesanales. Este tipo de casa estaba habitada por miembros de la misma familia, o por familias emparentadas entre sí, porque el patio era común y sólo había una verdadera entrada a la casa. El tamaño de estas casas (entre 200 y 300 m2) indica que las familias que habitaban en ellas tenían una buena situación económica.
Grandes casas señoriales (Domus). Este tipo de casa comenzó a introducirse en Palestina finales del periodo helenístico. La entrada de la casa da a un patio columnado, alrededor del cual se encuentran habitaciones destinadas a diversos usos. Al otro lado del patio solían estar las habitaciones privadas: el triclinio, los dormitorios y las habitaciones de las mujeres. Estas mansiones tenían espacio suficiente para albergar a una familia extensa y a un buen grupo de sirvientes, así como para recibir a los clientes y amigos, y para realizar las transacciones económicas y sociales que solían realizarse en las casas grecorromanas.
Granjas. Se trata de un tipo de vivienda rural ligado a una explotación agrícola intensiva. La granja de Ramat Hanadiv, cerca de Cesarea, tenía una extensión de 2800 m2 y estaba rodeada por un muro. La mayor parte del espacio estaba dedicado al almacenaje de los aperos y de los productos cultivados.
Casa con tienda (Taberna). Este tipo de vivienda, que era muy común en las ciudades del imperio romano, constaba de una habitación que daba por un lado a una calle y por otro estaba conectada a una habitación interior, que servía de vivienda. En Galilea este tipo de casas se encontraba sobre todo en las calles principales de las grandes ciudades.
El estudio de la arqueología doméstica aporta informaciones sobre tres aspectos importantes de la sociedad galilea: el nivel de penetración del modo de vida helenístico, la estratificación social y la composición de la familia, que era la institución central en aquella cultura.
La presencia de grandes mansiones de estilo helenístico en una proporción relativamente importante, así como la existencia de las casas con tienda (tabernae) en las ciudades es un claro indicio de la presencia del modo de vida helenístico en Galilea durante esta época. A juzgar por el tipo de casa en que vivían, un porcentaje importante de los habitantes de Galilea, sobre todo los de las ciudades, se diferenciaban muy poco en su estilo de vida de los moradores de otras ciudades del imperio romano.
Las diferencias entre estos diversos tipos de casa no eran sólo arquitectónicas, sino que afectaban al tamaño, a los materiales y al equipamiento de las mismas. Estas diferencias reflejan niveles sociales y económicos muy distintos. Los diversos tipos de casa y la proporción en que se han encontrado muestran que la estratificación de la sociedad galilea era muy parecida a la de otras sociedades agrarias avanzadas, en las que existen tres grandes grupos: a) el de los gobernantes y sus funcionarios; b) el de los campesinos y artesanos; c) el de los despreciables y prescindibles.
Finalmente, los diversos tipos de casa encontrados, nos hacen caer en la cuenta de que no existía sólo un tipo de familia, sino diversos tipos, que eran muy distintos entre sí.
En la Galilea del siglo primero había, al menos, cuatro tipos de familia, que se distinguían por el tipo de casa en que habitaban, por el número de miembros que componía la unidad familiar básica, por su capacidad de ayuda y solidaridad hacia el grupo de los parientes, por las tierras que poseían y por el grupo social al que pertenecían: la familia extensa, la familia múltiple, la familia nucleada y la familia dispersa.
Este dato es muy importante, porque la familia era la institución central de la sociedad helenístico-romana, y como tal era el elemento más determinante del ser y de las posibilidades de los individuos.
Referencias históricas no cristianas sobre Jesús de Nazaret
Además de los evangelios, del resto de libros del Nuevo Testamento y de los escritos critianos apócrifos, existen unas pocas referencias a Jesús de Nazaret en escritos no cristianos próximos a su época. La alusión más antigua no cristiana a Jesús de Nazaret se encuentra en la obra de Flavio Josefo Antigüedades judías (escrita hacia los años 93-94), más de medio siglo después de la muerte de Jesús (alrededor de 30). Todavía en el siglo II las menciones son muy escasas. Ninguna de ellas aporta información sustancial para conocer la vida o el mensaje de Jesús de Nazaret.
Las referencias más citadas se describen aquí:Tabla de contenidos
1 Flavio Josefo
2 Plinio el Joven
3 Tácito
4 Suetonio
5 La carta de Mara Bar-Serapion
Flavio Josefo
Las Antigüedades judías son una crónica del historiador judeorromano Flavio Josefo que narra la historia del pueblo judío de una manera razonablemente completa. Los intereses de Flavio Josefo —entre ellos, ganar la simpatía de Roma hacia los judíos— lo llevan, sin embargo, a minimizar las noticias que pudieran resultar conflictivas.
Josefo no menciona a los líderes del pequeño grupo de cristianos (Pedro y Pablo) ni a María, la madre de Jesús. Sin embargo, dos párrafos tratan directamente de Jesús:
En el capítulo 18, párrafos 63 y 64 se encuentra un texto denominado tradicionalmente testimonio flaviano (Antigüedades judías, 18:3:3):Por aquel tiempo existió un hombre sabio, llamado Jesús, [si es lícito llamarlo hombre], porque realizó grandes milagros y fue maestro de aquellos hombres que aceptan con placer la verdad. Atrajo a muchos judíos y a muchos gentiles. [Era el Cristo.] Delatado por los principales de los judíos, Pilatos lo condenó a la crucifixión. Aquellos que antes lo habían amado no dejaron de hacerlo, [porque se les apareció al tercer día resucitado; los profetas habían anunciado éste y mil otros hechos maravillosos acerca de él.] Desde entonces hasta la actualidad existe la agrupación de los cristianos.
Antigüedades judías18:3:3.:La autenticidad del fragmento ha sido cuestionada filológicamente e historiográficamente. Aunque no faltan quiénes dudan de la autenticidad de este texto, la mayoría de los historiadores y filólogos consideran que es auténtico, salvo los extractos señalados entre corchetes, que son sin duda interpolaciones cristianas.
Según el profesor Antonio Piñero, el estilo y las ideas son típicamente flavianas y, además, este texto figura entre una lista de personajes negativos que influyeron en la revuelta judía del año 66, por lo que es dudoso que un cristiano hubiese ubicado un párrafo sobre Jesús en una lista de hechos malos.
En el capítulo 20 se menciona indirectamente a Jesús al relatar la muerte de su hermano Jacobo Santiago (contracción del latín Sanct’ Iagus, esto es, san Jacobo):
Ananías era un saduceo sin alma. Convocó astutamente al Sanedrín en el momento propicio. El procurador Festo había fallecido. El sucesor, Albino, todavía no había tomado posesión. Hizo que el sanedrín juzgase a Santiago, el hermano de Jesús, [llamado Cristo]y a algunos otros. Los acusó de haber transgredido la ley y los entregó para que fueran apedreados.
Antigüedades judías, 20:9:1.:Esta cita ayuda a datar la muerte de Santiago, hermano de Jesús, en el año 62. El texto del capítulo 20 es filológica e historiográficamente más consistente que el testimonio flaviano. Coincide formalmente con el estilo de Josefo, y parece poco probable una interpolación cristiana por la falta de énfasis hagiográfico y la mención de un «hermano de Jesús», que habría resultado conflictiva para una fe que proclamaba la virginidad de María -conflictiva para un ambiente cristiano poco instruído, ya que esto último hay que entenderlo por el contexto hebreo en el que se desarrolló, en donde la palabra "hermano" era aplicado a casi la totalidad de los parientes cercanos (primos, etc)-.
De este segundo texto se discute si es una interpolación el texto entre corchetes, aunque, siguiendo de nuevo al profesor Antonio Piñero, la mayoría de los historiadores y filólogos se inclinan por su autenticidad porque Josefo cita en su libro a muchos personajes de nombre Jesús y no parece extraño que añadiese algo al nombre para distinguirlo.
En otro pasaje (Antigüedades judías 18:5:2) se hace referencia a la muerte de Juan el Bautista a manos de Herodes, pero sin mencionar su relación con Jesús.
Plinio el Joven
Plinio el Joven, entre el año 100 y 112 escribió al emperador Trajano acerca de los cristianos:
...cármenqüe Christo, quasi Deo, dícere
pervicacia et inflexíbilis obstinatio.
...le cantan himnos a Cristo (casi Dios, según dicen)
con perseverancia e inflexible obstinación
Epístolas 10:96:El segundo verso no se encuentra en algunas ediciones de Plinio. Véase, por ejemplo, el texto en Students.gf.nsu.ru.
Este testimonio deja claro que el testimonio se transmite literalmente de las retractaciones de los propios condenados por cristianismo, cuyas declaraciones son la única fuente que Plinio menciona.
Tácito
Tácito aporta otra referencia histórica en el año 116 ó 117:
Ergo abolendo rumori Nero subdidit reos et quaesitissimis poenis adfecit, quos per flagitia invisos vulgus Chrestianos appellabat. Auctor nominis eius Christus Tibero imperitante per procuratorem Pontium Pilatum supplicio adfectus erat; repressaque in praesens exitiabilis superstitio rursum erumpebat, non modo per Iudaeam, oríginem eius mali, sed per urbem etiam, quo cuncta mundique atrocia aut pudenda confluunt celebranturque.
Por lo tanto, aboliendo los rumores, Nerón subyugó a los reos y los sometió a penas e investigaciones; por sus ofensas, el pueblo, que los odiaba, los llamaba “cristianos”, nombre que toman de un tal Cristo, que en época de Tiberio fue ajusticiado por Poncio Pilato; reprimida por el momento, la fatal superstición irrumpió de nuevo, no sólo en Judea, de donde proviene el mal, sino también en la metrópoli [Roma], donde todas las atrocidades y vergüenzas del mundo confluyen y se celebran.
Anales, 15:44:2-3:Aunque la autenticidad del texto de Tácito no ha sido cuestionada, numerosos autores han indicado que se desconocen sus fuentes. Se ha barajado la posibilidad de que se basara en Plinio (ver supra) o en las confesiones de los propios cristianos frente a la persecución policial. El fragmento aparece en el contexto de una larga diatriba contra los males del gobierno de Nerón, y se ha indicado que el interés de Tácito no estaba en el fenómeno cristiano en sí mismo, sino en la crítica al emperador. Sin embargo, es importante notar que no existen constancias del uso del término "cristiano" hasta fines del siglo I E.C. (la primera referencia documentada se halla en la Epístola a los Magnesios de Ignacio de Antioquía), con lo cual se hace altamente improbable que los romanos diferenciaran siquiera entre los judíos y una supuesta secta emergente tan temprano en el siglo, y así el párrafo de Tácito queda en entredicho por su incongruencia temporal.
Suetonio
Gayo Suetonio Tranquilo (75-160), escribió alrededor del 120 que el emperador Claudio expulsó de Roma a judíos instigados por un tal 'Chrestus':
Iudaeos, impulsore Chresto, assidue tumultuantis Roma expulit.
A los judíos, instigados por Chrestus, los expulsó de Roma por sus hábitos escandalosos
De Vita Caésarum. Divus Claudius, 25.
Algunos estudiosos dieron por sentado que el nombre 'Chrestus' equivale a 'Cristo' y que la diferencia reside simplemente en un problema ortográfico; sin embargo, se trata apenas de una presunción. Chrestus es un nombre común en la Roma imperial, atestiguado en lápidas e inscripciones; en latín significa «buen hombre», «íntegro», «útil», pero también se podía usar en el sentido peyorativo de «simple», «ingenuo», «tonto», y los mismos que defienden esta hipótesis arriesgan que era un apelativo aplicado a los esclavos (entre los que la doctrina cristiana supuestamente tenía más éxito).
Pero Suetonio dice que el emperador expulsó a judíos, no a cristianos, y Chrestus en el texto aparece como un revoltoso en Roma de alrededor de los años 50 y no un predicador de los 30s en Israel. Más allá del nombre, no parece haber relación entre 'Chrestus' y 'Cristo'.
Años más tarde Suetonio escribió, en una lista de las actividades realizadas por Nerón:
Multa sub eo et animadversa severe, et coercita, nec minus instituta [...]
afflicti suppliciis Christiani, genus hominum superstitionis novae ac maleficae.
Bajo éste [su reinado] se reprimieron y castigaron muchos abusos, dictándose reglamentos muy severos [...]Nerón infligió suplicios a los cristianos, un género de hombres de una superstición nueva y maligna.De Vita Caesarum. Nero, XVI.2.
La carta de Mara Bar-Serapion
En un manuscrito siriaco del siglo VII, que se encuentra actualmente en el Museo Británico de Londres, se recoge una carta de un tal Mara Bar-Serapion. La escribe desde la cárcel a su hijo, exhortándole a buscar la sabiduría. No hay acuerdo sobre la antigüedad de la carta, pero la mayoría de los estudiosos la fechan en la primera mitad del siglo II o incluso en el último cuarto del siglo I. Otros estudiosos afirman que fue escrita en el siglo III. En la carta hay una referencia a un «rey sabio», que ha sido interpretada por varios autores como una alusión a Jesús de Nazaret:
¿Qué ventaja obtuvieron los atenienses cuando mataron a Sócrates? Carestía y destrucción les cayeron encima como un juicio por su crimen. ¿Qué ventaja obtuvieron los hombres de Samo cuando quemaron vivo a Pitágoras? En un instante su tierra fue cubierta por la arena. ¿Qué ventaja obtuvieron los judíos cuando condenaron a muerte a su rey sabio? Después de aquel hecho su reino fue abolido. Justamente Dios vengó aquellos tres hombres sabios: los atenienses murieron de hambre; los habitantes de Samo fueron arrollados por el mar; los judíos, destruidos y expulsados de su país, viven en la dispersión total. Pero Sócrates no murió definitivamente: continuó viviendo en la enseñanza de Platón. Pitágoras no murió: continuó viviendo en la estatua de Hera. Ni tampoco el rey sabio murió verdaderamente: continuó viviendo en la enseñanza que había dado.
Algunos autores han interpretado que la abolición del reino de los judíos a que se hace referencia es la destrucción del Templo de Jerusalén en el año 70, y el «rey sabio» por cuya muerte los judíos fueron castigados, Jesús de Nazaret.
El texto parece poco fiable, porque contiene inexactitudes históricas sobre Sócrates y Pitágoras. Además, no hay ninguna prueba de que el «rey sabio» al que alude Mara Bar-Serapion sea Jesús de Nazaret. Podría referirse a algún otro de los líderes judíos que en época aproximadamente contemporánea a Jesús de Nazaret se arrogaron el título de Mesías, o incluso podría hacer referencia a algún rey de Judá, anterior en muchos siglos a Jesús de Nazaret
No existen más referencias históricas acerca de Jesús del siglo I o principios del siglo II, al margen del Nuevo Testamento, pese a que numerosos historiadores y pensadores documentaron bastante exhaustivamente la época (entre ellos Filón de Alejandría, Juvenal, Séneca, Plutarco, Apolonio, Luciano, Aulo Gelio, Dión Crisóstomo y Valerio Flaco).
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