domingo, 8 de mayo de 2011

EL DIABLO DE LOS CRISTIANOS EVANGELICOS JEHOVA OTRA HISTORIA




Extracto tomado de
http://www.grupoelr on.org/historia/ jehovaotrahistor ia.htm

La noción de que la humanidad fue esclavizada por algún tipo de manipulación extraterrestre, de acuerdo a algunos investigadores, es la base actual de las historias de la Creación encontradas en los registros Sumerios antiguos y los posteriores escritos Hebreos. Esta idea es planteada en detalle en la obra del académico israelí Zecharia Sitchin, quien utiliza los registros Sumerios para argumentar que el moderno Homo-Sapiens fue manipulado por seres del espacio exterior llamados "Nefilim". Él cree que los Nefilim llegaron incluso a "crear" la raza actual de "Homo Sapiens Sapiens" mediante la modificación genética del Homo-Erectus.

En 1989, la hipótesis radical de Zecharia Sitchin avanzó a otro nivel con la publicación del libro "The Gods of Eden" (Los Dioses del Eden), apropiadamente subtitulado: "The chilling truth about extraterrestrial infiltration - and the conspiracy to keep humankind in chains" (La escalofriante verdad acerca de la infiltración extraterrestre - y la conspiración para mantener a la humanidad encadenada). El autor, un abogado californiano con el seudónimo de William Bramley, recopiló las principales investigaciones anteriores sobre el tema de los "astronautas ancestrales" y las reunió con una particular visión conspiratoria de la historia. La chocante tesis de Bramley, que confronta casi todas las creencias populares, es la siguiente:
"Había seres similares a los humanos reproduciéndose en un planeta aislado en un brazo de nuestra galaxia. Esa raza humana fue una vez fuente de mano de obra para la civilización Nefilim, que tenía sometida a esa especie Homo Sapiens. Cuando los Nefilin llegaron a la Tierra modificaron el ADN del Homo Erectus y crearon seres similares a los del pequeño planeta antes nombrado. Actualmente, la raza Homo Sapiens Sapiens es la que (aparentemente) tiene el control del planeta Tierra, mas para los Nefilin no es así, pues para mantener el control sobre su posesión y mantener a la Tierra como una especie de prisión, esa otra civilización ha alimentado un interminable conflicto entre los seres humanos, ha promovido la decadencia espiritual y ha creado en la Tierra condiciones irreversibles de penuria física. Esta situación ha existido por miles de años, y aún continúa hasta nuestros días." (The Gods of Eden).

La idea de que humanidad es el producto de una ingeniería genética, conducida por extraterrestres provenientes de alguna parte, fuera de nuestro pequeño planeta, desafía tanto a la evolución Darwiniana como al Creacionismo. ¿Acaso los dogmas de la religión no nos han negado la verdad acerca de nuestros orígenes?

La iglesia Cristiana proclama que un supuesto omnisciente, todo-poderoso "Dios", creó a nuestros primeros padres del "barro", de manera parecida a como el alfarero moldea la arcilla. Solo cuando Adán y Eva rompen con las reglas de su Creador son sujetos al dolor, la enfermedad y la muerte. Por desobedecer a este "Dios" también condenaron a su descendencia - a toda la humanidad - a ser "pecadores". El Cristianismo deriva su infortunado relato sobre Adán y Eva del primer libro de la Biblia Hebrea o Antiguo Testamento, el Génesis.

Si interpretamos la Biblia literalmente, asumiendo que se trata de un documento histórico infalible, se nos presenta un "Dios" (Jehová o Yahvé) quien, por su propia palabra, admite ser celoso, colérico y vengativo. El temor del "Señor" (Jehová) aparece enfatizado constantemente a través del Antiguo Testamento. Se espera de Él que recompense a aquellos que lo adoran y que mantienen la observancia de la ley ritual, gratificando sus deseos mundanos por posesiones materiales y poder. No se puede dejar de notar que este cruel, sanguinario y egoísta "Dios" se asemeja grandemente a los caprichosos dioses Sumerios.

De acuerdo al Génesis, este "Dios", demasiado humano, desconocía que sus apreciados humanos habían echado a perder su Creación al comer la "fruta prohibida". Después de ésto, habiendo expulsado a la primera pareja humana del Paraíso, amenazó a sus descendientes con su cólera hasta el día en que ahogó al mundo entero conocido con un diluvio.
Este "Dios" Jehová, como el historiador Gibbon observa en su obra "The Decline and Fall of the Roman Empire", es un "ser propenso a la pasión y al error, caprichoso a su favor, implacable en su resentimiento, celoso de su supersticiosa adoración, y confinando su providencia parcial a una simple persona y a su transitoria vida."

La investigación indica que la Biblia Hebrea, lejos de ser un texto histórico infalible creado por un Ser Supremo, resulta ser una gran revisión compilada de por lo menos dos trabajos completamente separados. Reunidos en el Libro del Génesis existen dos trabajos separados conocidos por los académicos como las tradiciones del Norte "E" y las del Sur "J", las cuales son complementadas por revisiones e inserciones adicionales. En la "E" (que contiene los pasajes referentes a los Elohim) reside la tradición pre-Judaica de la gente del Norte, quienes exaltaban a Elyón, el Más Elevado Dios y a los demás Elohim. Los pasajes correspondientes a "J", o Jehovistas, describen una entidad totalmente foránea, el malvado Jehová (YHWH), el "Señor". De acuerdo a Max. J. Dimont, en "Jews, God and History": "En el siglo quinto A.C. los sacerdotes Judíos combinaron porciones de los documentos 'J' y 'E', añadiendo un pequeño aporte personal (conocido como el fraude piadoso); los documentos resultantes se conocen como 'JE', ya que "Dios", en estos pasajes, es nombrado como 'Jehová Elohim' (traducido como 'Señor Dios')."
A esto se debe que encontremos, dentro de la Biblia, imágenes contradictorias y conflictivas del Supremo Dios. Encontramos a Jehová, un dios tribal, enmascarando al Ser Supremo. Los primeros capítulos del Génesis describen un combate impresionante entre dos poderes rivales.

Por un lado está Elyón, el Eloah que "crea" mediante su propio espíritu manifestado; y por el otro lado está el malévolo Señor Dios, Jehová, quien creó a un ser sintético compuesto de 'barro'. Jehová resulta ser Satanael, un Eloah que se levantó en rebelión contra los otros Elohim. Aunque posteriormente nombrado el Único Dios, inicialmente los Hebreos conocían a Jehová solo como uno más de los muchos Elohim. Ellos citan el Canto de Moisés para distinguir entre Elyón, el Más Elevado y el Jehová usurpador:
Cuando el Altísimo Elyón repartió las naciones, cuando distribuyó a los hijos de Adán, fijó las fronteras de los pueblos, según el número de los hijos de Dios; mas la porción de Jehová fue su pueblo, Jacob su parte de heredad. (Deuteronomio 32:8-9)

Los Cristianos Gnósticos de los primeros siglos, quienes preservaron las enseñanzas originales de Jesús, hacían una distinción entre el Padre Celestial (aquí ya hablamos del Absoluto) y el dios de la Biblia Hebrea. Jehová (YHWH) no era el Padre revelado por Jesús. Mientras la Biblia Hebrea revelaba a un dios tribal, el Dios de Jesús era el Ser Supremo Universal de toda la humanidad. El dios Hebreo era un dios de temor, el Padre Celestial de Jesús era un Dios de amor. De hecho, Jesús nunca se refirió al Padre Celestial como Jehová. El Evangelio Gnóstico de Pedro establece que los Hebreos se encontraban bajo la ilusión o engaño de que conocían al Ser Supremo, pero eran ignorantes del mismo, y conocían solo a un falso dios, un impostor, cuya naturaleza verdadera era desconocida para ellos.

Los Gnósticos, basados en su profundo estudio del Libro del Génesis, exponen a Jehová como Satanael el Demiurgo, el poder creativo de este caído mundo material, que es hostil al Ser Supremo. Un Maestro Gnóstico dijo como 72 Elohim creaban a los ángeles, a los arcángeles, potestades y dominaciones. El mundo, sin embargo, y todo en él, fue construido por siete Elohim particulares, y el hombre también es obra de los Elohim. Estos 7 Elohim él los describió como artesanos flojos y rebeldes.

La Iglesia Católica, al aceptar la Biblia Hebrea en su interpretació n literal, confunde a Jehová el dios tribal con el Absoluto. Imitando a la antigua Israel, la Iglesia se establece como un imperio político y religioso. Sólo los Cristianos Gnósticos permanecieron en su camino. Los Gnósticos pronto se encontraron siendo denunciados viciosamente como herejes, mientras que sus libros sagrados eran robados y quemados. Gracias al descubrimiento milagroso de algunas escrituras Gnósticas en Nag Hammadi, Egipto, en mitad del siglo XX, podemos tener una mejor comprensión de las comunidades Cristianas Gnósticas de los primeros siglos de nuestra era.
Un trabajo Gnóstico descubierto en Nag Hammadi denominado el Apocalipsis de Adán, es un recuento de la creación de Adán y Eva. Este libro, que data del primer siglo, pudo haber sido un intento de reconstruir el Génesis original. Dice que Adán declaró:
"Cuando el dios menor me creó de la tierra, junto con Eva tu madre, mi espíritu estaba con el de ella en la gloria de Eón, el Padre verdadero. Ella me enseñó una palabra de conocimiento del Dios eterno. Y nosotros nos asemejábamos a los amorosos ángeles, porque éramos espiritualmente más grandes que el dios que nos había creado.

Entonces dios (el Demiurgo/Satanael) , el regente de los poderes, en cólera nos dividió. Entonces nos convertimos en dos mitades, una espiritual y otra, dependiente de la parte física. Y la gloria en nuestros corazones nos abandonó. Después de aquellos días, el conocimiento eterno del Dios de la Verdad (Padre Celestial) se retiró de mí y de tu madre Eva. Desde ese momento aprendimos acerca de las cosas perecederas, como el hombre. Entonces reconocimos al dios (Demiurgo) quien nos había creado. Nosotros no le éramos extraños a sus poderes. Y le servimos a él en temor y esclavitud."
Los Gnósticos entendieron que existen muchas órdenes diferentes de seres. Sus escritos refieren numerosas Jerarquías de entidades espirituales, tanto de la Luz como de la Oscuridad.

John A. Keel, autor de "Disneyland of the Gods", y "Our Haunted Planet", argumenta que el creciente interés aparecido a finales del siglo XX, en relación a los extraterrestres, alienígenas y OVNIs, es solamente una versión moderna de las mismas fuerzas que otras personas y culturas alguna vez identificaron como "demonios" o "ángeles caídos":
"Los platillos voladores son meramente otro marco de referencia que nos provee de explicaciones aceptables para algunos de estos grotescos eventos. Un fenómeno invisible está acechándonos constantemente y manipulando nuestras creencias. Sólo vemos lo que ellos eligen que veamos, y usualmente nosotros reaccionamos. "

La idea de que el cuerpo humano es el resultado del trabajo de creadores malévolos es notablemente parecida a la idea de extraterrestres involucrados en ingeniería genética para "crear" al homo-sapiens. ¿Estamos tratando con el mismo fenómeno? ¿Conocían los Gnósticos la verdad acerca del verdadero origen del hombre y de los poderes invisibles que buscan mantener a los seres humanos atados? ¿Son los malévolos creadores quienes, según los Gnósticos, secuestran a seres espirituales y los atrapan en cuerpos físicos, los mismos dioses creadores extraterrestres de Sumeria? Considere la siguiente observación de un académico Gnóstico, el Dr. Stephen Hoeller:
"Los ángeles estelares y otros espíritus regentes aparecen como tiránicos, limitando las agencias en esta visión Gnóstica. Ellos son usurpadores que señorean sobre la humanidad y la creación con el fin de acrecentar su propia importancia y gloria. Le incumbe entonces a los conocedores realizar esto y alejarse tanto como sea posible de la influencia de estos poderes. El predicamento existencial de la vida humana radica en la incómoda dominación que ejercen estos dioses menores sobre el espíritu de los seres humanos, y de la cual solo la realización de la Gnosis puede extraerlos." (Jung and the Lost Gospels)

Los ángeles creadores o Arcontes también se caracterizan como poderes terribles o fuerzas de ilusión y negatividad. Son como carceleros de una prisión, buscando mantener a sus cautivos humanos atados a la Tierra. Atrapado en las ilusiones de la existencia material, el hombre cree que es solamente un cuerpo y no logra darse cuenta de la verdad acerca de su origen. Esta condición perpetúa la ceguera espiritual, dejando a la humanidad cautiva de los Carceleros.
Sin embargo, los Gnósticos nunca cesaron de proclamar que el Verdadero Ser del Hombre no es su cuerpo, y el mundo material definitivamente no es su verdadero hogar. El hombre es un ser espiritual y su propósito es la realización de su Ser Superior, esa chispa de luz exiliada (o escondida en lo más profundo) del cuerpo físico. Su destino es retornar al Reino de la Luz, su verdadero hogar más allá del plano material.

Debemos despertar y tomar conciencia de nuestro origen, de dónde venimos, cómo fuimos atrapados por el apego, y cómo podemos lograr la liberación. Los Gnósticos nos indican la urgencia de escapar de la trampa del mundo y abrir nuestros ojos a la realidad de nuestro verdadero Origen.

JEHOVA = HUITZILOPOCHTLI? ? SIMILITUDES ENTRE HEBREOS Y AZTECAS
Extracto del libro: "Defendámonos de los Dioses" de Salvador Freixedo

El éxodo en los judios, la vemos repetida con unos paralelos asombrosos e incomprensibles en el pueblo azteca.
Según las tradiciones de este pueblo, hace aproximadamente unos 800 años que su dios Huitzilopochtli se les apareció y les dijo que tenían que abandonar la región en que habitaban y comenzar a desplazarse hacia el sur «hasta que encontrasen un lugar en el que verían un águila
devorando a una serpiente». En este lugar se asentarían y él los convertiría en un gran pueblo. La región en que por aquel entonces habitaban los aztecas estaba en lo que hoy es terreno norteamericano —probablemente entre los estados de Arizona y Utah— y por lo tanto su
peregrinar hasta Tenochtitlán fue notablemente más extenso que el que a los hijos de Abraham les exigió su «protector» Yahvé(Jehova) .
La caminata de los «Hijos de la Grulla» (como tradicionalmente se llamaba a los aztecas) fue de no menos de tres mil kilómetros y no precisamente por grandes carreteras sino teniendo que atravesar vastos desiertos y zonas abruptas y de densa vegetación que ciertamente tuvieron que poner a prueba su fe en la palabra de su dios Huitzilopochtli. Pero por fin, después de mucho caminar encontraron en una pequeña isla, en medio del lago
Texcoco, el águila de la profecía devorando una serpiente en lo alto de un nopal. Esta pequeña isla estaba exactamente donde ahora está la impresionante plaza del Zócalo, en medio de la ciudad de México. La febril actividad constructora de los aztecas —muy influenciada
por otros dos pueblos que anteriormente se habían distinguido mucho por sus grandes construcciones: los olmecas y los toltecas— pronto convirtió aquellos lugares pantanosos, en la gran ciudad con la que se encontraron los españoles cuando llegaron a principios del siglo XVI.
Hoy día ya apenas si quedan algunas partes con agua del lago Texcoco, pero cuando llegaron los aztecas, allá por el año 1325, el lago ocupaba una superficie notablemente mayor del valle de México. Con lo dicho hasta aquí, no podríamos encontrar sino un paralelo genérico con lo que les
aconteció a los hebreos, y ciertamente no tendríamos derecho a esgrimirlo como un argumento en favor de nuestra tesis. Pero si consideramos cuidadosamente todos los detalles de la historia de la peregrinación azteca, nos encontraremos con muchas otras circunstancias muy sospechosas.
Helas aquí:


—La personalidad de Yahvé(Jehová) era muy parecida a la de Huitzilopochtli. Ambos querían ser considerados como protectores y hasta como padres, pero eran tremendamente exigentes, implacables en sus frecuentes castigos y muy prontos a la ira.

—Ambos les dijeron a sus pueblos escogidos, que abandonasen la tierra en que habitaban.Yahvé(Jehová) lo hizo primeramente con Abraham haciendo que dejase Caldea y lo hizo posteriormente con Moisés forzándolo a que abandonase Egipto al frente de todo su pueblo.

—Ambos acompañaron «personalmente» a sus protegidos a lo largo de toda la peregrinación,ayudándolos directamente a superar las muchas dificultades con que se iban encontrando en su camino.

—Yahvé(Jehová) los acompañaba en forma de una extraña columna de fuego y humo que lo mismo los alumbraba por la noche que les daba sombra por el día, y les señalaba el camino por donde tenían que ir, haciendo además muchos otros menesteres tan extraños y útiles como apartar las aguas del mar para que pudiesen pasar de una orilla a otra, etc. Huitzilopochtli acompañó a los aztecas en forma de un pájaro, que según la tradición era una gran águila blanca que les iba mostrando la dirección en que tenían que avanzar en su larguísima peregrinación.

—Este peregrinar en ninguno de los casos fue de días o semanas. En el caso judío, Yahvé(Jehová), extrañísimamente, se dio gusto haciéndoles dar rodeos por el inhóspito desierto del Sinaí durante 40 años (cuando podían haber hecho el camino en tres meses). Huitzilopochtli fue todavía más errático y desconsiderado en su liderazgo, pues tuvo a sus protegidos vagando dos siglos aproximadamente, hasta que por fin los estableció en el lugar de la actual ciudad de México.

—Si el tiempo que ambos pueblos anduvieron errantes no fue breve, tampoco lo fue la distancia que tuvieron que cubrir. Primero Abraham fue desde Caldea a Egipto de donde volvió a los pocos años. Pero enseguida vemos a su nieto Jacob volver de nuevo a Egipto (siempre bajo la
mirada de Yahvé(Jehová), que era el que propiciaba todas estas idas y venidas) hasta que, al cabo de unos dos o tres siglos, vemos a todo el pueblo hebreo —por aquel entonces ya numerosísimo— de vuelta hacia la tierra prometida capitaneado por Moisés, pero dirigido desde las alturas por aquella nube en la que se ocultaba Yahvé(Jehová). La distancia que tenía que recorrer el pueblo hebreo era, teóricamente, de unos 300 kilómetros; pero Yahvé(Jehová) se encargó de estirar esos 300 kilómetros hasta convertirlos en más de mil. La distancia recorrida por el pueblo azteca fue mucho mayor, ya que no debió de ser inferior a los tres mil kilómetros, distancia que fue fielmente recorrida por las seis tribus que inicialmente se pusieron en camino.

—Ambos pueblos tuvieron que enfrentarse a un sinnúmero de tribus y pueblos que ya habitaban la «tierra prometida» cuando llegaron los «pueblos escogidos». Los amorreos, filisteos, gebuseos, gabaonitas, amalecitas, etc., que a cada paso nos encontramos en la Biblia en guerra con los judíos, tienen su contrapartida americana en los chichimecas, tlaxcaltecas, otomíes, tepanecas, xochimilcos, etc., con quienes tuvieron que enfrentarse los aztecas en su peregrinaje hacia Tenochtitlán.

-Ambos pueblos, en cuanto fueron adoptados por sus respectivos dioses protectores, comenzaron a multiplicarse rápidamente, pero sobre todo en cuanto llegaron al lugar prometido y establecieron en él, se hicieron muy fuertes y pasaron a ser le, pueblos dominantes en toda la
región, avasallando a sus vecinos. Ambos pueblos llegaron a la cúspide de su desarrollo aproximadamente a los dos siglos de haberse establecido en la tierra prometida.

—Ambos pueblos fueron adoctrinados en un rito tan raro como es la circuncisión. Este es un «detalle» tan extraño que, induce a sospechar muchas cosas, entre ellas, que Yahvé(Jehová) y Huitzilopochtli eran hermanos gemelos en sus gustos.

—Tanto Yahvé(Jehová) como Huitzilopochtli les exigían a sus pueblos sacrificios de sangre. Entre los hebreos esta sangre era de animales, pero entre los aztecas la sangre era frecuentemente humana, como en la dedicación del gran templo de Tenochtitlán cuando, según los historiadores, se sacrificaron varios miles de prisioneros, abriéndoles el pecho de un tajo y arrancándoles el corazón, todavía latiendo y sangrante, para ofrecérselo a Huitzilopochtli. Yahvé(Jehová), a primera vista no llegaba a tanta barbarie, pero parece que a veces acariciaba la idea. Recordemos si no, el abusivo sacrificio que le exigió a Abraham de su hijo Isaac (y que sólo a última hora impidió) y el menos conocido de la hija de Jefté (Jue. 13). Este caudillo israelita le prometió a Yahvé(Jehová) que mandaría sacrificar al primer ser viviente que se le presentase a la vuelta al campamento, si Yahvé le concedía la victoria sobre los ammonitas. Cuando volvía victorioso de la batalla, la primera que le salió al encuentro para felicitarle fue su propia hija. Y Yahvé(Jehová), que con tanta facilidad le comunicaba sus deseos a su pueblo, no dijo nada y permitió que Jefté cumpliese su bárbaro juramento. Y éste no es el único ejemplo de este tipo.

(Y conste que no decimos nada —para no extendernos— de los auténticos ríos de sangre que el propio Yahvé(Jehová) causó con las continuas batallas a las que forzó durante tantos años a su pueblo. RÍOS de sangre que a veces provenían exclusivamente de su pueblo escogido cuando «se encendía su ira contra ellos» cosa que sucedía (con bastante frecuencia).

—Tanto Yahvé(Jehová) como Huitzilopochtli abandonaron de una manera inexplicable a sus respectivos pueblos cuando éstos más los necesitaban. Yahvé —que ya estaba bastante escondido desde hacía varios siglos— se desapareció definitivamente a la llegada de los romanos a Palestina, y Huitzilopochtli hizo lo mismo cuando llegaron los españoles; y a partir de entonces, la identidad de los aztecas como pueblo, se ha disuelto en el variadísimo mestizaje de la gran nación mexicana.(Es muy dudoso, por no decir imposible, que los aztecas, pese a las promesas de su protector,
logren el supremo y desesperado acto de supervivencia de los israelitas, de volver a resucitar como un pueblo de historia y características propias).

— Por supuesto, como no podía ser menos, ambos pueblos fueron instruidos detalladamente acerca de cómo habían de construir un gran templo en el lugar en donde definitivamente se instalasen. (Este es otro «detalle», como más adelante veremos, que ha sido básico en todas las
apariciones religiosas a lo largo de la historia).

— Por si todos estos paralelos no fuesen suficientes, nos encontramos todavía con otro, que le confieso al lector que a mí me produjo una profunda impresión cuando lo encontré ingenuamente relatado por fray Diego Duran, uno de los muchos frailes franciscanos que escribieron las crónicas de los primeros tiempos del descubrimiento de las Américas, basados en lo que los propios indios les contaban. El buen fraile, en su relato de las creencias de los antepasados de los aztecas, nos cuenta (por supuesto, con una cierta lástima ante el paganismo «demoníaco» en que se hallaban sumidos aquellos pueblos) que cuando el pueblo entero avanzaba hacia el sur, siguiendo siempre a la gran águila blanca que los dirigía desde el cielo, lo primero que harían al llegar a un lugar, era construir un pequeño templo para depositar en él el arca que transportaban mediante la cual se comunicaban con su dios. Este detalle de llevar también un arca, al igual que los hebreos, y de considerarla de gran importancia pues era el vínculo que tenían con su protector, es algo que me sumió en profundas reflexiones y que me hizo llegar a la conclusión de que algunos de estos «espíritus que están en las alturas» —tal como los denomina San Pablo— tienen gustos muy afines. Y puede ser que no sólo gustos, sino también necesidades, cuantas veces se asoman a nuestro mundo, o a nuestra dimensión, en donde no pueden actuar tan naturalmente como lo hacen cuando están en su
elemento.

—Todavía como un último paralelo, podríamos añadir lo siguiente: Si el Yahvé(Jehová) de los hebreos tuvo su contrapartida americana en Huitzilopoctli, el Cristo judío, en cierta manera reformador de los mandamientos de Yahvé(Jehová), tuvo su contrapartida en Quetzalcoatl, el mensajero de Dios, instructor y salvador del pueblo azteca, que, como Cristo, apareció en este mundo de una manera un tanto misteriosa; fue aparentemente un hombre como él, y como él, se fue de la tierra de una manera igualmente extraña, prometiendo ambos que algún día volverían.

—Hasta aquí llegaban los paralelos que personalmente había investigado hace ya unos cuantos años; pero la lectura del libro de Pedro Ferriz «¿Dónde quedó el Arca de la Alianza?», ha dado pábulo a mis sospechas y a mis paralelos, con los detalles que allí aporta. Uno de ellos es el curioso «cambio de nombres». Resulta que Huitzilopoctli tenía la misma «manía» que Yahvé(Jehová) (Abram-Abraham, Sarai-Sara, Jacob-Israel) y hasta que el mismo Jesucristo (Kefas, Boanerjes). Y por cierto la misma «manía» que encontramos en los modernos «extraterrestres» que con gran frecuencia les cambian el nombre a sus contactados.

—Pero no sólo eso sino que el Moisés azteca, —que era el único que hablaba con Huitzilopochtli, según Ferriz- se llamaba "Mexi y su hermana (¡porque también tenía una influyente hermana!) se llamaba Malínal. Pues bien, fonéticamente, Meshi se parece a Moshe (Moisés en la versión fonética castellana), y Malínal a María. Y aunque al lector este paralelo pueda parecerle una exageración traída por los pelos, debería saber que estos «parecidos» en cuestión de nombres propios, son algo con lo que nos encontramos frecuentemente en el mundo de lo religioso-paranorma l (Chishna-Cristo; Maturea-Matarea, etc.) y son algo normal en el mundo esotérico. Son chispazos de la Magia Cósmica que escapan a nuestra lógica. Hasta aquí los paralelos entre el peregrinar del pueblo hebreo y el peregrinar del pueblo azteca. Si todas estas similitudes las encontrásemos únicamente entre estos dos pueblos, podríamos achacárselas tranquilamente a pura coincidencia casual. Pero lo que se hace tremendamente sospechoso es que éstas y otras «coincidencias» las encontramos en gran abundancia en muchos otros pueblos de la Tierra, separados por miles de años y por miles de kilómetros.

Pongo el caso de una tribu negra del Zaire, a la que, aparte de otros curiosísimos paralelos con el pueblo hebreo, su «Yahvé(Jehová)» —que en este caso se llamaba Murl— les enseñó e impuso la circuncisión (!).

NO LO CREAN....INVESTIGUENLO

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