miércoles, 9 de marzo de 2011

EL CUERPO ASTRAL Y OTROS FENÓMENOS CELESTES de ARTHUR POWELL


INTRODUCCION

Es el objeto de este libro presentar a los estudiantes de Teosofía una síntesis condensada de todo el conocimiento, que poseemos en la actualidad, con respecto al Cuerpo Astral del hombre, junto con la descripción y explicación del mundo astral y de los fenómenos del mismo. De consiguiente, esta obra viene a ser la continuación natural de otra que, bajo el título de: EL DOBLE ETÉRICO y LOS FENÓMENOS DEL MISMO, se publicó en julio de 1944.
Como en el caso de "EL DOBLE ETÉRICO", el compilador ha reunido el material de un gran número de obras, de las cuales damos una lista aparte. Se ha ordenado este material (que abarca un campo muy extenso y extraordinariamente complejo) lo más metódicamente que ha sido posible. Se confía que de esta manera los estudiantes, presentes y futuros, de estas cuestiones ahorrarán mucho trabajo y tiempo, puesto que encontrarán toda la información reunida en un volumen de relativamente pocas páginas.
A fin de que la obra no resultara demasiado voluminosa y, al mismo tiempo, llenara plenamente el objeto en vista, se ha adoptado el plan general de exponer los principios subyacentes en los fenómenos astrales, omitiendo los ejemplos o casos particulares. Los conferenciantes, que deseen ilustraciones específicas de los principios enunciados, podrán encontrarlos en las obras que nos han servido para esta compilación, para lo cual damos la lista arreglada por orden alfabético al finar de esta obra.Asimismo, en cuanto lo permiten la complejidad y ramificaciones del tema, el método adoptado consiste en exponer primeramente el aspecto forma, luego el aspecto vida; es decir que primero se describe el mecanismo objetivo del fenómeno, y luego las actividades de conciencia expresadas por medio de tal mecanismo. Si el estudiante tiene esto en cuenta, no le sorprenderá encontrar pasajes que a primera vista parecen repeticiones, pero que son descripciones de un mismo fenómeno, primeramente desde el punto de vista de la forma material externa y luego desde el punto de vista del Espíritu o conciencia. Confiamos suplementar este volumen con otros similares, que traten de los Cuerpos Mental y Causal del hombre, completando así todo el conocimiento disponible con respecto a la constitución del cuerpo humano.
Contamos con una gran masa de material sobre estos temas, pero diseminada en un gran número de libros que pocos estarán en condiciones de consultar. De consiguiente, creemos satisfacer una verdadera necesidad al poner todo ese material a la disposición de estudiantes cuyo tiempo es limitado.El adecuado estudio de la humanidad es el estudio del hombre; el tema es tan extenso, tan absorbente y tan importante que consideramos obra de servicio hacer todo lo posible para poner al alcance de todos cuantos ansían tal conocimiento todo el material acumulado hasta el presente.



CAPÍTULO I

DESCRIPCION GENERAL

Antes de iniciar el estudio detallado del cuerpo astral y de los fenómenos relacionados con el mismo, es conveniente que demos al estudiante un breve delinearniento de la extensión de los puntos que nos proponemos abarcar, a fin de que obtenga la adecuada perspectiva del tema general y de la dependencia relativa entre las diferentes partes del mismo.

El cuerpo astral del hombre es un vehículo que, a la visión clarividente, no aparece muy diferente del físico; está rodeado de un aura de colores centelleantes y compuesto de materia mucho más fina y sutil que la física; es el vehículo por medio del cual el hombre expresa sus sentimientos, pasiones, deseos y emociones; además sirve como puente y medio de transmisión entre el cerebro físico y la mente, la cual actúa en un vehículo de orden superior, llamado cuerpo mental.No obstante que todo ser humano posee y utiliza un cuerpo astral, muy pocos son conscientes de la existencia del mismo, y muchos menos son capaces de regularlo y actuar en él a plena conciencia. En la inmensa mayoría de las personas es apenas algo más que una masa amorfa de materia astral, los movimientos y actividades de la cual no están todavía bajo el dominio del hombre real, o sea, el Ego. En algunos, sin embargo, el cuerpo astral es un vehículo bien desarrollado y completamente organizado, que posee vida propia y que confiere a su poseedor muchos y útiles poderes.Durante el sueño del cuerpo físico, el hombre falto de desarrollo vive una existencia vaga y soñolienta en su cuerpo astral relativamente primitivo, y al despertar su cuerpo físico recuerda muy poco o nada de su vida durante el sueño.En cambio, la vida del hombre desarrollado en el cuerpo astral, mientras el físico duerme, es activa, interesante y útil, el recuerdo de la cual se puede, bajo ciertas condiciones, traer a la memoria del cerebro físico. La vida de una persona así deja de ser una serie de días de conciencia despierta y noches de olvido, para convertirse en vida permanente de conciencia sin solución de continuidad, que alterna entre el plano o mundo físico y el astral.

Una de las primeras cosas que aprende el hombre al actuar en el cuerpo astral es ir de un lado a otro; pues tal cuerpo posee gran movilidad y puede trasladarse a grandes distancias del cuerpo físico sumido en sueño. La comprensión de este fenómeno arroja mucha luz sobre un gran número de fenómenos de los llamados "ocultos", tales como "apariciones" de diversas clases, conocimiento de lugares nunca visitados físicamente, etc.Como el cuerpo astral es el vehículo de los sentimientos y emociones propiamente, el entendimiento de la composición del mismo y de cómo actúa es de gran valor para comprender muchos aspectos de la psicología humana, tanto individual como colectiva; proporciona, además, una explicación sencilla del mecanismo de muchos fenómenos revelados por el psico-análisis moderno.
La clara comprensión de la estructura y naturaleza del cuerpo astral y las posibilidades y limitaciones del mismo es esencial para comprender la vida a la que pasan los seres humanos al morir físicamente. Los diversos "infiernos", "cielos", y "purgatorios" en que creen los secuaces de gran número de religiones, se pueden clasificar y se hacen comprensibles tan pronto como se conoce la naturaleza del cuerpo y del mundo astrales.El estudio del cuerpo astral ayuda asimismo a comprender muchos de los fenómenos de las sesiones espiritistas, así como ciertos métodos físicos y no físicos de curar enfermedades.

Quienes tengan interés en la llamada cuarta dimensión encontrarán la confirmación de muchas de las teorías formuladas a base de las matemáticas y de la geometría, en el estudio de los fenómenos del mundo astral, tal como los describen quienes los han observado.Vemos, pues, que el estudio del cuerpo astral del hombre abre un vasto campo y expande de manera extraordinaria el concepto de la vida, que hoy se contempla desde el punto de vista casi exclusivamente físico y se interpreta en el mismo sentido. A medida que avancemos en nuestros estudios, veremos que los sentidos físicos, valiosos como son, no representan en manera alguna el límite de lo que, gracias a los vehículos de conciencia que el hombre posee, puede éste aprender en mundos más sutiles. El despertamiento de las facultades astrales revela un mundo nuevo dentro del viejo; en cuanto el hombre es capaz de entender correctamente el significado del nuevo, alcanza una perspectiva más amplia de su propia vida y de toda la Naturaleza, y se da plena cuenta de las posibilidades casi ilimitadas latentes en su propia naturaleza. De este conocimiento vendrá, con el tiempo e inevitablemente, al hombre el anhelo, y más tarde la firme determinación, de conocer esos mundos ya sí mismo; de hacerse superior a su destino terreno, y convertirse en un cooperador inteligente de lo que, con propiedad, se ha llamado la Suprema Voluntad en Evolución.Ahora procederemos a estudiar en detalle el cuerpo astral y muchos fenómenos astrales estrechamente relacionados con el mismo.

CAPÍTULO II

COMPOSICION y ESTRUCTURA

La materia astral existe en siete grados u órdenes de finura, los cuales corresponden a los siete grados de materia física conocidos como sólido, líquido, gaseoso, etérico, super-etérico, sub-atómico y atómico. Hasta ahora no se ha dado nombre a tales estados de materia astral, de manera que ordinariamente se los distingue por el número del grado o sub-plano, designándose como primero el más s útil, y como séptimo al de menor finura. Por ejemplo, al hablar de materia astral sólida o densa, nos referimos a la variedad séptima o más baja; al decir materia astral etérica, se entiende el grado cuarto desde arriba y así sucesivamente.

Como la materia astral es más sutil que la física, interpenetra a ésta. De consiguiente, todo átomo físico flota en un mar de materia astral, que lo envuelve y llena todos los intersticios de la materia física. Es bien sabido que, aún en la substancia más dura y densa, no hay dos átomos que se toquen; el espacio entre dos átomos adyacentes es mucho más grande que los átomos mismos. La ciencia física ortodoxa, desde hace tiempo, sostiene la hipótesis de un éter que interpenetra a todas las substancias conocidas, desde el sólido más denso hasta el gas más rarificado; así como este éter circula con perfecta libertad entre las partículas de la materia más densa, así también la materia astral interpenetra al éter y se mueve libremente entre las partículas del mismo. Así, pues, un ser que viva en el mundo astral puede ocupar el mismo espacio de un ser viviente en el mundo físico; sin que sean conscientes de la existencia el uno del otro, ni se estorben en sus movimientos. El estudiante ha de familiarizarse con este concepto fundamental, pues si no lo entiende con toda claridad, no le será posible comprender un gran número de fenómenos astrales.

El principio de interpenetració n permite comprender claramente el hecho de que los diferentes planos de la Naturaleza no estén separados en espacio, sino que existen a nuestro alrededor en este preciso momento, de modo que para percibirlos e investigarlos no es necesario moverse en el espacio, sino únicamente desarrollar en nosotros los sentidos por medio de los cuales podremos percibirlos. De modo que el mundo o plano astral es una condición de la naturaleza y no una localidad. Hemos de observar que no es posible desintegrar un átomo físico y reducirlo directamente a átomos astrales. Si la fuerza que hace girar a los catorce mil millones (aproximadamente) de "burbujas" en un ultérrimo átomo físico se hace volver, por un esfuerzo de la voluntad, al umbral del plano astral, el átomo desaparece, dejando en libertad a las "burbujas". La misma fuerza, actuando luego en un nivel superior, se manifiesta, no en un átomo astral, sino en un grupo de cuarenta y nueve de tales átomos.

Una relación similar, representada por el número 49, existe entre los átomos de dos planos cualesquiera contiguos de la naturaleza; así un átomo astral contiene 495 o 282.475.249 "burbujas"; un átomo mental contiene 494 "burbujas" y así sucesivamente. Hay razones para creer que los electrones son átomos astrales. Los físicos declaran que un átomo químico de hidrógeno contiene, probablemente, entre 700 y 1000 electrones. La investigación ocultista afirma que el átomo químico de hidrógeno contiene 882 átomos astrales. Esto puede ser una coincidencia, aunque no parece probable.Se ha de observar que los átomos físicos ultérrimos son de dos clases, masculinos y femeninos; en los masculinos, la fuerza afluye del mundo astral, pasa a través del átomo y entra en el mundo físico; en los femeninos, la fuerza viene del mundo físico, pasa por el átomo y va al mundo astral, desapareciendo así del mundo físico.La materia astral corresponde con curiosa exactitud a la materia física que interpenetra; cada variedad de materia física atrae materia astral de la densidad correspondiente. Así la materia física sólida está interpenetrada por materia astral que llamamos sólida; la materia física líquida, por astral líquido, o sea, materia astral del sexto subplano; similarmente, la gaseosa y los cuatro grados de materia etérica están interpenetrados por materia astral del grado correspondiente.

Así como es preciso que el cuerpo físico contenga en su constitución materia física de todas condiciones, sólida, líquida, gaseosa, y etérica, es igualmente indispensable que el cuerpo astral contenga partículas de los siete subplanos astrales, aunque naturalmente, las proporciones varían grandemente en diferentes casos. Ahora bien, como el cuerpo astral del hombre está compuesto de materia de los siete grados, puede experimentar todas las variedades de deseos, emociones y sentimientos posibles, tanto los más elevados como los más bajos. Esta capacidad peculiar de responder de la materia astral permite al cuerpo astral servir de envoltura, mediante la cual el Ego puede obtener experiencia a base de sensaciones. Además de la materia astral ordinaria, entra en la composición del cuerpo astral humano lo que se conoce como Tercer Reino Elemental, o simplemente Esencia Elemental del plano astral, la cual forma lo que se llama el "Elemental-Deseo" , del cual nos ocuparemos más extensamente.La esencia elemental astral consiste en materia de los seis subplanos inferiores del plano astral, vivificada por la Segunda Emanación de la Segunda Persona de la Trinidad. La materia astral del subplano más elevado o atómico es conocida como Esencia Monádica.En un hombre falto de desarrollo, el cuerpo astral es una masa de materia astral vagamente delineada, nebulosa y mal organizada, en la cual predominan las substancias de los grados más bajos; es tosco, de color oscuro y denso; con frecuencia tan denso que borra casi el delineamiento del cuerpo físico; así puede responder al estímulo de las pasiones y apetitos.

En tamaño, se extiende en todas direcciones hasta veinticinco o treinta centímetros del cuerpo físico.En una persona de mediana moral e intelectualidad, el cuerpo astral es considerablemente más grande, extendiéndose a unos cuarenta y cinco centímetros a cada lado del cuerpo; la materia del mismo es más fina y está mejor equilibrada. La presencia de materia de los grados más sutiles da cierta luminosidad al conjunto, y un delineamiento más marcado y preciso. En una persona desarrollada espiritualmente, el cuerpo astral es todavía de mayor tamaño y está compuesto de las partículas más finas de cada grado, predominando las de los más elevados.Hay mucho que decir sobre los colores de los cuerpos astrales, por lo que dedicaremos a ellos un capítulo especial.

Diremos, sin embargo, que, en personas poco desarrolladas, los colores son toscos y borrosos; pero se van haciendo más luminosos a medida que el hombre se desarrolla emocional, mental y espiritualmente. La misma palabra "astral", heredada de los alquimistas medievales, significa "estelar" y se supone que alude a la apariencia luminosa de la materia astral.Como ya se ha dicho, el cuerpo astral de una persona, no sólo compenetra al cuerpo físico, sino que, además, se extiende, como una nube, alrededor del mismo en todas direcciones. La porción del cuerpo astral, que se extiende más allá de los límites del cuerpo físico, se denomina ordinariamente "aura" astral.Sentimientos intensos producen un aura extensa. Cabe decir aquí que la dilatación del aura es uno de los requisitos para la Iniciación; pues las "Cualidades" han de ser visibles en ella.

El aura se dilata naturalmente a cada Iniciación. Se dice que el aura del Buda tiene un radio de más de tres millas.Como la materia del cuerpo físico siente fuerte atracción por la del cuerpo astral, es natural que la mayor parte (alrededor del 99 %) de las partículas astrales estén comprimidas dentro de la periferia del cuerpo físico; el uno por ciento restante llena lo que queda del ovoide y forma el aura.Así, pues, la porción central del cuerpo astral toma la forma exacta del físico; de hecho, es muy sólida y precisa y se distingue muy claramente del aura que lo rodea. Corrientemente se lo denomina la contraparte astral del cuerpo físico. No obstante, la correspondencia exacta del cuerpo astral con el físico es meramente con respecto a la forma externa, y no implica, en manera alguna, similaridad de función de los diversos órganos, como veremos claramente al tratar de los Chakras o Centros.No sólo el cuerpo físico del hombre, sino también todo objeto físico, posee materia astral del grado correspondiente en asociación permanente, la cual no se desprende sino mediante una fuerza oculta considerable; aún en este caso, la separación no dura más que mientras se ejerza tal fuerza. En otras palabras, todo objeto físico tiene su contraparte astral; pero como las partículas astrales están en constante movimiento, lo mismo que las de un líquido, no hay asociación permanente entre las partículas físicas y la porción de materia astral que, en un momento dado, actúe como contraparte de las mismas.

Comúnmente, la porción astral de un objeto se proyecta algo sobre la superficie física; así los metales, las piedras, etc. se ven rodeados de un aura astral.
Si se amputa alguna parte del cuerpo físico del hombre, la coherencia de la materia astral viva es más fuerte que la atracción de la porción física amputada. En consecuencia, la contraparte astral no acompaña al miembro físico. Como la parte astral ha adquirido el hábito de mantener la forma propia del miembro amputado, continuará manteniéndola, pero pronto se recogerá dentro de los límites de la forma lisiada. El mismo fenómeno ocurre en el caso de un árbol al que se corta una de sus ramas. Sin embargo, tratándose de un cuerpo inanimado, tal como una silla o una jofaina, no existe vida individual que mantenga la cohesión. En consecuencia, si el objeto físico se rompe, la contraparte astral se fracciona también. Completamente aparte de los siete grados de materia astral en orden de finura, existe otra clasificación completamente distinta, según el tipo. En la literatura teosófica el grado de finura se designa, comúnmente, como división horizontal, y el tipo como división vertical. Los tipos, de los cuales hay siete, están completamente entremezclados y constituyen la atmósfera; todo cuerpo astral contiene material de los siete tipos; las proporciones entre las cuales muestran el temperamento del hombre, sea devocional o filosófico, artístico o científico, pragmático o místico.El conjunto de la porción astral de nuestra tierra y de los planetas físicos, junto con los planetas puramente astrales de nuestro sistema, componen colectivamente el cuerpo astral de nuestro Logos solar, lo cual prueba que el antiguo concepto panteísta era verdadero.

Similarmente, cada uno de los siete tipos de materia astral es, en cierta medida y considerados en conjunto, un vehículo separado y se lo puede considerar también como el cuerpo astral de una Deidad subsidiaria, la cual es, al mismo tiempo, un aspecto de la Deidad, una especie de ganglio o centro de fuerza en Ella. De manera que el más ligero pensamiento, movimiento o alteración de cualquier clase en la Deidad subsidiaria se refleja instantáneamente, de una manera u otra, en toda la materia del tipo correspondiente. Tales cambios psíquicos ocurren periódicamente; quizás sean la correspondencia de la inhalación y espiración, o de los latidos del corazón en nosotros en el plano físico. Se ha observado que los movimientos de los planetas físicos proporcionan un indicio en cuanto a la operación de influencias procedentes de tales cambios; de ahí la justificación de la ciencia astrológica. De ahí, también, que tales alteraciones afecten a cada ser humano, en proporción a la cantidad de materia del tipo respectivo que posea su cuerpo astral. Así, un cierto cambio afectará a las emociones, a la mente, o a ambos; otro puede intensificar la excitación y la irritabilidad nerviosa, y así por el estilo. Esta proporción es la que determina en cada ser humano, en cada animal, planta o mineral, ciertas características fundamentales, que nunca cambian y que se llaman, a veces, su Tónica, Color o Rayo.La persecución de esta línea de ideas nos llevaría mucho más allá del objeto de esta obra, por lo cual recomendamos al estudiante que consulte la obra EL LADO OCULTO DE LAS COSAS.
Cada tipo de materia astral se compone de siete subtipos, o sea, cuarenta y nueve por todo.El tipo o Rayo es permanente durante el entero período planetario; de manera que una esencia elemental del tipo A animará, a su debido tiempo, minerales, plantas y animales del tipo A, y de ella surgirán también seres humanos del mismo tipo. El cuerpo astral lenta, pero constantemente, se gasta, precisamente de la misma manera que el físico; pero en lugar de reponerlo por el proceso de comer y digerir alimento, las partículas perdidas son reemplazadas por otras de la atmósfera ambiente. No obstante, el sentimiento de individualidad se comunica a las nuevas partículas a medida que llegan; así también, la esencia elemental, comprendida en el cuerpo astral de todo ser humano, se siente ella misma como una especie de entidad separada y actúa de acuerdo con lo que considera su propio interés.

CAPÍTULO III

COLORES

Para la visión clarividente, una de las principales características del cuerpo astral está en los colores que constantemente aparecen en él, los cuales corresponden y son la expresión, en materia astral, de sentimientos, pasiones y emociones.
En cada uno de los planos más elevados de la naturaleza existen todos los colores conocidos y muchos que en la actualidad no se conocen; pero a medida que nos elevamos de uno al otro aparecen más delicados y más luminosos, de manera que podemos decir que son octavas más altas de color. Como no es posible representar en el papel los colores de octavas más altas, se ha de tener en cuenta este detalle al considerar los ejemplos dados a continuación.
La siguiente es una lista de los colores principales y de las emociones de las cuales son expresión:

Negro: en nubes espesas: Odio y malicia

Rojo: destellos de rojo oscuro, usualmente sobre fondo negro: Cólera.

Una nube escarlata: Irritación.

Escarlata brillante: en el fondo corriente del aura: "Noble indignación".

Rojo cárdeno y sanguíneo: indiscutiblemente, aunque no fácil de describir: Sensualidad.

Marrón-grisáceo: un marrón-gris opaco y oscuro: Egoísmo.

Marrón-rojizo: opaco, casi el color de herrumbre: Avaricia. Comúnmente dispuesto en franjas paralelas a través del cuerpo astral.

Marrón verdoso: iluminado por chispazos de rojo oscuro o escarlata: Celos. En el hombre ordinario hay comúnmente mucho de este color cuando está "enamorado".

Gris: espeso, plomizo: Depresión. Como en el caso del marrón rojizo de la avaricia, el color gris está distribuido en franjas paralelas dando la impresión de una jaula.

Carmesí: opaco y pesado: Amor egoísta.
Color rosado: Amor desinteresado. Cuando el color es extraordinariamente brillante, matizado de lila: Amor espiritual por la humanidad.
Anaranjado: Orgullo o ambición. Con frecuencia con irritación.
Amarillo: Intelecto; varía del tinte profundo y opaco, pasando por oro brillante, a limón claro y luminoso o amarillo verdoso claro. El amarillo ocre opaco implica que la facultad va dirigida a fines egoístas. El amarillo índigo, indica tipo distintivamente elevado; amarillo verdoso claro, indica intelecto dedicado :a fines espirituales; oro, indica puro intelecto, dedicado a la filosofía o a las matemáticas.

Verde: En general varía mucho en su significado y es necesario estudiarlo para interpretarlo correctamente; en gran parte indica adaptabilidad. Gris-verde, de apariencia cenagosa: Engaño y astucia. Verde esmeralda: Versatilidad, ingenuidad, habilidad, aplicadas desinteresadamente. Azul-verde luminoso, pálido: Profunda simpatía y compasión, con el poder de perfecta adaptabilidad que sólo ellas pueden dar. Verde manzana brillante: parece acompañar siempre a una fuerte vitalidad.

Azul: Oscuro y limpio: Sentimiento religioso. Es propenso a estar matizado por otras cualidades tomando cualquier tono desde el índigo, o bello violeta profundo, hasta el gris-azul barro. Azul claro, tal como el ultramarino o cobalto: Devoción a una noble idea espiritual; el matiz violeta indica mezcla de afecto y de devoción. Lila-azul luminoso, acompañado usualmente de chispeantes estrellas doradas: La espiritualidad más elevada, con exaltadas aspiraciones espirituales.

Ultra-violeta: Desenvolvimiento más elevado y puro de las facultades psíquicas.

Ultra-rojo: Facultades psíquicas inferiores de uno que trabaja con formas malas y egoístas de magia.

El gozo se manifiesta en el resplandor y radiación generales, tanto del cuerpo mental como del astral, y en la ondulación peculiar de la superficie del cuerpo. La jovialidad se manifiesta en forma de burbujas y también en una serenidad estable.La sorpresa se manifiesta en forma de instantánea contracción del cuerpo mental, que se comunica comúnmente al astral y al físico, acompañada de mayor intensidad del resplandor de la banda de afecto, si la sorpresa es agradable; si es desagradable, se intensifica el marrón y el gris. La contracción causa, a veces, una sensación desagradable, que afecta, con frecuencia, al plexo solar, causando desmayo o enfermedad; otras veces, afecta al centro cardíaco, causando palpitaciones y hasta la muerte.Se ha de comprender que, como las emociones humanas casi siempre son mezcladas, tales colores rara vez aparecen perfectamente puros, sino más comúnmente mezclados. Así la pureza de muchos colores se empaña por el denso marrón-gris del egoísmo, o matizado por el anaranjado profundo del orgullo.Al interpretar el significado de los colores, se han de tener en cuenta otros puntos; por ejemplo, la brillantez general del cuerpo astral; la relativa precisión o imprecisión del lineamiento: la brillantez relativa de los diferentes centros de fuerza.

El amarillo del intelecto, el rosa de los afectos y el azul de la devoción se encuentran siempre en la parte superior del cuerpo astral; los colores del egoísmo, de la avaricia, del engaño y del odio están en la parte inferior; la masa del sentimiento sensual flota, usualmente, entre estas dos porciones.
De esto se deduce que, en el hombre sin desarrollo, la porción inferior del ovoide tiende a ser mayor que la superior, de manera que el cuerpo astral tiene la apariencia de un huevo con la parte más estrecha arriba. En el hombre más desarrollado ocurre lo contrario; la parte más estrecha está abajo. La tendencia es siempre hasta la simetría, la cual se alcanza por grados; de manera que tales apariencias son sólo temporarias.

Cada cualidad se manifiesta en un color y posee su tipo especial propio de materia astral. La posición en el cuerpo astral, de tales colores depende de la gravedad específica de los grados respectivos. El principio general es que las cualidades malignas o egoístas se expresen en vibraciones relativamente lentas de materia más grosera, mientras que las buenas y abnegadas se manifiesten en materia más fina.Siendo esto así, por fortuna para nosotros, las buenas emociones persisten durante más tiempo que las malas; el efecto del intenso amor o de la devoción se mantienen en el cuerpo astral hasta mucho después de haber olvidado la ocasión que los causó.Es posible, aunque no común, que ocurran simultáneamente y con fuerza dos grados de vibración en el cuerpo astral; por ejemplo, una de amor y otra de cólera. Los efectos serán paralelos, pero uno a nivel mucho más alto que el otro; de consiguiente, el primero persistirá por más tiempo que el segundo. El afecto y la devoción altamente desinteresados pertenecen al subplano astral más elevado (el atómico) y se reflejan en la materia del grado correspondiente del plano mental. De esta manera llegan al cuerpo causal (mental superior), no al mental inferior. Este es un punto importante del cual el estudiante debe tomar nota especial. Al Ego, quien mora en el plano mental superior, sólo le afectan los pensamientos desinteresados. Los pensamientos de orden inferior afectan, no al Ego, sino a los átomos permanentes.

En consecuencia, en el cuerpo causal habrá vacíos, pero no malos colores, correspondientes a los sentimientos y pensamientos bajos. El egoísmo, por ejemplo, se manifestará como ausencia de afecto o de simpatía; tan pronto como el egoísmo sea reemplazado por su opuesto se llenará el vacío en el cuerpo causal.
A fin de apreciar la apariencia del cuerpo astral, se ha de tener en cuenta que las partículas que lo componen están .siempre en rápido movimiento; en la gran mayoría de los casos las nubes de color se refunden una en la otra, a la vez que se ,sobreponen mutuamente, apareciendo y desapareciendo mientras tanto; la superficie del vapor luminoso se parece algo a la superficie del agua hirviendo violentamente. De consiguiente, los diversos colores no mantienen, en manera alguna, las mismas posiciones, aunque hay una posición normal a la cual tienden a volver .Recomendamos al estudiante la obra: "EL HOMBRE VISIBLE E INVISIBLE", por C. W. Leadbeater .Las características dominantes de los tres tipos ilustrados, el salvaje, el hombre vulgar y el hombre evolucionado, se pueden compendiar como sigue:

Tipo salvaje: Son conspicuos en gran medida el sensualismo, el engaño, el egoísmo y la codicia; la ira violenta está implicada por manchas y salpicaduras de escarlata opaco; muestra pocos afectos; el intelecto y el sentimiento religioso que aparezcan será de la clase más inferior. El delineamiento del cuerpo astral es irregular y los colores borrosos, densos y pesados. Todo el cuerpo aparece, evidentemente, mal regulado, confuso y desordenado.

El hombre vulgar: El sensualismo, aunque menos, es todavía prominente; el egoísmo lo es también, y aparece cierta capacidad para el engaño con fines personales; aunque el verde empieza a dividirse en dos calidades distintas, demostrando que la astucia se está transformando gradualmente en adaptabilidad. La cólera está todavía marcada; los afectos, el intelecto y la devoción son más aparentes y de calidad superior.
Los colores, en general, están más claramente definidos, son más brillantes, aunque ninguno es perfectamente limpio. El delineamiento del cuerpo es más definido y regular.

El hombre evolucionado: Las cualidades indeseables han desaparecido casi completamente; a través de la parte superior del cuerpo hay una franja de color lila, indicadora de aspiración espiritual; sobre la cabeza, y envolviéndola, aparece una nube de color amarillo brillante de intelecto; debajo hay una ancha franja del azul de la devoción; luego, a través del tronco, se ve una franja todavía más ancha del rosa de los afectos, y en la parte inferior del cuerpo, se encuentra una gran cantidad de verde de adaptabilidad y de simpatía. Los colores son brillantes, luminosos, en bandas claramente marcadas; el delineamiento del cuerpo está bien definido y da la impresión de estar bien ordenado y bajo perfecto dominio.
Aunque en esta obra no vamos a tratar del cuerpo mental, hemos de decir que a medida que el hombre progresa, su cuerpo astral se parece cada vez más al cuerpo mental, hasta que deviene casi el reflejo de éste en la materia más grosera del plano astral. Esto, naturalmente, indica que la mente del hombre domina del todo los deseos del mismo, y no es probable que sea arrastrado por impulsos emotivos. Un hombre así estará, indudablemente, sujeto a irritabilidad ocasional y a anhelos indeseables de varias clases, pero sabe lo bastante para reprimir estas bajas manifestaciones y no ceder a ellas.

En una etapa más avanzada, el cuerpo mental mismo deviene un reflejo del cuerpo causal, puesto que el hombre, entonces, aprende a responder únicamente a los impulsos del Ser superior, el Ego, y guiar sus razonamientos por ellos exclusivamente.De manera que el cuerpo mental y el astral de un Arhat no sólo poseerán coloración característica propia, sino que serán reproducciones de los colores del cuerpo causal, hasta donde las octavas inferiores de dichos cuerpos puedan expresarlos. Son colores bellamente iridiscentes, con una especie de efecto de madreperla opalescente, que es imposible describir o representar.
Un hombre evolucionado tiene en su cuerpo astral cinco grados de vibración; el hombre vulgar muestra a lo menos nueve grados, con mezcla de varios tonos además. Muchas personas tienen 50 ó 100 grados, de manera que la entera superficie está cubierta de una infinidad de pequeños remolinos y de corrientes entrecruzadas; todas batallando unas contra otras en loca confusión. Esto es resultado de emociones y preocupaciones innecesarias; por lo común, los occidentales acusan tal condición, la cual es causa de que disipen gran parte de su energía.
Un cuerpo astral que vibre de cincuenta maneras distintas al mismo tiempo, no sólo es feo, sino una grave molestia. Se lo puede comparar a un cuerpo físico que sufre una parálisis grave, con todos los miembros sacudiéndose simultáneamente en diferentes direcciones. Tales efectos astral es son contagiosos y afectan a toda persona sensitiva que se acerque, la cual siente una dolorosa sensación de inquietud y preocupación. Precisamente porque millones de seres humanos se sienten innecesariamente agitados por toda clase de torpes deseos y sentimientos, es tan incómodo para una persona sensitiva vivir en una gran ciudad o mezclarse con la multitud. Las perturbaciones astrales constantes pueden llegar a afectar al doble etérico y dar origen a enfermedades nerviosas.
Los centros de inflamación del cuerpo astral son como los tumores del cuerpo físico; no sólo agudamente incómodos, sino también puntos débiles por los cuales se disipa la vitalidad. Además, no ofrecen resistencia efectiva alguna contra las malas influencias, a la vez que impiden que las buenas sean provechosas. Esta condición está dolorosamente generalizada; el remedio está en eliminar las preocupaciones, el temor y el fastidio. El estudiante de ocultismo ha de evitar, bajo todas las circunstancias, sentimientos personales que puedan ser afectados.
Sólo un infame posee un aura blanca, o relativamente sin color; pues los colores empiezan a aparecer a medida que se desarrollan las cualidades. El cuerpo astral de un niño es muchas veces un hermoso objeto, de colores puros y brillantes, libre de manchas de sensualismo, avaricia, mala voluntad y egoísmo. En el mismo pueden percibirse latentes los gérmenes y tendencias traídos de la vida anterior, algunos malos, algunos

buenos, de manera que se perciben las posibilidades de la vida futura del niño.
El amarillo del intelecto, que se encuentra casi siempre cerca de la cabeza, es el origen del nimbo o gloria que se pone alrededor de la cabeza de los santos, debido a que este color es el más conspicuo de los colores del cuerpo astral; el que percibe más fácilmente la persona a punto de desarrollar la clarividencia. A veces, debido a la extraordinaria actividad del intelecto, el amarillo llega a hacerse visible hasta en materia física, de manera que es perceptible a la vista física ordinaria. Hemos visto ya que el cuerpo astral tiene cierta distribución normal, de acuerdo con la cual las diferentes porciones del mismo tienden a agruparse. Un repentino acceso de pasión o de sentimiento puede, no obstante, hacer vibrar momentáneamente la totalidad, o casi la totalidad, de la materia de ese cuerpo a cierto grado, produciendo así resultados sorprendentes. En tales casos toda la materia del cuerpo astral se agita como impulsada por un vendaval violento, lo cual causa, por un tiempo, que los colores se entremezclen




En el caso de una repentina efusión de afecto, como, por ejemplo, al tomar la madre a su hijito en brazos cubriéndole de besos, todo el cuerpo astral, en aquel momento, se agita violentamente y los colores originales quedan, por un tiempo, casi obscurecidos.
El análisis del fenómeno descubre cuatro efectos distintos:
1 - Son visibles ciertos remolinos o vórtices de vivos colores, bien definidos, firmes y que brillan con luz intensa procedente del interior. Cada uno de esos remolinos es, en realidad, una forma mental de afecto intenso, generada en el cuerpo astral, a punto de afluir del mismo al objeto del sentimiento.
Las nubes de luz viviente en rápida rotación son de belleza indescriptible, aunque difíciles de representar.
2 - El entero cuerpo astral aparece cruzado por líneas horizontales de palpitante luz carmesí, todavía más difíciles de representar, a causa de la rapidez con que se mueven.
3 - Una especie de película de color rosado cubre la entera superficie del cuerpo astral, de manera que todo se ve a través de la misma como a través de un vidrio coloreado.
4 - Una especie de coloración carmesí cubre el entero cuerpo astral, matizando en cierta medida a los demás colores y condensándose aquí y allá en copos flotantes, parecidos a nubes medio formadas.
Este despliegue de vórtices dura, probablemente, sólo unos segundos, para en seguida volver el cuerpo a su condición normal, situándose de nuevo los diversos grados de materia en sus respectivas zonas, de acuerdo con su gravedad específica. No obstante, cada acceso de sentimiento agrega un poco de carmesí en la parte superior del óvalo y facilita un poco más la respuesta del cuerpo astral a la siguiente efusión de afecto que le llegue.De manera similar, en una persona que sienta, con frecuencia, elevada devoción, muy pronto se ensancha el área de color azul de su cuerpo astral. De manera que el efecto de tales impulsos son acumulativos; además la emisión de vívidas radiaciones de amor y gozo producen buena influencia en otros.


En una religiosa sumida en contemplación, un repentino acceso de devoción cambiará el color carmesí en azul y producirá un efecto casi idéntico al descrito.En el caso de cólera intensa, el trasfondo ordinario del cuerpo astral queda obscurecido por remolinos o vórtices de espesas y relampagueantes masas negras, como hollín, alumbrados desde el interior por el brillo cárdeno de odio activo. Porciones de la misma nube obscura se ven manchando el entero cuerpo astral, con flechas dé fuego de ira desatada, arrojadas entre chispazos como relámpagos. Estos terribles chispazos son capaces de penetrar en los cuerpos astrales como espadas, causando daño a otras personas. En este caso, como en otros, cada acceso de rabia predispone a la materia de todo el cuerpo astral a responder más fácilmente que antes a tan indeseables vibraciones.En un repentino ataque de terror, todo el cuerpo se cubre, en un instante, de una curiosa neblina gris lívida, a la vez que aparecen líneas horizontales del mismo matiz, pero vibrando con tal violencia que apenas son discernibles como líneas separadas. El efecto es indescriptiblemente horrible; toda luz desaparece por un tiempo del cuerpo y la entera masa gris palpita como gelatina.La oleada de emoción no afecta gran cosa al cuerpo mental, aunque, por un tiempo, puede hacer casi imposible que la actividad de dicho cuerpo afecte al cerebro físico, por estar el cuerpo astral, que sirve de puente entre el mental y el cerebro, vibrando a un único ritmo que es incapaz de transmitir ondulación alguna que no esté en armonía con el mismo.Los anteriores son ejemplos de los efectos de ataques repentinos y temporarios de sentimiento. Hay otros efectos algo similares de índole más permanente, producidos por ciertas disposiciones y clases de carácter .



Así cuando un hombre vulgar se enamora, el cuerpo astral se transforma tan completamente que apenas se lo reconoce como de la misma persona. El egoísmo, el engaño y la avaricia se desvanecen, mientras la parte inferior del óvalo muestra gran desarrollo de pasiones animales. El verde de la adaptabilidad queda reemplazado por el marrón verdoso de los celos; cuando éstos son de carácter agudo se manifiestan en chispazos de escarlata brillante de la cólera que los caracteriza. Pero los cambios indeseables son más que contrabalanceados por espléndidas franjas de carmesí, que llenan gran parte del óvalo. Esta es, durante un tiempo, la característica dominante y el entero cuerpo astral resplandece con su luz. Bajo la influencia de la misma, desaparece la general borrosidad del cuerpo astral ordinario; los tonos son todos brillantes y bien marcados, tanto los buenos como los malos. Es una intensificació n de la vida en varios sentidos. El azul de la devoción mejora también claramente, y hasta aparece un toque violeta pálido en la cúspide del óvalo, indicando capacidad para responder a un ideal realmente elevado y desinteresado. En cambio, el amarillo del intelecto desaparece casi completamente, por un tiempo, hecho que el cínico, quizás, considere como característico de tal condición.El cuerpo astral de una persona irritable; presenta ordinariamente una franja ancha escarlata como detalle dominante; además, el entero cuerpo astral está cubierto de copos escarlata flotantes, algo así como signos de interrogación.En el caso de un avaro, el egoísmo, la avaricia, el engaño y la adaptabilidad están naturalmente intensificados, pero el sensualismo disminuye. El cambio más observable, sin embargo, consiste en una curiosa serie de líneas paralelas horizontales a través del óvalo, dando la impresión de una jaula. Las barras son de color marrón oscuro, casi un color siena calcinado.El vicio de la avaricia parece tener el efecto de detener, por un tiempo, el desenvolvimiento, y es muy difícil sacudirlo, una vez que se ha adherido firmemente.La depresión profunda produce un efecto de color gris, en vez de marrón, muy similar a la del avaro. El resultado es indescriptiblemente sombrío y deprimente para el observador. Ninguna condición emocional es tan infecciosa como el sentimiento de depresión.En el caso de una persona no intelectual, pero decididamente religiosa, el cuerpo astral asume una apariencia característica. Un toque de violeta sugiere la posibilidad de responder a un ideal elevado. El azul de la devoción está extraordinariamente bien desarrollado, pero el amarillo del intelecto es escaso. Aparece una regular proporción de afecto y de adaptabilidad; pero hay más sensualismo de lo corriente; el engaño y el egoísmo también son prominentes. Los colores están irregularmente distribuidos, fundiéndose unos con los otros; el delineamiento es vago, indicando vaguedad en los conceptos devocionales de la persona.

Con frecuencia aparecen asociados el temperamento devocional y el sensualismo extremo; quizás porque las personas de este tipo viven principalmente de sus sentimientos, se dejan regir por éstos, en vez de tratar de regularlos con la razón.Un hombre de tipo científico presenta un gran contraste.
La devoción está enteramente ausente; el sensualismo está muy por debajo del término medio; pero el intelecto está desarrollado en grado anormal. El afecto y la adaptabilidad aparecen en poca cantidad y de baja calidad. Presenta una buena proporción de egoísmo y de avaricia, como también de celos. Un gran cono de color naranja brillante, en medio del amarillo dorado del intelecto, indica orgullo y ambición en conexión con el conocimiento adquirido. El hábito científico y ordenado de la mente hace que la distribución de los colores sea en franjas regulares, con líneas de demarcación bien definidas y claramente marcadas.

No hay comentarios: