lunes, 5 de octubre de 2009

La Misteriosa Desaparición de Ramón Quiñones


En el año de 1967 la Sra. Irma Ortiz, hoy residente en la ciudad de Nueva York, EE.UU., acampó en El Yunque junto a un grupo de compañeros estudiantes de biología y dos profesores. Su intención era la de hacer observaciones astronómicas en lo alto de la montaña, y ver si ocurría algo en el lugar relacionado al asunto OVNI, ya que habían escuchado historias al respecto.Ella y los demás estudiantes pertenecían a dos instituciones educativas, al Junior College de Río Piedras y al Colegio Universitario Sagrado Corazón. Uno de los profesores se fue, quedándose con los jóvenes uno de apellido González.Llegaron arriba a eso de las 6:00 P.M. y montaron el campamento con sus casetas, etc., en un área espesa del bosque. A las 10:45 de la noche estaban sentados alrededor de una fogata y cantando, y uno de los jóvenes, llamado Ramón Quiñones, de 22 años de edad y residente junto a su familia en el pueblo de Bayamón, tocaba la guitarra. De pronto se sintió un fuerte y extraño zumbido en toda el área que duró unos 15 minutos. Tras ese lapso la quietud y el silencio volvieron a reinar y ellos volvieron a cantar.Entonces escucharon el sonido de pisadas. "Algo" pisaba la hojarasca y ramitas secas en el suelo de la vereda cercana. Cada vez estaba más cerca. De pronto vieron cómo, a cierta distancia de ellos, una figura alta y de apariencia luminosa cruzó velozmente de un lado al otro de la vereda. Se escucharon más pasos y el profesor González y Ramón Quiñones decidieron ir a ver qué era lo que se acercaba. Ramón se llevó su guitarra con él.

Pasó un buen rato y el profesor regresó, pero Ramón no lo hizo. Esperaron, le llamaron... pero nada, no apareció. González explicó que se habían separado en una bifurcación en la vereda y ahí dejó de ver a Quiñones. Al regresar le buscó, y al no hallarle regresó al campamento, creyendo que estaría ahí.Tras escuchar lo dicho por el Prof. González, inquietos todos por lo que pasaba, de pronto apareció en la vereda ante ellos la figura de un ser muy raro.

Según la Sra. Ortiz "...era un individuo de unos seis pies de altura, muy delgado y vestido con un traje ajustado muy brillante, plateado. Su rostro y ropa emanaban luz propia, como una fosforescencia blanca. Esa luminosidad hacía borrosos los rasgos del ser. Sí, parecía tener una cabeza grande. Sus brazos y manos eran muy largos, llegando a sus rodillas. Su cuerpo entero estaba envuelto en luz."Según Irma, el ser estuvo parado ante ellos unos quince minutos, lapso durante el cual todos quedaron paralizados y como en trance. Después de esto el ser "luminoso" caminó lentamente hacia atrás y desapareció entre la vegetación del área. Poco después todos recuperaron el movimiento.

El pánico se apoderó de varios de los jóvenes, que al momento tomaron sus linternas y huyeron del sitio.Varios estudiantes, entre ellos Irma, se quedaron junto al maestro y buscaron al joven Ramón Quiñones. Sólo encontraron su guitarra apoyada junto al tronco de un árbol en una vereda.En la mañana, ya con luz, avisaron a las autoridades forestales sobre lo ocurrido y de la desaparición de Quiñones, y se organizó una búsqueda por las autoridades forestales y la Policía de Puerto Rico. Tras la intensa búsqueda no se halló el más mínimo rastro del joven, y extrañamente, según la Sra. Ortiz, las autoridades policiales locales y federales les prohibieron a ellos, a los profesores y a los familiares de Quiñones comentar públicamente o discutir con nadie lo que había pasado. Fue una orden estricta y directa.

Se les indicó que ese tipo de cosas sí estaban sucediendo allí, pero que no se quería crear una situación de pánico en relación al bosque.Posteriormente, los miembros del grupo de estudiantes y el profesor González fueron, alegadamente, vigilados muy de cerca por individuos que les seguían a todas partes, aparentes agentes gubernamentales. La vigilancia duró unos 4 ó 5 meses.Posteriormente, viviendo en el pueblo de Luquillo, cerca de El Yunque, Irma y su esposo vieron en varias ocasiones a platillos voladores volando sobre la montaña. Tras uno de sus avistamientos intentaron llegar a lo alto de la montaña, pero para su sorpresa fueron detenidos por militares armados del Ejército de los EE.UU., quienes les cerraron el paso diciéndoles que "...había un problema de seguridad en la torre de El Yunque." Los soldados rehusaron decir cuál era el problema en cuestión, y acto seguido les escoltaron fuera del lugar, obligándoles a irse del área.

Irma Ortiz dijo finalmente: "Creo que el gobierno sabe lo que pasa en El Yunque, y al pueblo no se le puede engañar ya por más tiempo".Ante lo dicho por la dama preguntamos nuevamente: ¿Por qué las autoridades federales y locales prohibieron a los testigos comentar lo que había pasado en relación a la desaparición del joven Ramón Quiñones y a la presencia del raro ser visto por ellos en el bosque? ¿Cuántos más habrán desaparecido en el lugar, sin que el pueblo de Puerto Rico lo sepa?

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