martes, 25 de noviembre de 2008

Descubren que el "sexto sentido" existe y que está ubicado en el cerebro


El sexto sentido existe y se encuentra ubicado en la corteza cingulada anterior del cerebro, en una región entre los dos hemisferios.

El descubrimiento, que apareció publicado en la revista norteamericana "Science", fue hecho por científicos de la Washington University de St. Louis. "En esta zona del cerebro" —explica Joshua Brown— "se encuentra localizado un sistema de alarma que advierte cuando alguna cosa no anda bien o cuando alguna de nuestras acciones puede comprometer nuestra incolumidad. Se trata de un circuito que da informaciones para ajustar el rumbo de nuestro comportamientos y hacer que nos pongamos a resguardo de los peligros".

El hallazgo puede significar una vuelta de página en ámbitos psiquiátricos ya que podría explicar el origen neurológico de conductas anómalas comunes en los pacientes esquizofrénicos o con fuertes disturbios obsesivo compulsivos.

La corteza cingulada, en efecto, es una vieja conocida de los neurólogos ya que en algunas enfermedades como la esquizofrenia y en los disturbios obsesivo compulsivos puede ser diferente a la de personas sanas.

En el pasado, la corteza cingulada fue identificada como el lugar de la toma de decisiones dentro del cerebro, o como el circuito que ayuda a realizar elecciones cruciales, y siempre fue muy ponderada porque esta corteza se encuentra en el cruce entre regiones.

En este estudio los investigadores demostraron que la corteza cingulada anterior hace mucho más al advertir a nivel inconsciente que alguna cosa no va bien, que una acción nuestra puede tener efectos nefastos o que el ambiente en el que nos encontramos es, de manera imperceptible, distinto del acostumbrado y puede registrarse una sorpresa.

Para demostrarlo, los especialistas convocaron a jóvenes sanos. De frente a una computadora, los individuos debían observar una bolita blanca o azul convertirse en flecha en un abrir y cerrar de ojos. La flecha podía moverse en la pantalla en dos direcciones opuestas. La tarea de los jóvenes consistía en mantenerse alerta y apretar un botón según la dirección que seguía la flecha.

Para complicar las cosas, cada tanto hacía su aparición una segunda flecha y en estos casos los jóvenes tenían la tarea de indicar la dirección seguida por la primera flecha presionando el botón en la forma inversa a la habitual, con el riesgo de cometer errores. Claro que esta complicación no tenía como objetivo darles dolor de cabeza a los jóvenes sino crear más bien una situación de conflicto.

Durante todo el juego persistía el truco desconocido para los jóvenes, según el cual cuando la bolita inicial era azul la mayor probabilidad era que apareciera la segunda flecha.

Luego de varios prueba y error, los jóvenes comenzaron a equivocarse cada vez menos como si su cerebro hubiera descubierto el truco de los colores, aún cuando desde el punto de vista consciente los jóvenes no habían sido advertidos.

A medida que su performance mejoraba, los investigadores, que "espiaban" el cerebro de los voluntarios a través de equipos de resonancia magnética, notaban un aumento en la actividad de la corteza cingulada anterior conjuntamente con la aparición de la flecha tramposa.

"Lo que significa" —explicó Brown—, "que dicha corteza aprende a sentir el olor del engaño y se pone en acción advirtiendo a la persona para que cambie de inmediato su comportamiento (y apriete en este caso el botón opuesto)". El individuo no toma consciencia de este cambio inminente, pero sus reflejos mejoran y esto en la vida real significa que el sistema endógeno hizo sonar la alarma a tiempo para escaparle a un error.

Los especialistas concluyeron que un funcionamiento en exceso de este sistema de alarma inconsciente podría explicar por qué los individuos obsesivo compulsivos ven el peligro en donde no existe.

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