martes, 9 de marzo de 2010

Los individuos religiosos son más amables pero menos extrovertidos


La religiosidad aporta ciertos recursos a la sociedad, mientras que otros proceden de creativos y revolucionarios

Un meta-análisis de docenas de estudios que vinculaban ciertas características de la personalidad humana con la religiosidad ha revelado que las personas religiosas son, en general, más amables y rectas, pero también menos extrovertidas y abiertas. Según el autor de la investigación, estos resultados sugieren que la religión puede facilitar ciertos recursos a la sociedad, pero que otros escapan a su ámbito, como aquéllos que aportan los creativos, los rebeldes o los revolucionarios. Ambas aportaciones han sido, sin embargo, siempre necesarias para el desarrollo y el mantenimiento de la sociedad
n análisis reciente realizado por el científico de la Universidad belga de Louvain, Vassilis Saroglou, especializado en la investigación de la personalidad y de la psicología religiosa, ha revelado que la religiosidad está relacionada generalmente con la amabilidad y con la rectitud.

Saroglou realizó un meta-análisis que consistió en combinar estadísticamente los resultados de docenas de estudios anteriores para sustraer de ellos ciertas tendencias de la personalidad.

En total, el investigador revisó 63 estudios realizados en todo el mundo, buscando en ellos el llamado Modelo de los cinco grandes.

Más amables y rectos

En psicología, este modelo es el más extendido para medir la personalidad y describe ésta como formada por cinco factores amplios o dimensiones: extroversión, amabilidad, rectitud, neurosis y apertura.

Uno de los hallazgos del meta-análisis de Saroglou fue que, independientemente de la religión, de las áreas culturales y de los grupos sociales estudiados, las personas que más alto puntuaron en amabilidad fueron las mismas que señalaron ser más religiosas.

La amabilidad es considerada como el acto o el estado de comportamiento caritativo hacia otras personas.

En este aspecto, el estudio de Saroglou constató, sin embargo, importantes diferencias culturales. Así, reveló, por ejemplo, que los individuos más religiosos de Europa son menos amables que los más religiosos de América. Por otro lado, las personas europeas más religiosas tienen una mentalidad más cerrada que los europeos no religiosos.

En lo que se refiere a la rectitud, considerada ésta como conducta justa y severa, las puntuaciones obtenidas también revelaron que esta característica de la personalidad está más presente en los individuos religiosos.

Funciones de la religión

Tal y como explica Saroglou en un artículo publicado por la revista Personality and Social Psychology Review, el hecho de que exista una relación entre dos aspectos fundamentales de la personalidad humana y la religiosidad sugiere que la religión cumpliría con dos funciones claves.

La primera de ellas es la de propiciar el autocontrol, la necesidad de orden y la reducción de la incertidumbre, además de ayudar a la organización de la vida alrededor de un sentido y de unos objetivos. Estos elementos generan, en última instancia, una estabilidad personal.

Por otro lado, la religión parece propiciar también la preocupación por el bienestar de otras personas y por la armonía social.

Este aspecto de la religión potenciaría la calidad de las relaciones interpersonales, intercambios beneficiosos y amor y protección en las relaciones con los allegados.

Menos extrovertidos y abiertos

El meta-análisis de Saroglou reveló asimismo que existe una ausencia de relación entre la religiosidad y otras dos dimensiones de la personalidad establecidas por el Modelo de los cinco grandes: la extroversión y la apertura.

Esta ausencia de relación podría responder, según el científico, a que la religión no se ocupa en absoluto de otras funciones claves de la personalidad humana, como la capacidad de adaptarse o de desarrollarse.

La religiosidad cubre ciertos aspectos de la personalidad humana, como la preocupación por la estabilidad social y personal y por la autotrascendencia moral, pero no se ocupa de las necesidades humanas de gozo, crecimiento personal o de cambio social, afirma el investigador.

Entre los recursos que la religión puede aportar a la sociedad y a los individuos están los ejemplos morales o las normas, pero otros elementos que posibilitan las adaptaciones culturales escapan a su ámbito, como aquéllos que proporcionan los individuos creativos, los rebeldes o los revolucionarios.

Presumiblemente, escribe Saroglou, las sociedades humanas necesitan ambos aspectos. Este hecho explicaría porqué, a lo largo de toda la historia, ha habido personas religiosas y personas no religiosas.

Ambos tipos de individuos resultarían necesarios, por razones complementarias, en la determinación del mundo tal y como es en la actualidad.

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