Tibet los Lamas el Tercer Ojo y la Trepanación

Los Lamas del Tibet se sirven del Tercer Ojo para anticiparse al futuro, los Yoguis y Maestros hindúes lo consideran la llave de la iluminación y los Chamanes Toltecas intentaban despertarlo para obtener una visión directa de lo invisible. Lo cierto es que el tercer ojo fue considerado el "órgano del alma" en numerosas civilizaciones ya extinguidas y que todas ellas coincidieron en ubicarlo en el entrecejo, sobre la frente. Aunque algunos se empeñen en situar el tercer ojo dentro del terreno de lo mítico, lo cierto es que existe una conexión entre él y la glándula pineal, un órgano de función misteriosa que todos los seres humanos poseemos, casi oculto entre la masa encefálica. El Yoga y el Ocultismo insisten en señalar al tercer ojo como el responsable de la telepatía y la visión psíquica. El Yoga afirma que los místicos y los niños pequeños son quienes tienen mayores posibilidades de despertarlo, aunque todas las personas con la guía de un Maestro pueden despertar su poder con un poco de práctica. El tercer ojo permite percibir el maravilloso universo de la intuición.

Los Maestro Tibetanos siempre en su tarea de contactar con las Fuerzas Ocultas del Más Allá, practican elaboradas técnicas para lograr el desarrollo interior a través de la capacidad de la mente, estos lamas consideran el tercer ojo como un punto de proyección hacia la conciencia cósmica. El Tercer Ojo se hace operativo a través del desarrollo del sexto chakra Ajna situado entre ambas cejas, el despertar de Ajna tiene el efecto de aguzar la intuición y de permitirle al hombre el éxtasis. La mayor parte de las prácticas existentes para abrir el tercer ojo se deben a los Maestro del Tibet, siendo celosamente guardadas por estos, así como por la Jerarquía Esotérica. Sentarse en meditación concentrando la atención en el entrecejo es una de ellas, así como situar gemas y cristales sobre determinadas partes del cuerpo. Otra técnica muy valiosa, consiste en contemplar la luz a través de un recipiente de agua cristalina. En la antigüedad y también en tiempos relativamente recientes, la trepanación o perforación del cráneo en determinados puntos, era una práctica habitual en diferentes culturas y particularmente entre los lamas tibetanos para ayudar al florecimiento de este poder intuitivo. En la actualidad apenas existen quienes lleven a cabo o deseen exponerse a estas prácticas, habiendo sido sustituidas casi en su totalidad por técnicas menos peligrosas, las cuales impiden y aseguran que una persona que no esté preparada ni sea merecedora, pueda distinguir el aura humana o realizar viajes astrales, ya que correría el riesgo de enloquecer.

En tiempos en que la trepanación aun se realizaba en el Tibet, en el acto en que un monje iba a ser trepanado, se le tenía en la oscuridad durante todo un día, con un emplasto de hierbas anestésicas sobre su frente. Muy temprano antes de amanecer el siguiente día se lo conducía a otro lugar, en la cual le esperaban un grupo de lamas expertos los cuales le clavaban en el entrecejo un punzón esterilizado, hasta llegar al hueso. Durante veintiún días, el neófito permanecía ayunando, teniendo una astilla de madera en su herida. Finalizado este período se quemaba la astilla con incienso como ofrenda y el lama era ya capaz de usando el tercer ojo, distinguir el aura y los chakras de las personas a voluntad.