viernes, 6 de febrero de 2009

FABERGÉ


Un Huevo de Fabergé es una de las 57 joyas creadas por Peter Carl Fabergé, de la empresa Fabergé, para los zares de Rusia entre 1885-1917. Estos huevos se consideran obras maestras del arte y cada uno representa el más fino “objet d’art“.

Peter Carl Fabergé fue un orfebre y joyero ruso, hijo de Gustav Fabergé, el cual abrió una joyería en San Petesburgo en 1842.En 1870 se puso al frente de la firma familiar y ya en 1900 la empresa en pleno apogeo contaba con 500 empleados y su fama se extendía a lo largo y ancho de los mundos civilizados. Tal fama le valió a Peter Carl el merecido apodo de “el último de los grandes orfebres”.

El banquete más importante del calendario de la iglesia ortodoxa (porque hay varias chavales…) rusa es Pascua. Se celebra con el intercambio de un huevo y tres besos. En 1885 el por entonces zar Alejandro III(si es III, es porque antes hubo II y antes I. ¡Bien pensado eh!) “inauguró” la tradición regalándole a su esposa, la Zarina María, el primer huevo Fabergé. Ella vio representado en el obsequio a su patria y ordenó que se realizara anualmente uno de ellos.

Los diseños de los huevos imperiales se guardaban como el más estricto secreto y representaban de manera conmovedora la historia rusa de la época: conmemoraban la coronación del Zar Nicolás II (hijo de Alejandro III, ok?), la terminación del ferrocarril transiberiano, la representación del Yate-Standart imperial, de la Catedral de Uspensky, el Palacio de Gatchina y durante la I Guerra Mundial a la Cruz Roja y militares. Los dueños de su producción no representaban al pueblo sencillo y cotidiano sino a los poderosos de la tierra: zares, reyes, mandarines, rajás…

Su opulencia era el fiel reflejo de la corte misma y la Rusia que siguió al estallido de la Revolución en 1917 no tenía espacio para joyas como las de Fabergé, el cual se exilió a Suiza donde murió en 1920. La firma fue “nacionalizada” como el resto de los medios de producción del país.

Su legado, sin embargo, es el del último de los grandes orfebres. ¿Quién sino hubiera podido replicar en la tapa de una cigarrera el mapa detallado del lugar de veraneo favorito del Zar Nicolás II en el Mar Negro? Las montañas son oro texturizado, las carreteras marcan su ruta en rubíes, la línea del ferrocarril está representada por una fila de esmeraldas y el Mar Negro sigue un patrón resaltado de zafiros azules…

De estas exquisitas 56 piezas de joyería (44 están localizadas en la actualidad y otras dos que se conocen por haber sido fotografiadas…el resto “missing”) hoy en día se encuentran en los más prestigiosos museos y colecciones privadas, entre las que destacan la de la Reina Isabel II de Inglaterra, la de Malcom Forbes y la del propio Kremlim (que no es una variedad de Gremlins, sino el parlamento Ruso). Su precio en subasta pública ronda entre los 5-7 millones de dólares por ejemplar.

Mención aparte sus apariciones en diversos medios como episodios de Los Simpson o en la película nº14 de la saga de James Bond de nombre “Octopussy”, donde toda la trama se inicia a través del contrabando de ellos.

Os dejo un link con algunas fotos de ellos de la colección de Malcom Forbes :http://www.elmundo.es/fotografia/2004/01/huevos/index.html

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