jueves, 10 de febrero de 2011

REALIDADES


Son cientos, miles de personas que, dirigidas por los conocidos “Telepredicadores”, que son unos personajes especializados en decir tonterías, fanatizar a sus seguidores y recibir de ellos unos sustanciosos cheques que hacen de esa actividad algo muy rentable, están recibiendo una información que además de falsa, tendenciosa y estúpida puede ser, (y en mi opinión lo es, desde luego), algo muy peligroso.
Les ha dado por considerar y propagar a los cuatro vientos que el Príncipe Felipe, heredero de la Corona de España es el Anticristo anunciado en el Apocalipsis y en muchas otras profecías.
En este caso y según una equivalencia de una forma de interpretar las Escrituras, se identifica a la Bestia con el Anticristo, Hombre de pecado y Abominación.
Según otras interpretaciones la Bestia sería una estructura de poder imperialista, que algunos identifican con la Unión Europea.
Para otros, Anticristo es todo aquel que va contra Cristo.
Interpretaciones hay muchas, pero para quienes la han tomado contra el Príncipe de España, ambas entidades, la Bestia y el Anticristo se identifican de igual manera y su número es el 666.
Según estos botarates descerebrados, el Príncipe de España reúne todos los requisitos para poder ser considerado como el Anticristo. Se basan en cifras y en situaciones, que ellos creen que son correctas, a la luz de su ignorancia, si es que en la ignorancia puede haber alguna luz.
Las perlas que van desgranando estos apóstoles de la idiotez son muchas, pero ninguna es sensata.
Se ha dicho siempre, de manera muy acertada, que para hablar es condición indispensable estar informado sobre el tema sobre el cual se habla. Si no ocurre así, se llegan a decir muchas estupideces.
Esto de las estupideces y de las tonterías no tendría mayor importancia si no fuera porque los seguidores de estos telepredicadores, o teletontos, no estuvieran sembrando en las mentes de quienes creen en ellos una semilla que puede resultar muy peligrosa. Y después vienen las lamentaciones por no haber dado a cada cosa la importancia que realmente tiene.
¿Por qué me preocupo por estas tonterías?. Porque quienes oyen los sermones de estos “pastores” son de lo más variado y abundan entre ellos los fanáticos religiosos, cuya única brújula que les guía en este mundo es la Biblia y algún otro libro considerados como “sagrados”. No razonan sus creencias. Las aceptan tal cual leen esos libros, de manera literal, incluso sacando lo que leen de su contexto verdadero o tal cual oyen a quienes les llenan el cerebro con esas falsas enseñanzas. Son incapaces de pensar por sí mismos y dependen totalmente de su dirigente o líder religioso. Triste, pero es así.
Estos predicadores son los llamados Falsos Profetas, y cuanto predican es falso de toda falsedad.
Pero si una persona racional les escucha, razonará lo que oye y actuará en consecuencia con sus razonamientos, dando un lugar para cada cosa y poniendo cada cosa en su lugar.
No lo hará así el fanático, que oyendo las barbaridades de los predicadores se pondrá a gritar “¡Aleluya!”, ¡”Bendito seas!” y otras zarandajas similares. Y entre cánticos y alabanzas llegan incluso a caer en trances mediúmnicos y pérdidas de la consciencia, que aumenta el ardor o paroxismo de los demás. Pólvora al lado del fuego. Y ahí dejan su voluntad y su poco raciocinio en manos de los “pastores teletontos”.
Hasta aquí todo más o menos preocupante, pero la cosa cambia cuando en el transcurso de una predicación se va más allá y se dan nombres de personas a quienes se identifica con diablos, con anticristos y con seres malignos, aduciendo para esa identificación unos datos que ni por asomo se corresponden con la realidad.
¿El peligro?: Existe. No faltará quien, en cualquier momento, presa de su fanatismo y convencido de que personas como el Príncipe Felipe pueda ser el Anticristo, (Y la princesa Leticia como la Gran Prostituta del Apocalipsis, que cabalga a lomos de la Bestia , que también se dice eso), se lance contra ellos en algún viaje, durante algún acto oficial y puedan perpetrar una acción criminal con funestas consecuencias. Estas cosas han ocurrido a lo largo de la Historia varias veces, por tanto no hablamos de nada inverosímil, ni nada nuevo.
Por consiguiente es peligroso no dar importancia a estos telepredicadores, aficionados al tema apocalíptico, (pues el temor atrae fieles temerosos del Fin del Mundo). Supongo que los Servicios de Seguridad de estas personas están advertidos de todas estas cosas, aparte de que la protección constituye su actividad normal diaria.

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